32

1.8K 251 72
                                    

ChenLe

—No estoy en el lugar para contártelo. —respondió Jeno con su cara toda seria y amargada, siendo el mismo chico aburrido de siempre.

—¡Oh vamos! Pero si ya dijiste un poco, mejor suelta lo demás. —insistí sin torcer el brazo.

—Ya dije que no, Lele. No insistas.

Hice una mueca y me crucé de brazos, pensando cómo convencerlo de soltar la sopa. Sonreí de lado cuando me llegó una idea. Jeno solo tenía una debilidad —o bueno, tal vez ahora dos— y esa era el aegyo. Aunque solo era con ciertas personas, por no decir que solo conmigo. Por ejemplo, si DoYoung actúa lindo, lo más probable es que se le deforme la cara en disgusto y termine vomitando. Aunque lo haría disimuladamente para no dañar los sentimientos del que actúa como su hermano mayor. Prácticamente la única figura paterna que tiene. Claro que junto a TaeYong.

Hice un puchero, aguantando las ganas de pegarme a mí mismo por lo que iba a hacer, y puse ojos de cachorrito. Me le acerqué más y me aseguré de dejar mi cara frente a la suya para que no se pierda ni una expresión, no pensaba actuar lindo nunca más.

—¿Por favor? —pedí con voz aguda y alzando un dedo.

Jeno apartó la mirada y cerró los ojos con fuerza, juntando todo de sí para ocultar su sonrisa. No fue suficiente, porque pude verla sin ningún problema. Era el único que conocía su gusto por el aegyo, y tampoco pensaba compartir ese conocimiento. Me servía para conseguir lo que quería, y no deseaba tener competencia. Aunque JaeMin estaba escalando de poco a poco y casi que me arrebata mi puesto.

—Lele, en verdad no debería.

Rodé los ojos ante su sentido de lo correcto. Oh por favor, hasta yo tengo más maldad que él— Nadie lo sabrá, sabes que soy bueno en guardar secretos.

—Y también en sacarlos. —acusó sin seriedad.

—Ya ya, cuenta todo. —me senté en el centro de su cama cruzando las piernas.

Suspiró y arrugó la nariz, de seguro sintiéndose mal por lo que iba a hacer. Me sentí culpable por haberle insistido tanto sabiendo que iba en contra de sus principios, pero la curiosidad me ganaba y el chico era un completo misterio que no podía esperar por descubrir.

Jeno me contó con superficialidad la historia, siendo notable que evitaba tocar ciertos puntos y prefería guardarlos. No me quejé, ya era demasiado que me esté relatando esto. Terminé con las rodillas encogidas contra mi pecho, y las abrazaba con tanta fuerza que me dolían los huesos. No importaba, no era ni un cuarto de lo que había pasado JaeMin. Ahora entendía el porqué de su actitud hacia los alfas de su manada, incluyendo con los que compartía mesa. Había pasado por un infierno, y ese no era un tipo de trauma que superabas con facilidad.

—No lo mires con compasión o pena, lo odia. Y se supone que tú no sabes nada.

—No iba a hacerlo de todas formas, tiene cara de odiar que lo vean como débil. En eso se parece a Haechan. —sonreí recordando al omega. Era uno de su propia clase, realmente me agradaba incluso cuando podía ser insoportable a veces.

Jeno fue hacia la ventana de su habitación, que era prácticamente toda una pared. Sorprendentemente las cortinas que la tapaban estaban abiertas, dejando ver el bosque que rodeaba toda la construcción. El sol ya estaba bajando y el cielo se había tornado de un bonito color anaranjado. Era una buena vista que no dudaba RenJun estaba retratando.

Me sobresalté al ver la velocidad con la que Jeno se ponía su saco, arrugando su camisa en el proceso. Parecía muy apurado.

—¿A dónde vas? —pregunté con curiosidad, bajándome de la cama pues no tenía sentido quedarme aquí si iba a estar solo.

Tenebris Where stories live. Discover now