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Lucas

—¡Pero madre! —grité soltando un quejido de dolor por el fuerte agarre en mi oreja.

—Nada de peros, Wong YuKhei, tú padre y yo ya lo hemos decidido y vas a tener que respetarlo por más que no quieras. —me regañó jalando un poco más— ¿Entendido?

—¡Sí, sí! —asentí por más en contra que estaba, sabiendo que ella era capaz de darme un buen pellizco si no obedecía.

Se alejó de mí con una sonrisa triunfante, una que muchos decían yo había heredado. Eso me gustaba, pues yo era como la copia más joven de mi padre, y tener al menos una característica de mi madre me hacía sentir mejor por alguna razón.

Ella tomó asiento al otro lado de la mesa, quedando frente a frente con mi papá. Él tenía el rostro serio, pero por la ligera arruga al lado de sus labios supe que estaba luchando para contener una sonrisa. Yo bufé y me separé de la puerta, sentándome a su lado. Al final, mi plan de escape había sido un fiasco.

Ya llevábamos dos días aquí. Mis padres me habían contado que por órdenes de SiWon solo llamarían a más gente si era absolutamente necesario. Es por eso que varias familias seguían completas. No se escuchaba nada que nos pueda dar algún indicio de cómo se estaba desarrollando la batalla (si es que había empezado), pero todos teníamos esa tensión en los hombros. Mis padres lo disimulaban muy bien, mamá con bromas y manteniéndose ocupada y papá leyendo cualquier libro y tomando varias tazas de café, mas sabía bien que la preocupación los estaba comiendo vivos. YiFan y MinHo estaban allá, en primera línea. Ambos habían salido del instituto hace demasiado tiempo, y habían dedicado todos estos años a entrenar para pertenecer a la primera guardia. Lo habían logrado en poco tiempo, nadie les negaría un puesto alto siendo ellos alfas puros. Mamá estaba más que orgullosa de ellos, pero ahora se notaba que deseaba nunca haberles permitido unirse. Papá se había negado desde el principio porque conocía de cerca los riesgos de pertenecer a esa guardia. Su hermano había muerto durante una batalla por defender a sus demás compañeros, y por ello cargaba con esa melancolía en los ojos, a veces más notoria. Yo ya me había hecho la idea de que no me dejarían unirme a la guardia, no después de esto.

Tan pronto me senté mis padres comenzaron a comer, y después de ellos lo hicimos nosotros. YeonJun al frente mío devoraba su trozo de pan como si no hubiese comido en bastante tiempo, pero se detuvo al ver la mirada de papá. TaeIl, que estaba a su lado, partía el pan en pequeños trozos y los llevaba a su boca con un claro desánimo. Me preocupaban las bolsas oscuras bajo sus ojos, pero sabía que no había nada que pudiera hacer para ayudarlo. Tenía a su padre y a su destinado, la única familia que le quedaba, en primera línea. Yo sentía que lo único que lo mantenía en pie ahora era el aroma tranquilizante de BeomGyu, que era un tanto más suave por su corta edad. Él comía igual que TaeIl, compartiéndole una que otra semilla que encontraba incluso si eran sus favoritas. Él también se veía beneficiado por la presencia de omegas, algo nuevo dentro de todos los alfas y betas que vivimos con él. El sitio de Hoseok estaba vacío, pues había ido a proteger a la familia de su pareja (una beta también). Los padres de ella eran mayores, y al ser ella hija única eran presa fácil. Mamá al principio no había querido dejarlo ir, pero terminó entendiendo que era una necesidad suya el proteger a su pareja.

Y por último estaba JungWoo, sentado al lado mío algo encogido en su silla. Comía con algo de timidez intercalando mordiscos con sorbos del jugo que YeonJun había preparado. Tal vez el pensaba que estaba siendo disimulado, pero yo notaba con claridad como llevaba el dorso de su mano a su nariz y olisqueaba con sutileza. Los aromas debían de estarle estresando un poco, más considerando que éramos dos alfas puros y una alfa. El olor de TaeIl y BeomGyu era totalmente opacado por el nuestro.

Tenebris Where stories live. Discover now