│Capítulo 30│

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-Me estas tomando el pelo- reclamo

-Claro que no enana, ya te dije que tú eres una de mis candidatas para ser la madrina de mi hija- no puedo evitar sonreír

-Gracias Joshua, te prometo que si me escoges seré la mejor madrina del mundo, la consentiré, la querré como si fuera mía y sobre todo le comprare todo lo que ella quiera- escucho su risa del otro lado del teléfono.

-Yo sé que si serás una muy buena madrina, confió en ti ciegamente enana, por eso te tengo presente, aunque va a hacer un problema con Val. Hablando de ella ¿cómo está? La llamado pero no me contesta el teléfono y me preocupa- que hago, ¿le cuento la verdad? No, no puedo contársela, estaría traicionando de nuevo a Val.

-No sé- miento –ella de repente me dejo de hablar, no se sus motivos. Acuérdate que cuando estábamos en la facultad, tenía esos arranques y nos dejaba de hablar por varios días- y es verdad Valeri tenía esos ratos malos y nos abandonaba por días y después regresaba.

-Es verdad. Entonces no me preocupare tanto, al final siempre volvía a pedirnos perdón y decirnos que la entendiéramos ya que estaba loca- me carcajeo por eso, recordar esos bellos momentos me pone demasiado alegre

-Y vaya que si lo está- le aclaro riendo, lo cual provoca que el también ría fuertemente.

-Bueno enana, te dejo para que sigas con tu jornada laboral, te quiero-

-Yo también te quiero, saludos a tu esposa y no te olvides de avisarme cuando ya tengas a la hermosa Emily en brazos- y sin más cuelgo

Me encanta hablar con mi mejor amigo, siempre logra sacar lo mejor de mí. Aparte necesitaba despejar un poco mi mente con noticias alegres, como la que me dio; que podré ser la madrina de la pequeña Emily, eso sería fantástico.

Miro mi reloj en el pequeño escritorio y veo que el señor Evans no va hacerse presente de nuevo. Que persona tan más irresponsable, nuestra reunión se aplazó 2 semanas, porque según él tenía muchas cosas que hacer en su empresa y que el supuesto desfalco podría esperar.

Y por eso estoy aquí esperando a que llegue, pedía la sala de juntas y tuve que cambiar la hora tres veces porque don Evans me cambio la hora. Bufo. Me recuesto sobre mi escritorio y cierro mis ojos. Estas dos semanas han estado muy tranquilas, nada de Marcus por ningún lado, con Jack me he visto un par de veces a la semana, cenamos en mi departamento, compartimos una buena botella de vino, platicando de cómo nos fue en el día, de sus sentimientos por Valeri que no han cambiado nada.

Y a veces lloramos. Si es loco que un hombre llore, pero es que una fractura al corazón es muy dolorosa. No puedes creer que la persona que amas te haya fallado de esta manera, yo pensé ilusamente que Marcus dejaría a su esposa para estar conmigo, porque así lo sentía, yo de verdad sentía que me amaba y no fue así, por eso lloro y lloro como una magdalena.

Pero estoy confiada en que el tiempo me ayudara y aprenderé a seguir adelante aunque me cueste horrores.

Será mejor que me lleve los documentos a la sala de juntas para esperar allí al señor Evans, a ver que tantos minutos más me hace esperarlo. Aparte me servirá caminar un poco, subir escaleras me ayuda a ejercitarme, aunque solamente sean 3 pisos.

Al entrar como era de suponerse está vacía, ni un alma en pena se encuentra en ella. La mesa larga color café oscuro y las sillas malditamente cómodas son las unas que me hacen compañía. Me siento en la silla del centro pegada a la pared izquierda.

-Me siento como la jefa- me carcajeo

Unas voces se empiezan a hacer presentes en el pasillo. Me pongo tensa porque una de esas voces es la de Marcus. Maldición nunca imagine que él iba a estar presente en esta asesoría.

Cuando entran, dos pares de ojos se posan en mí. Suspiro al ver a Marcus, tan jodidamente atractivo como siempre.

