Epílogo

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Light Yagami era un adolescente normal y corriente, que disfrutaba de pasar tiempo a solas en cierto árbol del instituto.

Todos los patios y los ratos libres los pasaba ahí, sin ánimos de socializar. No había absolutamente nadie que le llamara la atención.

La humanidad le daba asco. Estaba harto de tanta corrupción, de tanta violencia, de tanta hipocresía.

Si pudiera, cambiaría el mundo para que solo fuera habitado por buenas personas, por personas de corazón puro que valían la pena conocer. Como él.

No pudo evitar pensar, cuando dieron ese tema en historia, que Kira tenía buenas intenciones. Claro que su libro lo hacía quedar como si fuera un monstruo, pero Light era el tipo de persona que no se creía todo lo que le contaban, que pensaba por sí mismo y que se informaba buscando información en varios sitios diferentes.

Y lo cierto era que podía entender por qué Kira empezó a asesinar gente, para protegerlos a todos.

Y no era el único, incluso después de dieciséis años de haber desaparecido el despiadado asesino, aún había gente que le rendía tributo, que le hacían ofrendas como su Dios y que esperaba su regreso.

Una panda de locos en opinión de Light, pero que tenían razón en una cosa: Kira siempre veló por la gente común.

Era una pena que de un día para otro hubiera desaparecido sin dejar rastro, bastante antes de que él naciera si quiera.

- Después de todo, el fin justifica los medios. - Murmuró para sí mismo, mientras hojeaba por encima un libro que había cogido de la biblioteca que  teorizaba sobre si Kira seguía vivo y oculto en algún lugar, esperando para seguir con su matanza.

- Eso es muy subjetivo. - Le rebatió una voz. El castaño se sobresaltó y miró a ambos lados, en busca del dueño de aquella voz, pero no vio a nadie alrededor suyo. Se le ocurrió mirar hacia arriba y justo entonces el chico que había estado ahí saltó al suelo, al lado suyo - Depende del momento, de qué haya que sacrificar y de qué sea lo que se va a conseguir a cambio.

El chico tenía el pelo medio largo y negro, no muy peinado, como si se acabara de levantar de la cama. Sus ojos grises estaban adornados con unas profundas ojeras que a cualquiera le habrían quedado mal, pero que de alguna forma a él le pegaban, ya que acrecentaban el aire misterioso que tenía el chico.

Su uniforme escolar estaba desarreglado y le quedaba algo grande.

De alguna forma, a Light le daba la sensación de que ya le conocía de alguna parte. Pero al mismo tiempo, sabía que no le había visto nunca ya que en ningún momento habían estado en la misma clase.

- ¿Qué hacías ahí? - Le interrogó, cerrando el libro y pegándolo a su pecho. Sabía que la ideología de Kira no estaba muy bien vista y la gente podía llegar hasta a discriminar a otros solo por sentirse identificados con él.

- Pensar.

Light hizo una mueca ante la sincera y escueta respuesta del otro.

- Este es mi árbol. - Le recriminó, indicandole con un gesto que estaría bien que se buscara otro.

El otro chico se encogió de hombros y metió sus manos en los bolsillos, sin ánimos de moverse de ahí. Ninguno podía quitar la mirada de los ojos ajenos, sentían un magnetismo al mirarse que estaba más allá de su entendimiento.

- No sabía que los árboles del instituto tuvieran dueño. - Respondió irónicamente, haciendo que el castaño bufara.

- Este sí. - Se quejó de nuevo, porque Light era un cabezota - Es el mío, todo el mundo lo sabe.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now