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Ambos chicos entraron a la sala y tras saludar a los ahí presentes, se sentaron cada uno en una silla cercana a la otra.

- Light, hijo, pareces animado. - Se fijó su padre, observando al castaño que se encontraba sentado en su asiento - ¿Algún avance con Misa?

- Papá. Ya os dije que no estoy saliendo con ella. - Light frunció levemente el ceño y entonces su padre abrió los ojos de la impresión, como si acabara de recordar algo.

- Oh, cierto. Perdona, con todo lo que ha pasado había olvidado que eres gay. - Se disculpó rascándose la cabeza y desviando la mirada. Light bufó, era cierto, pero estaba harto de que todos se lo recordaran a cada rato y además delante de todo el mundo.

- Que yo nunca dije eso...

- Bueno, - El señor Yagami carraspeó, incómodo - ¿algún avance con algún chico entonces?

Light entornó los ojos e hizo una mueca. Su padre no solía meterse en su vida privada, era lo único que le gustaba de su relación. Siempre había sido así. L por su parte le miró cautelosamente de reojo, seguramente esperando por su respuesta.

El tonto de él se piensa que me gusta Matsuda.

- Agh... Si estoy animado es porque quiero atrapar a Kira de una vez, le demostraré a Ryuzaki que soy inocente. - Pasó su mirada de su padre a Ryuzaki, le sonrió confiado a este último y le guiñó un ojo con complicidad - Centrémonos en la investigación, por favor.

- De acuerdo. - El detective asintió y se echó unos cuantos cubos de azúcar al café que tenía en la mesa, desviando la mirada.

Light accedió al ordenador que tenía delante. Watari les había dicho la contraseña al entrar al edificio: LuZ69L. Extraña, pero no le tomó importancia a ese hecho.

El fondo de pantalla era una imagen de una L. Para ser específicos, la L particular del detective.

Egocéntrico.

El castaño decidió pasar ese hecho por alto y meterse en las noticias. Revisó todas las personas que habían muerto de ataques al corazón esos últimos meses.

Estuvo un buen rato así hasta que hubo comprobado a todos. Había algunos muertos que no eran criminales. Podría haber sido simple casualidad, Kira podría no haber tenido nada que ver. Pero Light no quiso dejar pasar por alto algo como eso.

Se giró hacia Ryuzaki con un brillo orgulloso en los ojos. La ilusión se le fue al ver que el pelinegro estaba tirado en su asiento, jugando con una cucharilla de té y con el ordenador apagado.

- Ryuzaki, ¿qué te pasa?

- Nada, Light. Simplemente... Estoy desanimado, deprimido. No tengo ganas de investigar esto ahora.

Light pensó que tal vez no era tan buena idea contarle a L sobre su descubrimiento. Tal vez lo mejor era contarselo cuando hubiera investigado más a fondo, cuando pudiera darle una verdadera buena noticia que le animara. En ese momento lo único que podía ofrecerle era un dato que bien podría ser mera casualidad.

L le dio un sorbo a su té desinteresadamente y comenzó a hacer una torre de galletas. A Light le preocupaba realmente. Necesitaba hacer algo para sacarle una sonrisa al otro, para que volviera a ser el imbécil arrogante de siempre. Quería hacerlo.

El castaño echó una ojeada a la sala. Su padre, Aizawa y Mogi se habían marchado hacía unos minutos. Light no recordaba qué era lo que habían ido a hacer, pero lo importante era que no estaban ahí. Y Matsuda aún no había vuelto de la habitación de Misa.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now