-Buenos días- saludo, su acompañante me sonríe y rápidamente se acerca a mí

-Buenos días señorita Callen ¿verdad?- me extiende su mano y yo se la tomo

-Así es- estrechamos las manos –usted debe ser el señor Evans- le sonrió. Es un hombre alto, no tanto como Marcus pero a mí todo el mundo se me hace alto, soy una enana. Se ve joven, incluso más que mi ex jefe. Guapo no es, pero tiene lo suyo, como esos hoyuelos que salen a relucir cuando se ríe.

Miro de reojo a Marcus y tiene la mandíbula apretada. ¿Qué le pasa? Ahora porque está enojado. Su mirada da con la mía y niega lentamente con su cabeza. ¿Qué significa eso?

-Porque no me dijiste que tu asesor legal era tan hermosa- le comenta Evans a Marcus apretándole el hombro amistosamente

-No creí que fuera importante- sisea entre dientes. Se le ve muy tenso.

-¿Podemos empezar?- pregunto segura

El señor Evans me esboza una sonrisa torcida y se sienta enseguida de mi silla, Marcus se sienta enfrente del señor Evans.

Solo te pido Dios ayúdame.

Después de despedir al señor Evans y dejar una nueva cita para dentro de 3 días, se va, no sin antes despedirse de mí pero de beso en la mejilla, se me hizo muy atrevido pero igual no fui descortés. Marcus todo el tiempo estuvo muy tenso.

-Leanne- me habla Marcus antes de salir de la sala de juntas.

Volteo nerviosa por lo que pueda pasar.

-¿Sí?- da pasos lentos hacia mí lo cual logra que me mis manos empiecen a sudar y mi corazón lata descontroladamente.

¿Cuándo va a dejar de provocar estas reacciones en mi cuerpo?

-Nada- susurra y se va

¿Qué acaba de pasar?

Trato de calmar mi respiración, porque Marcus me altera totalmente. Cierro mis ojos y poso mi mano derecha en el pecho justo donde está mi corazón sintiendo el latido desenfrenado. De pronto puedo sentir las manos de Marcus en mi cintura, no quiero abrir los ojos porque sé que si los abro se ira la sensación de sus manos, no creo que de verdad este aquí, tocándome delicadamente.

Pero cuando soy volteada bruscamente, abro mis ojos y me encuentro con el rostro de mi amor, se acerca y me besa, muevo mis labios lentamente para saborearlo completo, sus manos suben a mi espalda y me pega más a su cuerpo. Su beso se hace más demandante, yo lo beso con ímpetu, necesito tomar lo más que pueda, antes de que se vaya y me deje sola de nuevo.

Me prometí no volver a dejarme tocar por él, pero mis barreras se caen cuando está cerca de mí, mi corazón puede más que la razón y no puedo hacer nada. Soy arcilla moldeable con su presencia. Puede hacer conmigo lo que quiera. Nos separamos por falta de aire y juntamos nuestras frentes, tratando de regularizar nuestra agitada respiración.

Quiero hablar, quiero decirle que lo extraño demasiado, que no hay ninguna noche que no me acuerde de su cuerpo, de sus besos, de sus caricias, de sus palabras. Que aunque eran mentiras me hacían sentir bien, querida, amada. Pero estoy consciente que no puedo hacerlo, al fin de cuentas no somos nada. Y eso es lo que más me duele y lo que hace que me enrabie por ser tan malditamente débil con él.

Su agarre en mi espalda se hace flojo y puedo separarme de su cuerpo que quema el mío y lo derrite. Tomo el valor suficiente para ser yo quien lo deje solo, y así lo hago, salgo de la sala de juntas.

No se cuanto más vaya a poder seguir aguantando estos impulsos, algo tengo que hacer. No puedo seguir dejando que Marcus haga conmigo lo que quiera, porque la única que sufre soy yo y mi tonto corazón enamorado. Ahora pasare más noches llorando por este beso tan bello.

Quisiera poder arrancarlo de mi corazón, así literal meter mi mano en mi cuerpo y arrancar su recuerdo, para poder vivir y ser feliz. Ya no quiero sentirlo, no quiero tenerlo la mayor parte del día en mi cabeza. Ya no quiero llorar.

Pero es su maldito amor el que no me deja vivir. Ese que dejo muy adentro de mi cuerpo, Porque esta tatuado hasta en mis huesos.

MARCUS ( completa) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora