Capítulo 14 - Primer jade.

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Fue a inicios del octavo invierno de Lan Huan cuando todo ocurrió.

Las capas de nieve se amontonaban una a una y el pequeño niño podía escuchar el sonido de las palas hacer eco contra su oído. La ventana circular no dejaba entrar la helada escarcha, pero podías apreciar el hermoso paisaje desde dentro.

Todo era silencio, paz al fin. Solo el sonido de las palas presionando la innecesaria nieve que se acumulaba en el jardín el cual terminó por apagarse y desaparecer con el pasar del tiempo.

Lan Xichen miró el techo, distrayéndose con las pequeñas manchas en la madera que en su infantil imaginación formaban rostros humanos o dibujos ridículos y sin sentido.

Después de quedarse mirando el techo como si estuviera en un trance, sus ojos nuevamente se posaron sobre la ventana redonda de donde provenía la única luz de la habitación.

Estiró su brazo, esforzándose un poco, pensando con ilusión e ingenuidad que así lograría llegar hasta afuera, que podría revolcarse en la nieve, que podría llevar a su hermano menor sobre su espalda y hacerlo girar hasta que perdieran el equilibro. Seguramente, ambos terminarían cayendo sobre el espeso manto blanco mientras no paraban de reír haciendo un ángel de nieve que se creaba debajo de sus pequeños cuerpos.

Pero por más que aquella imagen llegara a su cabeza en nítidos y deslumbrantes colores, por más que solo fuera dar unos cuantos pasos, el primer jade de Lan sabía que era imposible.

¿Qué tipo de hermano mayor era?

¿Quién podría ser tan inútil de no poder hacer que su único hermanito menor soltara una pequeña carcajada? ¿Quién podría ser tan débil de ni siquiera poder acercarse a su hermano y tomarle la mano para salir a jugar en un día tan lindo como ese?

Allí, desplomado contra la pared de la habitación, Lan Xichen miró a su hermano menor a través de la oscuridad que se formaba en el cuarto.

Aquel pequeño, justo en la esquina contraria de Lan Xichen también contemplaba la nieve con anhelo. Su rostro estaba vacío, como si algo en él se hubiera descompuesto, como si la manilla imaginaria que yacía en su espalda ya no pudiera moverse.

Y para Lan Huan, todo eso era su culpa.

Si solo hubiera sido un poco más fuerte, si ahora pudiera levantarse, correr y hacer girar a su hermano entre sus brazos, ¿Podría volver a ver esa brillante sonrisa? ¿Podría convertir ese triste cuarto oscuro en un divertido cuento como el que le narraba su madre?

Su hermano menor, el segundo jade de Lan, capturó su dolida mirada con calidez. Allí, a pesar de que los ojos parecían vacíos e inmóviles, Lan Huan pudo percibir algo en su pequeño hermanito.

Estaba sonriendo.

Su rostro no mostraba ninguna expresión, arrojado como un muñeco de trapo en la habitación, pero Lan Huan lo vio sonreír, o más bien, sabía que su hermano muy en el fondo estaba sonriendo.

¿Qué podría sacarle una sonrisa como aquella? Acaban de equivocarse en la lección de hoy y pagaron el crudo precio, ¿Qué cosa podría estar alegrándolo?

Sus ojos se abrieron cuando su hermano se levantó de su letargo y dio unos cuantos pasos endebles contra la madera bajo sus pies para finalmente caer al suelo sin soportar su propio peso.

El corazón de Lan Huan comenzó a doler cuando vio a Lan Zhan arrastrarse y caminar sobre sus rodillas, sin rendirse, poco a poco, Lan Zhan llegaba hasta su meta con una ilusión que no quería romperse en su destruido cuerpo.

Su espalda, cubierta con túnicas blancas, comenzó a mancharse con la rojiza sangre de la hendidura debajo de sus hombros que había logrado traspasar las cuidadas telas.

Traductor de hermanosWhere stories live. Discover now