Capítulo 27 - Desde el origen.

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Jiang Cheng se resistió a saltar sobre la cama y entrar en pánico como un gato asustado al ver que Lan Xichen efectivamente había respondido ante ese nombre.

Miró el techo apunto de tener una loca epifanía mental ante semejante revelación. Eso no podía estar pasando, no podía.

Una cosa es que Lan Xichen estuviera enamorado de él, lo que de hecho es bastante raro, y una muy pero muy distinta es que lo estuviera desde hace tanto tiempo.

Y además de eso, siendo su querido Tofu.

¿De verdad era él? ¿Tofu? Si era así, ¿Cómo no lo reconoció? ¿La ceguera que tenía no era solo nocturna? ¿Y por qué demonios Lan Xichen no le dijo nada acerca de ello?

Las cosas se hablan, ¿No?

Aunque eso era un poco irónico viniendo de él.

Jiang Cheng había estado demasiado preocupado de su extraño sueño que pasó por alto un asunto extremadamente importante.

Lan Xichen estaba en su maldita cama, y no contento con eso, lo tenía agarrado de la cintura como una pareja de película recién casada en su luna de miel.

A pesar que el rostro de Lan Xichen es algo que ha grabado en su memoria, el menor de los Jiang se vio en la obligación de hacer una investigación más profunda y detenida acerca del tema.

Necesitaba prender la luz, o al menos, la luz de la mesa de noche.

Jiang Cheng se inclinó un poco hacia la derecha buscando a tientas el interruptor de la lámpara más cercana que tenía.

—Ugh...—Lan Xichen quien aún dormía se quejó un poco cuando cuando se vio ligeramente aplastado por cierta zona voluminosa de su acompañante.

Jiang Cheng se quiso morir al sentir cómo aplastaba gran parte del rostro de Lan Xichen en la incesante búsqueda de algo de luz.

Si el mayor se dignara a soltarle la cintura esto no estaría pasando, pero el candado que aplicaba el mayor con sus brazos cerrados era digno de ser usado en la bodega más segura del planeta.

—¡Oh vamos! ¿Dónde está el puto interruptor? —gruñó para sus adentros sintiendo la respiración constante y caliente de su compañero a través de la ligera tela de su túnica interna.

Y entre esos pequeños estiramientos con forcejeos fue cuando ocurrió la peor escena y pesadilla que podía darse en la joven y virginal vida de Jiang Cheng.

—Ihhhh— el menor aguantó un agudo chillido en su garganta.

El brazo que soportaba su peso casi cedió ante la primera mordida leve por parte de Lan Xichen sobre su cuerpo.

—Mantou... relleno... dulce...—Jiang Cheng sintió un escalofrío y apretó con fuerza los dedos contra las sábanas cuando su pecho recibió otra mordida por debajo de su pezón derecho.

¡No eran un Mantou! ¡Eran pectorales, los pectorales duros y fornidos de un hombre! ¡No una maldita masa rellena que podían andar mordisqueando!

Jiang Cheng se quedó quieto y casi sintió una lágrima recorrerle un ojo al tener que soportar la extraña sensación de que le mordieran reiteradamente uno de sus sagrados pechos. Incluso, una mordida no fue sobre la tela de su ropa, fue directamente sobre su piel debido a que su túnica comenzaba a abrirse por el forcejeo.

Jiang Cheng no pudo evitar suspirar y soltar un jadeo ante la última mordida, se sintió realmente extraña, la saliva, la humedad y el calor. No dolió, solo fue extrañamente molesta.

Lan Xichen rio entre sueños e incluso trató de enterrar voluntariamente su nariz en el cuerpo que lo estaba ahogando ante el agradable aroma que desprendía su compañero.

Traductor de hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora