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- ¿Realmente me consideras tu amigo?

Tras escuchar la pregunta, el detective estuvo un tiempo dándole vueltas a eso en su cabeza. ¿Debía ser sincero o era mejor mentir?

Había conseguido llevar a Light a una desestabilidad emocional bastante grande. Le valía la pena seguir haciendole daño emocionalmente, hasta que no aguantara más.

Pero no podía. Simplemente no era capaz de mentirle acerca de algo como eso, no cuando le miraba con esa cara que no tenía ni una pizca de maldad en ella. Aunque pusiera en riesgo su plan.

Toda su vida se la había pasado mintiendo. Pero por alguna razón, si mentir ocasionaba que Light estuviera mal, le causaba remordimientos. Una culpabilidad que nunca antes había sentido. Era extraño.

Así que decidido, y después de un par de minutos, el pelinegro alzó la mirada y la clavó en los ojos castaños del contrario. Al ver tanta emoción en estos solo pudo apartar la mirada. Ya se empezaba a sentir mal y ni siquiera había abierto la boca.

- No lo sé - Light no pudo evitar soltar un resoplido. De repente se sentía pequeño e insignificante, y no le gustaba la sensación. No debería haberse esperado que le dijera que sí, pero no había podido evitarlo - Ahora iré a pedirle a Watari una manta. Y también algo de comida, creo que no has cenado. - Se apresuró a ir hasta la puerta de la celda. Antes de salir se giró un segundo - Buenas noches, Light.

- ¿Luego volverás?

Light se levantó de la cama apresuradamente y se acercó un poco. L por su parte giró la cabeza para poder mirarle.

- No. Pero estaré vigilandote a través de las cámaras.

Light sintió un nuevo pinchazo en el pecho, pero decidió ignorarlo por el momento. Al menos intentaría convencerle.

- Si vas a estar vigilandome de todas formas, podrías hacerlo en persona. - Razonó antes de sonreír levemente - Hacía mucho tiempo que no veía a nadie conocido.

El detective se lo pensó durante unos segundos. La mirada de Light era suplicante, debía estar desesperado. Se sentía de alguna manera humillado por tener que suplicar por atención, pero realmente esas últimas semanas habían sido una tortura para él.

Y ahora quería que el hombre que le mantenía ahí preso le hiciera compañía. A veces ni él mismo podía entenderse.

Realmente a L le beneficiaba que el estado de ánimo de Light fuera bastante malo, como ya había pensado con anterioridad. Quizá así confesaría antes. No quiso volver a pensar en que con Light actuaba diferente que con el resto, pero le fue inevitable.

Finalmente tomó una decisión y salió de la celda rápidamente, dejando a Light de nuevo solo en esa oscuridad. Por la mejilla del castaño se empezaba a deslizar una solitaria lágrima.

No entendía cómo su persona predestinada le podía tratar tan mal. ¿Habría habido algún error?

A Light le gustaba pasar tiempo con Ryuzaki, a pesar de sus constantes falsas acusaciones. Pero tal vez L no pensaba igual.

Me ha tenido encerrado más de un mes. Él solo ve a un asesino. ¿Por qué querría quedarse a hacerme compañía? He sido un estúpido.

Light se sentó en el suelo y se secó la lágrima con su rodilla. No permitiría que eso le afectara. Ryuzaki estaba muy equivocado si creía que iba a confesar haber cometido crimenes que no había cometido. Todos esos asesinatos le correspondían a Kira, no a él.

Tampoco iba a arrastrarse por el suelo. ¿Quién se había creído que era? Si no quería estar con Light él no le iba a obligar. Ya se daría cuenta de lo que se perdía.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now