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Ten

Algo andaba mal. Lo sentía, estaba claro en el ambiente. No era necesario mirar las caras largas de algunos lobos y la tensión entre los vampiros, simplemente tenías que detenerte un segundo y concentrarte en la oscuridad que parecía rodearte. Las clases con los brujos habían servido de algo. O tal vez ese no era el caso y estaba inventando todo eso. Si soy sincero, yo lo descubrí por el olor a miedo y la negatividad que parecía comerse vivo a todo aquel con el que me cruzaba.

Ahora estaba yendo a mi dormitorio. Solo. Sin tener al brujo peligris al lado. Y eso significaba peligro para todos. Kun era mi fuente de entretenimiento, podía molestarlo todo lo que se me antojaba y tan solo recibiría una mirada cansada. Eso me desmotivaba un poco, el no recibir una mayor reacción era tremendamente aburrido. En la mayor parte de los casos iba en busca de mi otro entretenimiento, Kim DoYoung, pero habían unas pocas veces en las que Kun parecía responder a mis provocaciones, y eso hacía todo más interesante. Era extraño, ambos (vampiro y brujo) se parecían en tantas cosas y se diferenciaban en otras. Kun era más calmado y con una paciencia divina, tener una gran reacción suya era todo un reto, cosa que adoraba. DoYoung, en cambio, se enfadaba y hartaba con facilidad, y me daba respuestas inteligentes que terminaban haciéndome reír por la cara de ira que ponía. Eran ellos los que me detenían de buscar otro blanco a mis acotaciones algo hirientes, y ahora ninguno de ellos estaba a la vista. Más les valía volver pronto, ya había hecho llorar a cinco omegas y dos brujos. ¿Pueden creer que los brujos eran más sensibles que las brujas? Tienen tan poca tolerancia, me divierte jugar con sus nervios.

Sin embargo, no todo era color de rosa. Había cierto grupo que no me quitaba los ojos de encima desde que llegué, y ahora que ya no tenía a Kun ni a XiaoJun para alejarlos, se acercaban a mí con preguntas relacionadas a mi llegada. A mí me resultaba más que bien responderles, sería una total vergüenza no saber mentir, pero Kun me había advertido que no me acerque a ellos. Pues bien, yo había cumplido con mi palabra, no era mi culpa si ellos venían. Si algo salía mal sería su culpa, que venga pronto para controlar a esos buitres antes de que yo lo haga a mi manera.

Abrí la puerta sin cuidado y la cerré detrás mío. Me quité el horrible uniforme y me vestí con unos pantalones ajustados y una camiseta negra, algo un poco incómodo pero que extrañaba usar. Delineé mis ojos y pinté mis uñas de negro, buscando sentirme como antes. Esas benditas reglas de presentación me prohibían ser como soy. Pues bien, ahora que ya no había nadie para controlarme volvería a mi estilo de siempre.

Me senté en la mesa cerca al ventanal mientras esperaba que el esmalte se seque. Miré con atención el bosque, un sentimiento de intranquilidad llegando a mí. Podía oler la sangre y el dolor desde donde estaba, y eso solo me motivaba a ir allá y averiguar qué estaba pasando.

Podría obligar a SiWon a que me diga qué estaba sucediendo.

No lo intentes, no está en su despacho.

Miré de reojo la puerta de mi dormitorio, encontrando a Jung JaeHyun apoyado en la pared y viendo directamente el bosque a través del ventanal.

—¿Desde cuándo? —pregunté unos segundos después. Me había quedado algo inmerso admirando su rostro. Los demonios eran seres sin corazón, pero de tener uno, Asmodeo estaría más que orgulloso. JaeHyun era la definición exacta de lujuria.

—Hace tres días. No eres el único que ha sentido el temor en todo el instituto. Además, TaeYong y Yuta han desaparecido.

—DoYoung también. —fruncí el ceño al notar que había olvidado mencionarlo.

—Supuse que ya lo sabías, paras detrás de él como depredador tras su presa.

Sonreí de lado por la comparación, sabiendo que era más que acertada— Eso es lo que es.

Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora