Capítulo 15 - Segundo jade.

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¿Sabías que el invierno y el verano no están destinados a encontrarse?

Porque después de la llegada de un frío invierno, seguirá una hermosa primera, y después de un cálido verano, vendría un tranquilo y melancólico otoño. Pero nunca habría un verano que seguiría a un invierno, o al menos no para el pequeño segundo jade llamado Lan Zhan.

En el suelo, la figura aterrada de un adolescente que comenzó a llorar sobre el piso logró hacer que la espada del menor de los jades se detuviera de manera estática en el aire. Los murmullos comenzaron a resonar casi instantáneamente y el niño de siete años elevó la espada una vez más dando un golpe final al chico totalmente desarmado en el suelo.

Los quejidos se habían detenido junto a los murmullos a su alrededor que eran reemplazados con alegres ovaciones al ver terminada la contienda según las normas establecidas en la familia Lan.

Era una semana complicada, demasiado para ser exactos, y la única forma en la que se le permite detenerse es cuando su oponente cae inconsciente. Con el tiempo, movido por una amabilidad mal vista y frágil, Lan Zhan había aprendido qué lugares golpear para que su contrincante quedara inconsciente y acabar el combate con rapidez.

Los espectadores satisfechos comenzaban a retirarse y el adolescente inconsciente era trasladado hasta una habitación de atención especializada y todo acababa.

Uno de los estudiantes tomaba su espada y se retiraba, y él tenía que volver a meditación hasta la siguiente práctica o hasta el próximo combate.

Lan Zhan optó por no encerrarse en la habitación de madera e inciensos, él se sentó a las orillas del patio con el frío deslizándose a través de sus ropas de forma sinuosa. El sonido del agua era inusualmente desesperante y los dedos de Lan Zhan se apretaron contra sus túnicas, después de todo, es la semana en que se mide la resistencia y han pasado al menos doce horas desde el último sorbo de agua que se le permitió.

En aquella semana, llevaban el cuerpo de los jades al límite aplicando un ayuno intermitente que a penas los mantenía en pie cuando estaban llegando los últimos días de la semana.

A pesar del estricto régimen, los adultos parecían complacidos viendo cómo los jades cada vez soportaran más días sin desmayarse o colapsar. Lan Zhan miró sus manos cada vez más entumidas por el frío notando como la escarcha adormecía su cuerpo y dejaba de sentir dolor.

A sus siete años de edad, la vida le había enseñado al pequeño segundo jade un par de cosas importantes que aún le permiten moverse incluso en aquellas condiciones.

Con el pasar del tiempo, sus sencillas y calladas emociones parecían haber sido arrancadas y disueltas al igual que la nieve a la espera de la primavera, pero aun así, él podía levantarse en silencio, con pies realmente ligeros, sin ser notado, sin que nadie se lo pidiera.

Lan Zhan entendió que si no tenía las fuerzas para vivir por él mismo, aún podía hacerlo por otra persona.

Lan Zhan no tenía sueños ni deseos, no tenía motivaciones ni ilusiones. Él jamás entendió para qué había nacido ni tenía algo que lo hiciera sentir particularmente orgulloso de sí mismo. O al menos, así fue hasta que finalmente dejó de sufrir, cuando todo dolía demasiado, cuando respirar se hacía insoportable, Lan Zhan no podía distinguir aquellas cosas que eran importantes y todo lo que sentía era agonía, dolor, soledad y hambre.

Porque el menor de los Lan sentía que no era nadie, diminuto e innecesario, solo un muñeco sin sentimientos que se mueve bajo la voluntad de otros.

—¡Hey, aquí! —Lan Zhan quien yacía en el pasillo de madera cercano al barandal que daba al jardín, observó los frondosos arbustos cubiertos de nieve, y entre ellos, pudo distinguir a su hermano escondido entre ramas y nieve.

Traductor de hermanosWhere stories live. Discover now