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RenJun

Ya habían pasado unas cuantas semanas desde la incorporación de Ten a nuestras clases. Él iba con XiaoJun, pero en los almuerzos se sentaba con nosotros. JiSung se notó confundido cuando llegamos con él a nuestra mesa, pero no preguntó nada, simplemente lo saludó y siguió comiendo como si nada. El semi demonio se había mostrado alegre y sociable con él, lo que nos generaba algo de desconfianza pues era el único que no sabía quién el pelinegro era en realidad. Podría estar aprovechándose de él, queriendo atacar por el miembro más débil para después expandirse. Porque si bien es cierto que lo habíamos incluido a nuestro grupo, que hablábamos y estudiábamos con él, y que pasábamos gran parte de nuestro tiempo acompañándolo, nada de eso significaba que lo habíamos aceptado y que confiábamos en él. Seguíamos siendo cautelosos y observadores, mas de una forma disimulada para no alimentar la sospecha de los otros brujos.

Ahora estaba con YangYang en la biblioteca, ordenando y desempolvando algunos libros. Esta vez nos tocó hacer el mismo deber, así que decidimos juntarnos. Yo limpiaba los del primer estante mientras él se encargaba del segundo. Habían unos cuantos chicos más pero no eran los suficientes como para acabar esto rápido, así que estábamos pasando el trapo superficialmente y sin importarnos mucho el dejar una que otra mancha de polvo. No tenía planeado pasar unas tres horas en este lugar.

—¿Tú limpias los de la derecha del tercero y yo los de la izquierda? —me preguntó apoyándose en el librero, una mano sobre su cabeza y la otra sujetando el trapo y poniéndola en su cadera.

—¿Me quieres ver la cara de estúpido? —reclamé después de darle una mirada al tercer estante, fijándome que el lado izquierdo contaba con menos libros que el derecho.

—Tenía que intentarlo. —respondió sonriendo travieso, y tuve que aguantarme las ganas de darle un buen zape.

—Que lo decida la suerte, dale un piedra, papel o tijera. —dije dejando el trapo a un lado y poniéndome frente a YangYang.

—Siempre arreglamos las cosas con eso.

—Lo justo, es cuestión de suerte. —dije encogiéndome de hombros.

—Está bien, vamos a ello. —dejó el trapo a un lado y se paró derecho, extendiendo su mano y poniendo la otra bajo ella— Piedra, papel o tijera.

Ambos sacamos piedra.

—Piedra, papel o tijera. —dije esta vez yo, sacando tijera.

YangYang demoró unos segundos en sacar piedra de nuevo.

—¡No te pases de listo, eh! —exclamé molesto recibiendo una risa de su parte— Que no creas que no he visto como has sacado piedra después que yo.

—Vale, vale, culpa mía. —admitió alzando las manos aún con esa tonta sonrisa— Una última.

—Ya no más trampas. —advertí mirándolo con los ojos entrecerrados— Piedra, papel o tijera.

Saqué tijera esta vez, sonriendo al instante al ver la mano extendida de YangYang simulando un papel.

—¡Gané! —grité saltando y corriendo alrededor suyo— Te toca el lado derecho. —me burlé agarrando mi trapo y dirigiéndome al tercer estante, ignorando sus quejas y peticiones de revancha.

—¡No es justo! —lo escuché reclamar detrás mío.

—Acepta tu mala suerte.

—Algo has tenido que hacer, siempre gano en este juego.

—Pues al parecer soy mejor que tú.

No todo se centraba en la suerte, de hecho. YangYang usaba un patrón muy obvio, sacando piedra repetidas veces. Además, tendía a olvidarse de la tijera, así que fue algo sencillo el predecir que iba a sacar papel en esa última partida.

Tenebris Where stories live. Discover now