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- Tiene que ser la peor cita en la que he estado nunca. - Se quejó Misa, con una mano apoyada en su barbilla. Resopló fastidiada mientras Ryuzaki se acababa su pastel.

Ella se había esperado una cita mejor. Sí, ya había aceptado que el pesado de Ryuzaki estaría ahí, pero al menos esperaba pasar un buen rato con Light. Podrían haber ignorado al bicho raro y haberse centrado en mantener una conversación amena, de esas que suelen mantener los novios.

Charlar sobre lo que habían hecho mientras habían estado separados y quejarse de la injusta situación. También tenía pensado hablar sobre sus planes de futuro, para cuando salieran de ahí y pudieran ser una pareja normal.

Sin embargo, las peculiaridades del pelinegro parecían ser lo único que atraía la atención de Light.

A la rubia realmente le estaba fastidiando la presencia del detective. Si él no estuviera ahí estaba segura de que Light le prestaría más atención.

- ¿Vas a comerte ese pastel? - Preguntó Ryuzaki, interrumpiendo su línea de pensamiento. Ya se había acabado el suyo.

Misa chasqueó los labios molesta, pasando su mirada del ojeroso a su novio. Este se mantenía con una mirada seria mirando al pelinegro. Desvió la mirada disgustada y se dispuso a contestarle a Ryuzaki.

- Claro que no, el pastel engorda. - Declaró, dejando en claro su punto de vista. Sabía que Light opinaba igual que ella, así que esperaba que le diera la razón.

- No engordarás si gastas las calorías usando el cerebro. - Light tuvo que reprimir la risa, no se había esperado algo como eso. Misa frunció los labios. Estaba harta de ese tipo.

- ¿Me estás llamando estúpida?

Ryuzaki abrió la boca para contestar, Light casi podía ver el sí formándose en sus labios. De alguna forma le hacía gracia que Ryuzaki fuera borde, era lo que le hacía ser él. Sin embargo si se llegaba a pasar él sería el primero en recriminarselo, lo tenía claro.

- Está bien, te daré mi pastel si accedes a dejarnos solos a Light y a mí. - Propuso Misa, antes de que el ojeroso pudiera darle una respuesta a su pregunta anterior. Light bufó cansado. ¿Cuántas veces tenía que explicarle a la rubia que no estaban saliendo?

Esperaba que L no le hiciera ni caso, no podría soportar estar tanto rato a solas con Misa.

- Aunque os dejara solos, - Comentó el pelinegro para alegría del chico encadenado a él - estaría observando a través de las cámaras. Así que sería lo mismo.

- Apagaremos las luces. - Insistió la rubia, fulminandolo con la mirada.

- Hay cámaras infrarojas. - Informó el pelinegro calmadamente, sin apartar su mirada de los ojos de Misa - Además, ¿no querrás hacer cochinadas con Light, no? Te advierto que se quedaría grabado.

El castaño dio un respingo. No había estado prestando atención a la conversación por estar perdido observando las bellas facciones de L, el sueño que había tenido esa noche aún presente en su mente.

Pero había llegado a escuchar por encima lo que Ryuzaki había dicho. Y vaya que se había sonrojado.

- ¡Ryuzaki! - Llamó Light algo rojo. Solo le faltaba que le diera más ideas a la loca de su "novia".

El pelinegro le dedicó una mirada burlona, como si le hiciera gracia su reacción. ¿Cuándo se daría cuenta de que con la única persona con la que quería hacer eso era con él?

- ¡Sabía que eras un pervertido! - Chilló Misa por su parte, sin ser consciente de los pensamientos impuros que estaban pasando por la mente de su supuesto novio - ¡Has arruinado la cita totalmente!

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now