Capitulo 6. Si cae uno, caerán todos

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Leah.

Estaba en la cama con mi celular, no había mucho que hacer. No quería lucir empalagosa pasando todo el día con Alek. Además me gustaba pasar tiempo conmigo de vez en cuando.

Justo cuando estuve a punto de soltar mi celular una notificación de un nuevo mensaje llegó.  Era un número desconocido y la curiosidad me carcomía así que lo abrí.

Los mentirosos comienzan a caer. Abre los ojos.

Eso ponía el mensaje, no lo entendí del todo. ¿Qué demonios significaba eso? Quizá era un número desconocido.

Disculpe, creo que se ha equivocado de número.

Y enviar. Era un mensaje sencillo, y bastante claro. Nuevamente sonó, había una respuesta.

Leah Broussard Dumont, ¿no? No me he equivocado.

Tragué grueso al leer el mensaje. Era mi nombre completo, podría ser una broma. Debía ser una broma y una muy jodida. Antes de responder ya había un nuevo mensaje.

¿Quieres caer tú con ellos?

Definitivamente era una broma bastante jodida. No me estaba gustando, mi estómago se sentía vacío y de repente estaban temblándome las manos.

¿A qué demonios se refiere? Si es una broma es de muy mal gusto.

Respondí. Inhale el aire y lo solté tratando de calmarme, pero, la paz no duro mucho. El mensaje era tan claro y estuve a punto de gritar pero logré callarme antes.

¿Tus amigos o Alek saben ya porque te fuiste a Francia? ¿O creyeron esa tontería de que ibas a estudiar?

No. No podían enterarse de la verdad, era imposible. Pero era algo que nadie sabía, así que no era una broma, era una amenaza y me aterró.

¿Quién eres?

Le pregunté en un mensaje. La única persona que sabía era Marco, solo él sabía de la verdadera razón de mi viaje a Francia. Mamá le había confesado todo el mismo verano en el que me fui.

Eso no es importante ahora, Leah. Las paredes de mentiras caerán, mantente atenta.

Y fue el último mensaje que leí, me levanté furiosa y fui hasta la habitación de Marco, no iba a seguir jugando aquél estúpido juego que se inventó. No toque, solo abrí la puerta con el celular en las manos.

— ¡Ya para con esto! — le grite ignorando la presencia de Atlanta —. No es divertido, no hay ningún chiste en los estúpidos mensajes — seguí gritando. Las lágrimas caían por mis mejillas mientras le lanzaba golpes a su pecho.

Atlanta se acercó y tomó mi celular, pero Marco se lo arrebató provocándole un pequeño salto ante el susto, leyó el mensaje con su ceño fruncido y luego me miró.

— No sé de que demonios estás hablando — murmuro leyendo la conversación —. No te he enviado nada

Al oír aquellas palabras, me sostuve de la pared, respiré de forma agitada sintiendo nauseas.

Si no era él, no había nadie más capaz de hacerme algo así, solo él y mis padres lo sabían. Solo podía ser él.

— No es divertido... — susurré en tono de suplica aún viendo a Marco. — Dime la verdad... No me mientas, sabes que es un tema delicado, por favor no sigas con esto...

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now