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El día de la ceremonia, Light se levantó por la mañana con un nerviosismo poco habitual en él.

Al haber sido el estudiante con mayor nota en el examen, tenía que dar un discurso de bienvenida. Pero no estaba nervioso por eso.

Iba a volver a ver a Hideki. Con sólo pensarlo ya sentía las típicas mariposas en el estómago. Y es que desde que lo conoció, su inconsciente no paraba de recordarselo, como si fuera algo importante, de lo que no se podía olvidar pasara lo que pasara. Hasta había llegado a soñar con él.

Era muy vergonzoso pensar en eso. Light no se consideraba una persona muy cariñosa, los sentimientos no eran lo suyo y no tenía ningún amigo real si quiera. Tampoco había estado nunca en una relación, porque estaba esperando a su chica... Bueno, chico predestinado.

Así que en ese momento ya no sabía que hacer. Sólo esperaba no cagarla.

Él era un dios, debía de imponer respeto, no parecer un perrito asustado delante de Ryuga, ¡por dios! Qué bajo había caído.

A todo esto, ¿estaría Hideki a favor de Kira? Tal vez era alguno de sus tantos fans, así sería fácil tener algo en común. Tal vez podrían matar a L y dominar el nuevo mundo juntos.

Perdido en sus pensamientos sobre cierto pelinegro, Light llegó a la universidad. No veía rastro de Hideki por ahí aún.

- Ya eres todo un universitario, Light. Que orgulloso me siento de ti. - Felicitó Ryuk - A todo esto, ¿tu novio aún no ha venido?

- No es mi novio y prometiste dejar el tema. - Gruñó el chico, tratando de que no notaran que estaba "hablando solo" - ¿O acaso quieres quedarte sin manzanas?

- Era broma, era broma. - Se disculpó Ryuk, sabiendo que Light no se andaba con faroles.

El chico esperó unos minutos, pero al no ver a su amigo por ahí, decidió ir entrando.

Era un espacio gigantesco y todo el mundo estaba vestido para la ocasión. Light caminó hacia adelante, porque debía estar cerca para dar su discurso.

Cuando se fue a sentar en un sitio, vio a alguien saludandole con la mano. Era Hideki, con la misma ropa que el día del examen y le hizo un gesto para que se sentara al lado de él, en primera fila.

Siguiendo sus indicaciones se sentó a su lado. El chico estaba sentado de cuclillas sobre la silla y se había quitado los zapatos, así que estaba descalzo.

- Hola, Hideki. - Saludó, atrayendo la atención del otro. No pudo evitar sentirse nervioso cuando sus dilatados ojos le miraron fijamente.

- Hola, Light. Que bueno verte.

- ¿Cómo vienes así a la ceremonia? Todo el mundo se ha puesto elegante.

- Pues... - Comentó, pasándose un dedo por los labios y mirando al frente - Verás, me importa lo más mínimo lo que piensen de mi aspecto. Además, así estoy más cómodo.

Light pensó que no habría una persona más distinta a él en todo el mundo. Miró sus meñiques de nuevo, sólo para cerciorarse de que no estaba equivocado y sí que era su alma gemela.

- Ya veo. Igualmente creo que la primera imagen es importante. - Opinó Light, observando cuidadosamente a su amigo. Desde su pelo revuelto hasta sus pies descalzos - No creo que muchos quieran relacionarse contigo viéndote así.

- ¿Quién te ha dicho que yo quiero relacionarme con ellos? - Preguntó monótonamente el chico, mirando al techo.

- Ah, ¿entonces prefieres estar solo? - Preguntó Light, girandose en su asiento para mirarlo.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now