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Mark

DongHyuck paseaba por su habitación dando vueltas en círculos. Tenía una mano en el mentón, dando ligeros golpecitos a su labio mientras pensaba, y movía con inquietud los dedos de su otra mano, como formando un arco. La camisa blanca estaba desabotonada hasta la mitad dejando ver sus clavículas y el parche mal hecho que tuvo que hacer por sí mismo. Kun no había venido hoy, lo cual fue extraño pero ambos decidimos dejarlo pasar. Yo lo observaba desde su cama para no interrumpirlo. Tampoco es como si tuviese algo para decir, pues él no había hablado desde que llegamos.

Yo aún sentía esa energía abrumadora que siempre me inundaba después de beber de su sangre. Movía mi rodilla inconscientemente al igual que mis manos. Así que el estar en silencio sin hacer nada en particular me tenía más inquieto que nunca.

Pasaron unos minutos más hasta que DongHyuck por fin giró hacia mí, ambas manos en la cadera y la mirada seria y pensativa.

—No he visto a TaeIl ni a Johnny desde ayer en la mañana.

Solté un suspiro que no sabía había estado aguantando. ¿Tanto problema por no habernos cruzado con ellos? De seguro estaban en una de esas reuniones importantes de todas las semanas o resolviendo un nuevo problema con el director.

—Y no son solo ellos. JungWoo y Lucas también han desaparecido. Le hubiese preguntado a JongIn pero tampoco parece estar aquí. ¿Y has visto a los de último año? Todos tienen ese olor a tristeza que por más que quieran disimularlo con supresores no lo logran.

—¿No crees que estás exagerando? —le dije sin pensarlo mucho, totalmente incrédulo a que algo malo esté pasando.

—Mark, Mark, Mark. —murmuró mi nombre con tal tono de decepción que me hizo avergonzar— A veces es imposible creer que eres un semi demonio, pero luego veo mi cuello y se me pasa. —se acercó a mí y se sentó sobre mis piernas, una posición que se había vuelto común entre nosotros— Utiliza esa cabezota tuya y ponte a pensar. No es normal que solo los alfas de último año hayan desaparecido. Tampoco que JongIn se haya ido de la noche a la mañana. Y menos lo es que Johnny y TaeIl, quien por cierto es el hijo del director, estén inubicables.

Hice una mueca de entendimiento, ya comprendiendo el punto al que quería llegar— ¿Y tienes alguna teoría?

—¿Crees que estaría así de nervioso si la tuviera? Por supuesto que no. Y para rematar, Kun no ha venido hoy como para haberle preguntado. —calló de inmediato, un brillo particular de realización en sus ojos— Tal vez RenJun sepa algo.

—¿Tendremos que ir a buscarlo? —pregunté sabiendo lo obvio que era. Yo estaba muy cómodo así, no tenía planes de pararme pronto.

—Pues claro. Tenemos que llegar al fondo de esto. —se levantó de mi regazo y corrió a ponerse su saco. Yo lo imité con menos ganas, aguantándome las quejas que la vocecita en mi cabeza no dejaba de repetir.

Me acerqué al espejo de cuerpo completo y revisé mi apariencia. Solo tuve que abotonarme la camisa por completo y pintar con un poco de tinta la mancha que un chorrito de sangre había dejado en la tela. Volteé conforme al ver que todo lucía normal. Claro que DongHyuck no estaba pasando por la misma facilidad.

Toda su camisa estaba arrugada, y era entretenida la manera en la que luchaba para abotonarla con sus dedos temblorosos. Él nunca admitiría que necesitaba ayuda, y aunque era agotador tener que insistirle mil veces hasta que por fin me deje acercarme, le seguiría dando una mano. Después de todo, esos temblores eran en parte culpa mía. Pequeños estragos de la sangre que le había robado.

Tenebris Where stories live. Discover now