Capítulo 26. Sorpresa, Sorpresa.

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Atlanta.

Hoy era el cumpleaños de Leah, y aunque no quisiera estar ahí, tuve qué. Marco no me dejaría faltar, intenté usar de excusa que me dolía el estomago pero dijo que me compraría alguna pastilla para eso, que no me preocupara por nada.

Después de las confesiones y la desaparición del cadáver, era la primera vez que los vería a los dos en el mismo lugar aún tenía culpa, Leah no sabía nada. Esa fue una decisión unánime, estuvimos de acuerdo en que sería lo mejor.

Nadie quería que Leah tuviera que cargar con aquél problema, pues, de los cinco, ella parecía la más afectada.

Suspiré viéndome al espejo y arrugue mi nariz, era un vestido normal, no como el día de Halloween, este era simple pero bonito, deje mi cabello suelto y me maquillé un poco. Una vez estuve lista salí de la habitación de Marco. Al bajar las escaleras vi a Leah ya vestida, su vestido era hermoso, resaltaba, pues era su cumpleaños, debía hacerlo.

Luego de media hora ya todos estábamos en la sala, decidimos que esta vez conducía Marco, ya que la vez anterior lo hizo Alek.

Alek era mi problema justo ahora, hacía un par de semanas había sucedido aquél beso, no era el idiota de siempre, además las palabras de Ben en medio de la nada seguían resonando en mi cabeza. Al fin y al cabo, él estaba con Leah y yo con Marco.

— Si ya estamos listos, no se que hacemos aquí aún. —exclamó Marco tomando mi mano y tirando de mi, acercándome a él para luego comenzar a caminar hacia el auto.

Yo preferí no contradecir, no reclamar, mucho menos negarme a ir. Sabía que eso solo acabaría en que todos creerían que soy mala por no querer ir. Pero la verdad es que no quería ir a una fiesta donde todo lo que viera sería a Leah y Alek bailar sabiendo muy en el fondo de que quería estar en su lugar o a gente que no conocía ebria.

Cuando llegamos al bar, bajamos y entramos al lugar, había varias personas, no todas eran parte de la fiesta de cumpleaños ya que habíamos decidido ir a festejarlo a un bar. Por un rato bastante largo bailamos los cuatro, luego cada uno se separó para disfrutar distintas cosas, Leah se había llevado a Alek a la rastra, y yo me quedé sola con Marco.

— ¿Te gusta mi vestido? —pregunté sobre la música para que me escuchara, el asintió levemente sin darle importancia por lo que volví a hablar.— ¿Tiene algo de malo?...

— Es muy simple, pudiste ponerte algo más lindo, pero está bien, son tus gustos. —expresó con normalidad.

Aquello bajo un poco mi autoestima esta noche, no le gustaba como estaba, ni siquiera se esforzó en fingir que si.

Él no fingirá, tu sabes eso.

Me recordó mi subconsciente, suspiré y arrugué mi nariz levemente asintiendo.

— Está bien, tal vez tienes razón, es muy simple —hice un pequeño puchero y el asintió, se sentó en una de los taburetes y yo me senté a su lado.

Alek se acercó hasta donde estábamos con Marco. Fruncí el ceño cuando estuvo delante de nosotros, Marco ni si quiera lo miro.

— Tenemos que hablar — grito Alek tratando de hablar por encima de la música.

— No es el lugar — respondió Marco sin levantar la mirada.

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now