Especial de época - Los últimos pétalos de la primavera.

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Aquel día, se celebró una cena que duró menos de lo que cualquier persona en muelle del loto pudiera haber relatado hasta la fecha.

Demasiado breve, demasiado insípida, solemne y tranquila.

Aunque las malas lenguas pudieran negarlo, aquella falta de ruido y festividad no se debía a la influencia de la secta Gusu Lan en Yunmeng Jiang, ni siquiera se debía al evento histórico de la unificación de ambas sectas que ya llevaba tres décadas en curso.

Quien fuera lo suficientemente perspicaz o al menos lo suficientemente viejo, sabría que la falta de festejo en muelle del loto eran indudablemente los puestos vacíos en el gran salón, varios de ellos esperando a personajes que no llegarían por más que la carta de convocatoria llegara a los pies de sus puertas.

La falta de sonido eran los jóvenes usando el puesto de los ancianos, demasiado tímidos e inexpertos sin siquiera saber qué hacer en aquellas circunstancias. Quizás comer en silencio, emborracharse hasta acabar desmayados o ignorar los espacios vacíos para poder charlar con la persona más cercana que tuvieran al lado.

La juventud era un desastre, un verdadero desastre que aún no sabían del correcto actuar o de las normas.

Pero los adultos, oh los descarados adultos podían ser peores cuando se trataba de sus caprichos, caprichos que claramente pasaban por encima de sus sagradas obligaciones.

Después de todo, ambos líderes y anfitriones del festejo habían dejado el gran salón apenas terminando de darle unos miserables bocados a la primera fila de platillos del banquete.

En la habitación privada que había sido destinada para ambos líderes de secta, con apenas la túnica interior cubriendo lo necesario, Jiang Cheng suspiró al ver como Lan Xichen se acomodaba entre sus piernas con una sonrisa suave y ligera sin miedo alguno al rechazo.

¿Dónde demonios estaba su demás ropa? ¿Cómo quedó solo con una túnica interior a medio poner y el cabello ya suelto y despeinado? Qué tipo de técnica oscura y secreta le enseñaban a los de la secta Gusu Lan que, con tan solo cerrar los ojos por un segundo, ya era suficiente para que tu ropa volara por los aires y ni siquiera quedara la inocente cinta para el cabello en su lugar.

Seguramente, entre su plan de estudios tenían introducción al atar nudos con sus cintas y mención a quitar el calzado.

El calzado de Sandu Shengshou ciertamente era difícil de sacar incluso para él, pero por alguna razón, entre el cosquilleo en su oreja que producía la risa de Lan Xichen y el ademán de acomodarse un poco en la cama, su tedioso calzado desaparecía sin siquiera ser consciente de ello.

Solo era capaz de darse cuenta que ya estaba descalzo cuando Lan Xichen elevó un poco su pie besando el desnudo empeine con ternura.

—¿Qué tipo de modales fueron esos? —el tono de Jiang Cheng es tosco, pero la sonrisa del primer jade no abandonó su joven rostro dejando un besito más debajo de la rodilla.

A esa altura, sabe que Jiang Wanyin no está verdaderamente molesto. Es más, hasta incluso podría atreverse a decir que su esposo está siendo bastante coqueto aquella noche.

—Deberías actuar más acorde a tu edad...—insistió una vez más y Lan Xichen le observó curioso cuando se instaló a bajar sus manos por el esculpido torso deslizando incluso más lejos las escasas telas que quedaban sobre la piel de su amante.

—¿Más acorde a mi edad? —inquirió dejando pequeños besitos en los hombros ligeramente descubiertos de su hermosa pareja.

—Tienes más de cien años de edad, Lan Huan.

Traductor de hermanosWhere stories live. Discover now