Capítulo 20 - La percepción del amor.

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Wei Ying estaba casi paralizado.

¿Qué tipo de jugarreta mala del destino era esa? ¿Qué tipo de piedra en la cabeza en forma de montaña estaban arrojándole los dioses del cielo y el universo?

Justo cuando al fin creía estar tomando las decisiones correctas, cuando por fin sentía que el tiempo podía revelar sus verdaderos sentimientos hacia Lan Zhan, la escena más improbable e indecorosa se cruzó en su recatado, puritano y tranquilo camino arruinando nuevamente su organizado plan.

Su pecho latió con fuerza y sintió el ardor y la sangre acumulada aún palpitante a través de sus ruborizadas mejillas. Su boca aún recordaba el frote contra los labios contrarios. Suaves, inexpertos y torpes, pero a la vez, sumamente dulces y necesitados.

¿Qué demonios le sucedía? Así no era él.

Ni siquiera una maldita muñeca hula hawaiana en un tractor a toda potencia parecía tan tembloroso como él. 

Él era un descarado sin temor ni vergüenza a nada, entonces, ¿Por qué ahora dudaba al pronunciar siquiera una palabra?

Fue capaz de enseñar sus bolas frente a un elenco entero por accidente y seguir adelante con su miserable y humillante vida, y ahora, contra todo pronóstico, ni siquiera podía emitir un lastimoso sonido o una incómoda risa por un beso robado que le quitó el aliento de principio a fin.

Sus manos casi temblaron como una gelatina al llegar hasta el vendaje sobre su rostro.

¿Tenía miedo de ver a Lan Zhan enfrente suyo? ¿Tenía miedo de no saber qué decirle? ¿Tenía miedo de aún no tener respuesta incluso después de aquella apasionada muestra de afecto?

Porque no importa que pretexto flojo y poco creíble pudiera inventarse en aquel momento, Lan Zhan no era ni mínimamente alguien que podría besar a alguien vendado y ciego sin motivo alguno o sin verdaderos sentimientos de por medio.

Si no era el neuralizador borra memorias de los hombres de negro, nada podría salvarlo.

Wei Wuxian es un conocer del dicho que afirma que los calladitos son los más perversos, pero lleva un tiempo prudente con Lan Zhan y no lo consideraba alguien que podría tener demasiados fetiches o caprichos sin afecto alguno, o al menos no uno tan rebuscado que incluya personas ciegas adentradas a lo oscurito de un bosque luego de una competencia de tiro.

¿O quizás sí?

Wei Ying agitó un poco su rostro tratando de disipar sus dudas y sus pensamientos claramente innecesarios.

Tal vez había una única respuesta para todo lo que Lan Zhan hacía, y quizás el solo suponerla era lo que mantenía a Wei Ying acobardado en el miedo.

Era bastante complicado y un peso demasiado grande el aceptar que Lan Zhan probablemente podría llegar a quererlo y atesorarlo mucho más de lo que hubiera imaginado.

Wei Ying tomó el valor suficiente para deshacerse del vendaje y apartarlo de sus ojos con brusquedad. Estaba ligeramente oscuro, pero la costumbre de sus ojos ante la escasa luz le permitieron notar con facilidad que en aquel gran y silencioso lugar estaba completamente solo.

—¿Lan Zhan? —preguntó al aire con cierta angustia, su recurrente nombre, su primera palabra en minutos, una sonrisa incomoda se instaló en sus labios al mirar a ambos lados en busca de algo.

¿Por qué no estaba allí?

Por más que esperó, no hubo respuesta más que el suave sonido de las hojas siendo mecidas por el frío aire de aquella noche junto a uno que otro bicho sobre las cortezas de los árboles.

Traductor de hermanosWhere stories live. Discover now