Rose Valley boys IV
No es necesario leer el resto de la saga para avanzar con esta lectura, pero se recomienda para una mejor comprensión de la historia.
Magnífica portada creada por @imfleurie ❤️
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THEO
A diferencia de la mayoría de las personas que conocía de mi edad, a mí sí me gustaba San Valentín. La idea de celebrar el amor y la amistad me parecía bastante tierna y, además, los chocolates solían tener descuento por lo que podía comprar más de lo normal y fingir que era para alguien especial. Ese año, por primera vez en un largo plazo, compré chocolates para una persona especial, mi novia, y no me sorprendió que ella se burlara un poco de mí antes de entregarme una caja de bombones que había hecho para mí con su abuela.
Nuestro plan para esa noche fue sencillo ya que al otro día teníamos que trabajar y el clima estaba helado. Mientras James había decidido salir con su aburrida novia a un restaurante aburrido en Londres, nosotros habíamos escogido hacer una larga maratón con nuestras películas favoritas de la infancia y llenarnos con comida chatarra. A mí parecer fue un plan perfecto y por la sonrisa en el rostro de Kenzie pude saber que para ella también lo fue. Hacerla feliz era sencillo, no esperaba grandes gestos porque le incomodaban, ella necesitaba atención y cariño, el resto le era indiferente.
No solo disfrutamos de los chocolates, por supuesto. Ambos éramos adultos y habíamos encontrado formas de divertirnos que no requerían nada más que un sombrerito de látex.
ꟷ¿Qué quieres cenar hoy, dude?
ꟷTienes que dejar de llamarme así ꟷle pedí.
ꟷ¿Por qué? Es tu palabra.
ꟷPorque siento que estoy hablando con Taylor o Tyler y, si bien los adoro con mi vida, no me apetece pensar en ellos cuando estoy con mi novia.
ꟷBueno, tus mejores amigos son calientes.
Blanqueé los ojos y asentí de acuerdo. ¿Cuál era el objetivo de mentir si sabía que mis amigos eran atractivos?
ꟷ¿Qué te parece si te sigo diciendo por tu nombre hasta que encuentre un apodo que no me haga querer vomitar? ꟷSonrió.
ꟷMe parece un buen plan.
Volvió entonces a la tarea de examinar las alacenas para buscar algo que pudiéramos cocinar. No habíamos visitado un supermercado en semanas y la escasez de alimentos comenzaba a notarse, por fortuna siempre teníamos una provisión exagerada de pasta seca y arroz que nos ayudaba a salir del apuro, el queso tampoco faltaba en esa casa.
