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Light despertó esa mañana sobresaltado. Le había despertado el sonido de la puerta siendo abierta de manera bastante bruta.

Reconoció a uno de los compañeros de trabajo de su padre. Aihara, creía que se llamaba, pero no estaba seguro. El tipo le observaba con el entrecejo fruncido.

- Light Yagami. Vas a venir conmigo. - Ordenó, sin dejar opción a quejas.

- ¿Ryuzaki ha decidido liberarme? - Preguntó cautelosamente el adolescente, levantándose de la cama. No quería hacerse ilusiones, pero sabía que después de la tarde anterior era posible que el detective hubiera cambiado de opinión. Al menos eso esperaba.

- No exactamente. Vamos.

Light siguió al hombre por el oscuro pasillo, dejando atrás su celda. Pronto se encontró fuera por primera vez desde hacía mucho tiempo. Disfrutó la sensación del viento golpeando su cara. Era consciente de que la gente le miraba extrañada o incluso le miraban mal, ya que iba esposado, pero no le dio importancia. Se sentía libre.

No sabía que hora era, pero a juzgar por el cielo suponía que ya era por la tarde. ¿Tanto había dormido? O tal vez simplemente hacía tiempo que no tenía un horario de sueño normal, a saber a qué hora se durmió el día anterior.

- Monta - Ordenó el policía, abriendole la puerta trasera de un coche que estaba ahí estacionado.

El castaño hizo lo debido y el adulto se montó delante.

- No entiendo. ¿A dónde vamos? - Preguntó al ver que el coche había arrancado y se empezaba a mover - ¿Entonces soy libre o no?

- Tu padre te lo explicará todo. Ahora haz el favor de mantenerte en silencio.

Bajaron del coche al final de un tunel, todo se encontraba a oscuras. Había algo que no le gustaba a Light de todo eso. El día anterior había estado pasando un buen rato con Ryuzaki. ¿Qué hacían ahí?

El policía que lo había llevado hasta ahí se mantenía serio. Miraba al frente como si esperara a que pasara algo, Light miró hacia ahí también y pronto una luz le deslumbró.

Otro coche aparcó en frente suyo y de este bajó la persona que menos se esperaba ver en esos momentos.

- ¡Light! - Gritó Misa Amane corriendo para encontrarse con él.

- Misa... - Light la reconoció en seguida. Era la rubia que no había parado de tirarle fichas desde que lo había conocido. No entendía por qué aceptó salir con ella si a él le gustaba L.

Pero lo que sí que no entendía era por qué los habían juntado. ¿Ryuzaki realmente pensaba que la quería y por eso había decidido dejar que se vieran? Si ese era el caso, estaba muy equivocado.

- ¡No sabes las ganas que tenía de verte! - Se alegró la rubia. El castaño la ignoró olimpicamente y se giró hacia su padre, dispuesto a descubrir lo que estaba pasando ahí de una vez.

- Papá, ¿qué pasa?

- ¿Qué? ¿Ese es tu padre? - Misa hizo una reverencia muy exagerada. La pobre estaba muy avergonzada - ¡Perdón por llamarle acosador, encantada de conocerle! Me llamo Misa Amane y yo soy la novia de...

- Todo suyos, jefe. - Habló Aizawa, interrumpiendo a la chica. El señor Yagami abrió la puerta del coche antes de girarse hacia los sospechos con una mirada amenzadora.

- Subid al coche, ambos. Ya. - Ordenó seriamente. Light retuvo el aire unos segundos, bastante confuso. Su padre nunca le había tratado de forma tan borde, ni siquiera las pocas veces que le había castigado. 

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora