Capítulo 29. ¿Vinculo roto?

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Leah.

Suspiré viendo a Ben hacer el almuerzo, él había decidido venir a casa ya que estaba algo desanimada, siempre me alegraba el verlo a él.

No habían sido unas semanas demasiado agradables, Alek y Marco seguían sin prestarme demasiada atención, siempre se dedicaban solo y exclusivamente a Atlanta.

Volví a la realidad cuando Ben se acercó, sonreí suavemente y relamí mis labios jugando con los cubiertos.

— Ugh, Alek no se digna a responder mi mensaje y eso que le escribí en la mañana — me queje. — Marco ni siquiera ha estado en casa estos días...

Ben me observo e hizo una mueca con los labios.

— Ya por favor deja de hablar de Alek y de Marco, es molesto — el tono grosero que uso al hacer su comentario no era algo a lo que estuviese acostumbrada. — A veces creo que debes aceptar que las personas tengan mas cosas que hacer en su vida que solo estar contigo. Leah, cariño... Yo te amo pero no cooperas en lo absoluto con este tema.

Fruncí mi ceño alzando una de mis cejas y reí sin humor.

— ¿Que es lo que te pasa? — cuestioné esta vez, molesta.— ¿Desde cuando me tratas así? ¿Es que ahora tienes mas amigas de donde elegir?

— Que siempre hablas de él, siempre es lo mismo. — aseguró lanzando el trapo de la cocina a la mesada. — Ya no soporto oír el nombre Alek o el de Marco, mucho menos el de Atlanta, es como si solo eso supieras decir, estoy cansado, Leah.

Asentí sin decir nada, me levante y tome mi bolso, si no quería escucharme me iría a caminar un poco, realmente me dolió su trato pero tampoco le iba a rogar por su atención, camine a la salida ignorando el que me estaba llamando.

Aunque cuando mi mano sostuvo el picaporte la suya me obligó a girar, mi espalda golpeó la pared de madera y una de mis muñecas estaba pegada cerca del picaporte.

— Lo siento, lo siento, no quería sonar tan grosero — comenzó a hablar y yo a empujarlo, pero era imposible.— Solo... deja que los demás vivan su vida también.

Así que fue cuestión de segundos, su cuerpo se pegó aún más al mío, el agarre en mi muñeca se suavizó pero su mano diestra subió acariciando mi mejilla, luego dejo un beso en el mismo lugar que había tocado.

¿Por qué de repente olvide estaba molesta con él?

Su pequeño roce me hizo temblar y comencé a rogar no se hubiese percatado de ese pequeño detalle. Su respiración estaba cerca de mi cuello, movió mi cabello y sus labios sin querer rozaron mi oreja.

— Leah, no quise hablarte así — explicó en un tono audible en mi oído.

Definitivamente hace frío aquí, ¿o calor?

Pensé, porque era una de esas veces donde temblaba si volvía a hablarme de esa manera.

— ¿Puedes perdonarme? — murmuró y luego se alejó mirándome a los ojos, sus labios habían formado un puchero y quise quitárselo.

Pero no a como lo haría normalmente usando uno de mis dedos para eliminarlo, quería deshacerlo probando sus labios una vez más. Aunque no debía hacerlo, sabía que no. Cuando volví a mirarlo a los ojos tenían un brillo que reconocería en cualquier persona, era ese brillo que delataba quería que lo hiciera y sabía lo que estuve pensando.

Mordí suavemente mi labio y desvié la vista, mi corazón latía demasiado rápido, no podía pensar con claridad, me sentía como antes de aquél viaje, antes de regresar.

Mentiras Peligrosas. Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin