Capítulo 10 - Bienvenidos.

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Jiang Cheng corrió con Lan Xichen a cuestas hasta llegar a un conveniente espacio estrecho que casi aparentaba ser un callejón sin salida. En la parte posterior de la librería, se creaba un pequeño pasillo debido a que antes habían variadas entradas traseras para acceder a la biblioteca. Al reconstruirla, unas cuantas fueron cerradas indefinidamente.

El evento estaba en su apogeo, con más gente que nunca y Jiang Cheng tenía la esperanza que nadie se fijara en dos chicos conversando bastante juntitos en un callejón estrecho.

Al menos se alegró que podía esconder gran parte de su persona entre utilería usada en obras de teatro que debieron estar presentándose en medio de aquel carnaval en el que se estaba transformando el aclamado evento de flores.

Lan Xichen guardó silencio un momento como si estuviera meditando en dónde demonios se encontraba. Su cabeza estaba muy confusa y a penas podía llegar a una explicación lógica que lo involucrara a él y a Jiang Cheng en un callejón los dos solitos.

Porque no había lógica alguna en que Jiang Cheng y él estuvieran juntos.

Y mucho menos en un callejón.

Es verdad que Lan Xichen ha tenido uno que otro sueño un tanto subido de tono, sin embargo, estar en un callejón nunca fue parte de su repertorio onírico.

Jiang Cheng miró por encima de los escombros de utilería asegurándose que nadie los hubiera seguido. Suspiró aliviado y luego volvió con su piedra en el zapato que estaba detrás de él mirando de lado a lado como un niño perdido.

—Te vas a portar bien, ¿Escuchaste? —su voz fue amenazante y un tanto elevada para ver si lograba entrar en la borracha cabeza de Lan Xichen.

El mayor de los Lan sonrió un poco mirando tan fijamente a Jiang Cheng que por un segundo éste quiso apartar su mirada.

—¿Contigo?—susurró aún manteniendo una pequeña sonrisa.

Las cejas de Jiang Cheng se fruncieron mientras el tono usado por el contrario le produjo una extraña sensación en el estómago.

—¿Podrías no decirlo todo con ese tonito tuyo? Suena raro.

—¿Raro?

Jiang Cheng apretó un poco la boca antes de soltar el siguiente comentario —Suena sugestivo.

Lan Xichen no dijo palabra alguna más mirando de lado a lado buscando algo. Sus ojos se abrieron mientras su rostro antes apacible y relajado se dejaba agobiar con preocupación.

—Tu peluche...

Jiang Cheng suspiró llevándose las manos a la cabeza, todo esto había empezado por ese increíble peluche gigante de perrito y más encima tuvo que abandonarlo debajo de la mesa del escenario.

En el peor de los casos, los salvajes de la multitud lo habían roto y cada bárbaro se había quedado con uno de los afelpados brazos como un trofeo de guerra de aquella noche.

—Iré por él—se levantó del suelo y caminó decidido intentando pasar por al lado cuando Wanyin se interpuso y no le permitió avanzar.

—No irás, no estás en tus cabales y todo el mundo debe estar buscándonos por allá.

—Iré...—susurró decidido —Porque sé que te gustaba, tu rostro cambió cuando lo viste. Al menos con eso aún puedo hacerte un poco feliz.

—¡No me harás feliz con eso! ¡Solo me dejarás en vergüenza!

Lan Xichen pareció ignorarlo tratando de escapar por la izquierda en un rápido movimiento digno de un atleta, sin embargo, antes de que pudiera huir por la apertura, Jiang Cheng lo tacleó botándolo al suelo una vez más.

Traductor de hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora