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- Lo entiendo. - Dijo Ryuzaki, después de quedarse pensando unos segundos - ¿Quieres ir a descansar? Ha sido un día movidito para ti.

- Creo que es una buena idea. - Afirmó Light con una sonrisa cansada. Una sonrisa que a L no le pareció muy genuina.

- A partir de mañana, nos transladaremos a un edificio que he mandado construir. Consta de 23 plantas y dos subterraneos. Además, en la azotea hay dos helicópteros. - Informó L - Seguiremos mañana. Podéis iros a vuestras casas.

Los policías asintieron emocionados y salieron del hotel, dejando a L y Light solos en la habitación.

- Sígueme. - Indicó L, haciendole una seña para que fueran por una puerta. Light asintió y fue detrás suyo por un oscuro pasillo. Giraron a la derecha, izquierda y de nuevo derecha. ¿Cómo de grande era ese hotel? Y entonces pararon frente a una puerta que L abrió, dejando a Light pasar primero, quien se sentó en la cama.

Cuando ambos estaban dentro, L cerró la puerta tras de sí y puso el cerrojo. La habitación estaba a oscuras, únicamente iluminada por las luces de edificios que se podían entrever desde la ventana.

- Perdona. Lo has pasado mal en el coche, ¿no?

La medio-disculpa medio-pregunta rompió el incómodo silencio que se había formado entre ellos. Light apretó la mandibula y se concentró en desabotonarse la camisa, dándole la espalda al detective.

- Vas a ignorarme, al parecer. Muy maduro por tu parte. - L negó con la cabeza y se pasó una mano por su desordenado pelo. Después se acercó despacio y se arrodilló frente a Light, para mirarlo a los ojos - Entonces supongo que sí. O tal vez te has enfadado por lo de Misa. - Trató de tocarle el brazo pero recibió un manotazo del castaño. L frunció e ceño - Al menos déjame quitarte las esposas para que te cambies de camiseta.

- No quiero hablar contigo. - Light extendió el brazo, invitando al otro a quitarle la esposa, aún con el ceño fruncido.

- Nunca pensé que te importaran tanto los sentimientos de una desconocida. - Comentó el otro, mientras sacaba una llave de sus pantalones y la introducía en la cerradura.

Al fin se escuchó un clic metálico y Light pudo alejar su mano.

- ¿Pero de qué estás hablando? - Preguntó confuso y hastiado, mientras se frotaba su adolorida muñeca. L le miró de arriba abajo antes de contestar. Light estaba muy bien formado y en persona se apreciaba más que a través de las cámaras.

- Misa es muy guapa. - Dijo después de un rato de mirar al otro chico - Apuesto a que te gusta y por eso te ha molestado que le insinuara que eres gay.

- Eso no es verdad, ya te he dicho que Misa no me gusta. - Light se quitó la camisa completamente y agarró su camiseta de pijama. La olfateó, siendo consciente de que el detective lo observaba atentamente. Le daba igual, hacía mucho que no tenía ropa limpia y se sentía feliz de tenerla - Es muy pesada y ruidosa.

- ¿Y entonces quién? - L se levantó, observando a Light fijamente desde arriba - Debe haber alguna razón para no querer intimar con Misa. Si no es para no hacerle daño debe de ser porque te gusta otra persona. Y teniendo en cuenta que hace meses que no ves a nadie...

- ¡Ya cállate! - El castaño, poseído por la rabia que sentía, tiró su camiseta de pijama al suelo y se levantó, quedando cara a cara con el detective. Ninguna emoción era visible en el rostro de este - Sí, estoy enfadado contigo. Pero es porque... - Negó con la cabeza, sintiéndose totalmente incomprendido por primera vez desde que conoció a L. - Agh, déjalo. Y lo del teatro ese que has montado... Has hecho lo que tenías que hacer. Es tu trabajo.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora