Capítulo 11 - Cultivación.

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La vida en definitiva no estaba siendo muy amable con Wei Ying últimamente.

Retrocediendo en el tiempo hasta la noche del evento de las flores, Lan Wangji lo acompañó a él y a sus hermanos hasta su hogar, se dieron un pequeño e incómodo apretón de manos de la amistad donde Wei Wuxian le entregó su número de teléfono de una forma un tanto quisquillosa.

Quería entregar su número telefónico, sí, pero no su virginidad ni un "acepto" a una propuesta de matrimonio en una preciosa boda tradicional con los dos vestidos de un lindo color rojo pasión.

Ahora su vida se basaba en vivir al borde de lo normal y lo que puede ser insinuante temiendo siempre de los resultados de sus palabras y de sus acciones. Su intención nuevamente no era ilusionarlo ni nada, además, un número de teléfono se le da a cualquier persona cercana, ¿Verdad?

Pero uno se preguntaría, ¿Por qué ahora su teléfono? ¿Por qué no antes? ¿Por qué tenía que ser justo cuando su relación no podía ser más incómoda y ambigua?

Eso era sencillo, tenían que ponerse de acuerdo para la salida a la obra de teatro. Además, por cualquier percance que pudiera darse, hablar por medio de mensajes de texto podía mantener su relación un tanto a raya. Eso significa que estarían conectados pero con cierta distancia.

Y aún así, las cosas parecían ir un poco mal desde la mañana, Lan Wangji no había contestado ni siquiera un mísero mensaje y tampoco es que faltaran más de cinco horas para la función.

Y allí tomó la decisión de la que se arrepentía aún allí sentado.

Decidió hacer un par de averiguaciones e ir él mismo a buscar a Lan Zhan a su casa, después de todo, ¿Qué tan terrible es que lo fuera a buscar? ¿Qué podía haber detrás de esas inofensivas, enormes y pesadas puertas?

Wei Ying había llegado con el pecho inflado, bien parado y con toda la confianza que su bello cuerpo pudiera contener, pero ahora estaba prácticamente como un globo desinflado sobre un pequeño banco bajo un árbol.

Por lo poco y nada que había entendido, Lan Wangji dedicaba la mayor parte de su domingo a aquella extraña rutina. El menor de los Lan ya había anunciando que aquella tarde saldría, pero hasta entonces, distracciones como teléfonos, celulares u otros dispositivos electrónicos estaban prohibidos para todos dentro de aquella residencia.

Wei Ying tuvo que quedarse allí, sentado y aterrado por el cúmulo de personajes afanados en aquellas prácticas que se dispersaban por todo el colorido y tranquilo paisaje.

Todos tenían rostros extraños, apacibles y monocromáticos como si hubieran recibido un lavado de cerebro que los había dejado incapaces de sentir emociones, pero lo que más le perturbaba es el modo en que un singular chico entre toda aquella multitud lo miraba.

Era más bajo que el resto y notablemente más joven, debía estar en sus doce o quizás a punto de cumplir los trece años. A diferencia de los demás miembros de aquel extraño espectáculo de épocas antiguas, el muchacho sonreía de forma más ambigua y hasta siniestra que el resto, no era una sonrisa apacible de anciano en un retiro espiritual como la de Lan Xichen ni una cara de estatua de mármol inexpresiva como la de Lan Zhan, sino una mezcla entre algo cínico, travieso y curioso.

Wei Ying no podía decir que ese niño era el hijo de algún demonio o la encarnación del mal, pero siendo un poco prejuicioso al respecto, ese era un muchacho al que definitivamente no le creería si se le acercaba inocentemente a pedirle dinero para comprar dulcecitos.

¿Por qué no dejaba de mirarlo? Era incómodo y aterrador.

Además, nadie en ese perturbador lugar parecía querer explicarle nada, solo lo sentaron amablemente en una sillita mientras le decían que tenía que esperar a que la meditación terminara.

Traductor de hermanosWhere stories live. Discover now