Capítulo 17. Lo que haría por ti

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Atlanta.

Era extraño como los días pasaron y ningún mensaje llegó, eso me hacía sentir en paz, sentía que tal vez todo había sido una mala broma pesada de algún idiota por ahí.

Me hacía sentir segura de nuevo.

Alek, Marco, Leah y yo habíamos mejorado enormemente desde el último mensaje, incluso podría decir que Alek se había vuelto menos intolerable que de costumbre.

Ahora todos parecíamos buenos amigos, a veces ibamos a clases de baile con Leah, otras veces ibamos a patinar, a la playa, incluso al parque. Todo parecía ir de maravilla.

— Atlanta, te toca. — Leah captó mi atención. — Es tu turno. — alzó sus cejas señalando la pequeña ruleta.

Asentí torpemente, había olvidado por un segundo lo que hacíamos, pensar en los mensajes me hacía desaparecer de donde estuviera, una parte de mi aún deseaba saber que significaban y por que razón habían sido enviados.

— Lo siento, no estaba prestando atención. — admití, estiré mi brazo hacía la ruleta y la giré

Sonreí cuando me tocó azul. Debía colocar mi pie en el pequeño circulo de color, por lo que rodee con mi pierna a Leah y sonreí logrando tocar con la punta de mi pie aquél color.

— Bien, juro que si caes sobre mi, te golpeare. — su cabello rubio molestaba en su rosto por lo que sacudió su cabeza. — Atlanta, carajo ¿no podías usar otra pose?

— Lamento decirte que no, esto se trata de ganar. — respondí con una pequeña sonrisa en mis labios, reí cuando sopló mi rostro. — Con eso no vas a lograr que me rinda.

— Silencio las dos, no es fácil concentrarme si tengo a dos ruidosas en mi oído. — intervino Alek, quien se encontraba debajo de ambas. — Mis brazos no van a aguantar más tiempo así. ¡Dios, es incluso inhumano!

— ¿Puedes dejar de quejarte? Al menos tú estas bastante cómodo. ¡Parezco la niña del exorcista! — chillo Marco.— Carajo, tendré dolor de espalda luego de esto.

Reí ante aquello, pues no era mentira, él estaba en una pose completamente cuestionable, sus brazos doblados por debajo de las piernas de Alek, y sus piernas cruzadas por encima de las de Leah.

— Dios, mis piernas duelen. — las quejas de Alek siguieron. — Tengo calambres, no puedo seguir así. — aseguró intentando girar la ruleta.

— Siempre está la opción de rendirte... — sugerí inocentemente.

Antes de que alguien más dijera algo, pude sentir como la pila de personas debajo mío se caía al suelo al oír la puerta sonar con fuerza.

Me queje cuando inevitablemente caí sobre Leah y ella sobre Alek, quien cayó sobre Marco, pero en cuanto logramos ponernos de pie, la puerta volvió a sonar.

— ¿Esperábamos a alguien más? — Leah frunció su ceño suavemente y nos observó.

Todos negamos pero fue Marco el primero em caminar hacia la puerta, nosotros lo seguimos corriendo y en cuanto abrió, todos tuvimos una buena vista de una caja en la entrada.

— Según las peliculas, nunca hay que abrur una caja sospechosa. — Leah apretó mi brazo y respiró hondo. — ¿Deberíamos...?

— Genial, si fuera una bomba ninguno se salvaría. — comentó Marco negando con su cabeza al vernos a los tres detrás de él. — Nadie les dijo que me siguieran...

Él tomo la caja y Alek fue el primero en justificarse.

— Queríamos saber quien era. — se encogió de hombros y sonrió quitandole la caja de las manos. — ¿Que se supone que es eso?

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now