Final

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Una vez dentro y al notar que estaban empapados ambos, decidieron que era buena idea buscar un par de toallas.

Ryuzaki, sintiéndose algo mal por haber sido el culpable de que el castaño se mojara se ofreció a secarle los pies y hacerle un masaje.

Era extraño, pero muy agradable para Light. Sentía el típico escalofrío placentero que los invadía al tocarse y las manos de L realmente parecía que estuvieran hechas para hacer masajes.

Era una sensación maravillosa, tan placentera, que Light tenía que reprimirse para no gemir. Aún tenía el beso que había compartido bajo la lluvia presente en la memoria y no creía que fuera conveniente gemir justo en ese momento.

Sin embargo, se le escapó un pequeño gemido cuando Ryuzaki hizo un movimiento especialmente agradable. El castaño se sonrojó y el otro se le quedó viendo, sin decir nada por varios segundos.

- Light. - Llamó Ryuzaki al final, rompiendo el asfixiante silencio. Tenía gotas de agua cayendo desde su pelo al pie de Light, consecuencia de la lluvia a la que se habían expuesto anteriormente - ¿Me harías un último favor?

L había levantado la mirada del suelo para clavar sus ojos tristes en Light, quien solo pudo asentir, consternado.

- Lo he pensado mucho... ¿Podemos olvidarnos de Kira y L solo por esta noche? Si tú quieres.

Light se quedó mudo unos instantes. La propuesta resonando una y otra vez en su cabeza, como un disco rallado. Sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo Ryuzaki con esa propuesta. ¿Realmente eso podía estar pasando? L no parecía estar bromeando, seguía mirandole fijamente, a la espera de una respuesta. Light se permitió coger una toalla y pasarla por la cara del chico suavemente, secandosela al mismo tiempo que le hacía caricias circulares.

L cerró los ojos un momento, dejándose llevar por los mimos que le estaba ofreciendo Light. El castaño sonrió instintivamente, ahora era su mano la que acariciaba sus mejillas en lugar de la toalla. Repasó los labios de L con sus dedos, notando como este se estremecía ante el contacto.

El pelinegro abrió los ojos finalmente, devolviendole la mirada a Light intensamente. Light le miró de la misma manera, no pudiendo ocultar más sus sentimientos. La mano de Ryuzaki acarició la suya, una extraña pero ya habitual corriente eléctrica recorriendo los cuerpos de ambos.

- Estamos empapados... Tal vez deberíamos cambiarnos de ropa en tu habitación. - Propuso Light, levantándose de la escalera y agarrando a L de la mano. Éste se levantó también pero no rompió el contacto.

- Claro.

Ambos sabían perfectamente a lo que iban a esa habitación, sujetos de la mano. Ninguno había tenido ninguna experiencia sexual nunca, ya que eso era algo que nunca les había interesado especialmente. Sobre todo sabiendo del hilo rojo que los conectaba a otra persona.

Light siempre pensó que su primera vez sería con una chica, con su chica predestinada. Y ahora ni siquiera iba a ser él el que enterrara su miembro en otra persona.

Una vez dentro de la habitación, L cerró la puerta y se quedó quieto, indeciso sobre lo que hacer. El castaño se rió y se acercó hasta el otro, acorralandolo contra la pared. Le gustaba tener el control de la situación, aunque fuera por un momento.

- ¿Tú querías esto, no Ryuzaki? - Light lamió el cuello del otro con sensual lentitud, actuando por instinto. Quería que el otro actuara - Vamos, Ry-u-za-ki.

L se estremeció ante el ronroneo que Light había emitido. Sujetó la barbilla del castaño y junto sus labios con los suyos. Los hizo cambiar posiciones, ahora era Light quien estaba apoyado contra la pared, con el cuerpo de L pegado al suyo.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now