Capítulo 30 - Aquel deseo.

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Wei Ying no era una persona que se mostrara alterada con facilidad, sin embargo, ya llevaba un buen tiempo sin ver a Jiang Cheng refunfuñando sobre su miseria y pateando paredes antiguas de un valor incalculable que no podría costear ni vendiendo todos los órganos de su cuerpo.

Miró a Lan Wangji que también parecía estar preocupado buscando a su desaparecido hermano con la mirada cada vez que se movían a otro pasillo.

Sí, tanto Lan Xichen como Jiang Cheng habían desaparecido hace una media hora.

Wei Ying ni siquiera podía culpar a los raritos con los que se había encontrado.

Tenían una cuartada perfecta, básicamente, habían estado pegados como caracoles a ellos en todo el maldito recorrido, los muy anormales ni siquiera habían sugerido ir al baño o algo similar cuando Wei Ying ya comenzaba a presentar ciertas molestias al tener que aguantarse.

Podía ser un tanto osado, sin embargo, no era tan estúpido como para orinar alguna esquina de aquel lugar y quedar maldito de por vida.

—¿Aún nada?

Lan Wangji negó y tomó ligeramente la mano de Wei Ying en un intento para tranquilizarlo y reconfortarse al mismo tiempo.

Wei Ying estaba cada vez más nervioso.

¿Dónde mierda estaban esos dos? ¿Encerrados en una habitación llena de trampas? ¿Perdidos en un laberinto infinito? ¿Cogiendo desenfrenadamente?

A esa altura a Wei Ying poco y nada le importaba si Lan Xichen y Jiang Cheng estaban metidos dentro de un apretado sarcófago de hace miles de años desnudos o practicando el kamasutra u otra práctica indebida que seguramente los maldijera de por vida, lo único que le importaba a Wei Ying es que ambos estuvieran bien, en una pieza y que aparecieran pronto.

Aunque preferentemente, con ropa, en especial tratándose de Lan Xichen de quien Wei Ying desconoce semejantes dotes, en cambio, a Jiang Cheng, siendo parte de su familia, más de una vez lo había visto como los dioses lo habían traído al mundo.

Además, si tenía que ver detenidamente los dotes de alguien, claramente debían ser primero los de su muy apuesto Lan Zhan y no los de su hermano mayor, ¿Verdad?

Luego de pasar por varias habitaciones inútiles llegaron a una que efectivamente contaba con la estatua que buscaban los dos extraños. Al mirarla con detenimiento no era más que una singular obra de arte que no era ni demasiado grande ni en exceso pequeña.

—Aquí está...—el extraño y poco hablador hombre señaló la escultura mientras sus palabras parecían estar cubiertas en un inusual desagrado.

A Wei Ying le extrañó que aunque era lo que esos dos habían estado buscando todo ese tiempo, ninguno de ellos se veía del todo feliz ante el hallazgo de la estatua.

—Esta es la estatua, ¿Verdad? Se ve algo simple... bueno, a comparación de claro, todos los tesoros extravagantes que hemos visto hasta el momento...—comentó Wei Ying con simpleza, pero sin atreverse a poner un dedo sobre la figura en medio de la habitación.

—Supongo que sí, supongo que sí es una estatua bastante simple...—comentó el más alto mientras observaba la obra con cierta tristeza en su mirada.

—Shi Hao y su jarrón...—comentó una vez más Wei Ying dándole una mirada más a los ilegibles grabados debajo de la obra.

Wei Wuxian era observador, así que no le tomó mucho tiempo descifrar quienes eran los protagonistas de la obra de arte, sin embargo, a diferencia de lo que se exhibía públicamente, la estatua que estaba en frente de ellos no representaba el jarrón como una simple vasija que le pertenecía a Shi Hao, más bien, tal y como lo mencionó Baoshan Sanren, el jarrón era representado por un niño pequeño y alegre que iba tomado de la mano de Shi Hao, en la escena capturada, Shi Hao volteó a verlo para quizás evitar que el pequeño se cayera en medio de un animado salto.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2023 ⏰

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