30

2K 247 78
                                    

JaeMin

*Lo narrado en este capítulo sucede el mismo día del capítulo 26, que fue desde el pov de Yuta. Más específicamente un poco antes de que Yuta pillara a Jeno y ChenLe hablando.

Jeno y yo estábamos en el bosque juntando las pistas que habíamos hallado sobre lo que escuchamos, o más bien Jeno escuchó, hace unos días. Aunque ahora mismo lo habíamos dejado un tanto de lado, pues ambos teníamos proyectos que entregar y preferimos dedicarnos a hacerlos y profundizar la información que encontramos después.

Yo me apoyaba contra el tronco de un árbol, con las piernas cruzadas como indio y el libro entre mis muslos. Mordía el resaltador concentrado, leyendo cada página y sombreando lo que me parecía más importante. Aún quedaba algo de tiempo hasta la fecha de entrega del trabajo, pero prefería ir avanzando ahora porque dejarían más después y no quería estresarme. Miré de reojo a Jeno, quien se encontraba sentado contra el árbol de al lado. Tenía una rodilla apoyada al pecho y la otra pierna estirada, anotando algo en la hoja de papel que tenía sobre su muslo contraído, usándolo como apoyo. Tenía el ceño ligeramente fruncido y mordía su lengua mientras escribía, viéndose extremadamente centrado en lo que estaba haciendo. Estiré mi dedo y lo llevé a su entrecejo, aplastando un poco para borrar la ya algo marcada arruga.

—Deja de hacer eso, vas a verte más viejo y amargado de lo que ya eres. —molesté dejando a un lado el libro, ya me había cansado de leer tanto.

—Se te olvida que soy un vampiro y, a diferencia de cierta persona, yo nunca envejezco, así que mi piel no va a quedar marcada. —respondió con tono divertido mas aún con los ojos pegados a lo que sea que estaba escribiendo.

—Esa ventaja la tienen los vampiros vampiros, tú todavía conservas algo de humanidad que yo sepa. —contraataqué acercándome más para conversar mejor.

—Bueno, en unos años la perderé. —contestó terminando con lo que hacía y volteando un poco para verme mejor— Así que no hay arruga por la que tenga que preocuparme.

—Insisto, todavía eres algo humano. Dejarás de formar arrugas cuando seas inmortal, pero las que tienes ahora se seguirán notando. —recordé sonriendo de lado.

Jeno se rió ligeramente, apartando el papel escrito y poniéndose de pie con increíble facilidad. Me tendió una mano, sonriente, sus ojos hechos líneas de una forma que encontré absolutamente adorable.

—Ven, hay que dar un paseo y estirar las piernas.

Negué con flojera, estaba muy cómodo en esa posición— Ni hablar, prefiero quedarme aquí.

—Vamos, Nana, ¿no quieres librarte del estudio? —ignoré el nuevo y bonito apodo y asentí resignado, tomando su mano para incorporarme.

Dejé salir una mueca de dolor al quedar de pie. Mis rodillas y músculos estaban resentidos por la posición que había mantenido por un buen tiempo, incluso mis huesos habían sonado. Jeno soltó una carcajada que yo imité con voz más grave, haciéndome el ofendido por la burla. La verdad era que me gustaba verle sonreír, más si era por mí. Cuando estábamos en los interiores se mantenía súper serio, con esa expresión fría que no me gustaba y a la que no estaba acostumbrado. Se sentía bien el saber que podía relajarse conmigo y ser un chico joven, tal vez no uno normal, pero lo más cerca a un vampirito feliz que se podía.

Dejamos las cosas en el suelo, sabiendo que nadie pasaba por el lugar. Empezamos a caminar a paso lento, simplemente respirando el aire puro y aroma a flores y césped con tierra mojada, y teniendo de fondo musical el canto de las aves.

Me acerqué corriendo a una flor bonita. Era blanca y pequeña, por lo que tuve que agacharme para poder verla mejor. Rocé los diminutos pétalos con mis dedos, teniendo cuidado de no hacerle daño. Era increíblemente suave, y olía muy bien.

Tenebris Where stories live. Discover now