Capítulo 21 - Donde caen los deseos.

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Los celulares, divina tecnología traída directamente de los dioses hasta las sucias manos mortales.

Con ellos y con algo de internet, puedes buscar las respuestas a todas las interrogantes del universo, por más raras o poco lógicas que sean, siempre habrá una respuesta.

Una inventada y falsa posiblemente, pero al fin y al cabo, una respuesta.

Entre sus tantas funciones, incluso puedes pasar horas en el videojuego de moda que parece no tener final alguno. Puedes hablar, mandar audios ridículamente largos si tienes artrosis en las manos o eres demasiado vago para escribir grandes textos, guardar imágenes que probablemente no usarás ni verás hasta que la memoria escasee y tengas que deshacerte de alguna de ellas, y claramente, recordarte con un contabilizador de pasos el hecho que seguramente morirás por alguna enfermedad causada por el exceso de sedentarismo o falta de movimiento.

Pero por sobre todas las cosas, los celulares eran teléfonos móviles. Aparatos asombrosos que conectan a personas entre si a largas distancias permitiéndoles comunicarse en tiempo real.

Podías salir totalmente desnudo a la calle, pero jamás sin las llaves, la billetera y el celular.

Entonces, ¿Por qué demonios Wei Ying no había traído su maldito teléfono celular? ¿Por qué traía una ropa interior tan bonita y estampada con olor a flores pero no su maldito celular?

Incluso Lan Zhan, enemigo de todo lo tecnológico o lo que pueda estar de moda, lo vio usando su celular en la tienda de antigüedades y él había olvidado el suyo quién sabe dónde.

¿Por qué recién ahora se da cuenta de ello? Ahora que está solo y en medio de la nada.

¿Cómo arreglaba esto? ¿Cómo demonios hacían sus ancestros para encontrar a una persona en la antigüedad sin llamarla por teléfono?

¿Acaso la cultivación incluía telepatía o algo similar?

Quizás gritar su nombre en medio de la nada como un histérico podría funcionar.

O tal vez, en el peor de los casos que posiblemente podría ser el suyo, la ciudad era lo suficientemente ruidosa para hacerlo ver como un borracho cantando sus penas y el nombre de su amado en vez de una persona que realmente necesitaba ayuda para encontrar a alguien.

Tendría que usar el método más antiguo, arcaico y ancestral para saber dónde se podría encontrar alguien.

Tendría que... preguntar.

Sonrió un poco al ver a una joven con venta de instrumentos bastante bien ubicada en la ciudad. Había muchos puntos de intereses y desde ese eje la ciudad parecía abrirse en diferentes ramas. Lo más probable es que Lan Zhan pasara por allí para llegar a cualquier otro lugar más bajo pero... ¿Lan zhan resaltaría lo suficiente para que alguien lo reconociera? Todos allí vestían temáticamente y los colores claros no eran demasiado escasos, pero Wei Ying tenía fe que lo ridículamente apuesto que era Lan Wangji podría haber llamado la atención de alguna señorita—Disculpe por interrumpirla amable señorita, pero de casualidad habrá visto a un chico como de este alto...—señaló haciendo una precaria ejemplificación con sus manos.

—Hay muchas personas altas hoy en día —la muchacha sonrió risueña y Wei Ying sintió una ligera vergüenza ante su imbécil descripción, pero es todo lo que podía permitirse cuando apenas y le estaba llegando suficiente oxígeno a la cabeza por todo lo que había recorrido buscando rastros de Lan Wangji.

—Tiene ojos dorados, cabello ordenado y bonito, su piel es bastante clara como si jamás se hubiera bronceado en toda su vida, pero no tan blanco para parecer un vampiro de crepúsculo. También viste una túnica blanca con patrones de nubes en ciertas partes.

Traductor de hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora