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- ¿Estás triste? - La pregunta de L hizo que Light parpadeara repetidas veces, sentía sus párpados pesados. Dejó los papeles encima de la mesa y se giró a mirar al otro a los ojos, el resto ya se habían ido a casa.

- Estoy cansado, solo eso. - Se excusó con una pequeña sonrisa, redirigiendo su mirada a los papeles.

Llevaban trabajando desde que habían llegado al cuartel. Bueno, L no es que hiciera demasiado desde que estaba de bajón, como él mismo dijo.

Pero Light debía admitir que él tampoco estaba siendo tan productivo como siempre. Tenía la mente ocupada y no podía centrarse en el trabajo, además de que ya debían ser más de las once y él acostumbraba a acostarse sobre las diez.

Sin embargo, y apesar del cansancio, le habían prometido a su padre recuperar el tiempo perdido por la noche.

L le dio un último mordisco a su pastel y empujó su silla, alejándose unos pocos centímetros de la mesa. El movimiento hizo que el castaño le observara sutilmente.

- Sígueme. - Indicó L, después de levantarse de la silla. Light, con pereza pero curiosidad se levantó de su asiento.

- ¿A dónde? - Preguntó, pero no se movió ni un ápice. Aún no había acabado con su investigación y no quería dejar las cosas a medias.

- Creo que ya hemos hecho suficiente trabajo por hoy. - L tiró de la cadena suavemente indicándole al otro que le siguiera.

- Eso no es lo que le hemos dicho a mi padre. - Negó el castaño indeciso, tirando de la cadena de nuevo. Últimamente sentía que todo lo que hacía era tomar malas decisiones, quería demostrarle a su padre que era alguien trabajador y formal.

- Light, con todo respeto, el que está al mando de esta investigación soy yo.

El castaño miró atentamente al otro. Le fascinaba la forma de decir las cosas de L, tan desinteresada, como si no le importara lo que los demás opinasen. Parecía que se creía el rey del mundo, como si siempre tuviese la razón.

Le encantaba porque de cierta manera le recordaba a él mismo.

Notó que se había quedado mirandole en silencio por demasiado tiempo, pero a L no pareció inquietarle el escrutinio ajeno.

- Y como tu jefe, te ordeno que vengas conmigo a tomarnos un descanso. - Añadió entonces, guiñandole un ojo de manera tan rápida que Light casi podría jurar que se lo había imaginado. Acto seguido se dio la vuelta y comenzó a caminar.

- Te sigo. - Light se movió rápidamente para no chocarse con la silla que L había dejado en el medio de la sala.

Se metieron al ascensor rápidamente y L pulsó el botón más alto.

- Ahí no está nuestra habitación. - Light miró sospechosamente a su compañero. No tenía ni idea de a dónde se dirigían.

- Buena observación, Light - Comentó sarcásticamente el pelinegro.

Se quedaron en silencio. El único sonido eran los ruidos que hacía el ascensor al moverse.

- ¿No me dirás a dónde vamos? - Preguntó el castaño al final, conectando su mirada con la del otro.

- Lo descubrirás enseguida. - Aseguró misteriosamente. Las puertas del ascensor se abrieron entonces y los chicos retomaron su marcha.

Entraron por una puerta de metal que había al final de un pasillo, Ryuzaki le sujetó la puerta a Light para dejarle pasar y este le agradeció. Al otro lado de la puerta se encontraron con unas escaleras y un ambiente algo frío.

Hilo rojo del destinoWhere stories live. Discover now