Capítulo 28. Más mentiras

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Atlanta.

Alek tenía razón en que debíamos asegurarnos de encontrar el cuerpo, o al menos, de que ese cadáver nos involucre lo menos posible. Ben quería que volviésemos a donde se los robaron, Marco estaba en desacuerdo, no quería saber nada de aquél tema.

Si queríamos ir, debía ser sin Leah y sin él.

Bastante traumada estaba ya la pobre como para agregarle aquella preocupación. No quería que sintiera la presión de seguir mintiendo sobre más cosas.

Las agujas del reloj seguían corriendo, mi pie no dejaba de moverse debajo de la mesa mientras esperaba que alguno de ellos pudiera dar una excusa lo suficientemente valida para sacarnos de aquí.

— ¿Saben que van a ponerse para el cumpleaños de Marco? — Leah me observó sonriendo.

— Mhm, pensaba usar un vestido blanco. — me encogí de hombros y dejé el tenedor al lado de mi plato.

— ¿Por que siempre eliges las opciones más simples que tienes? — Marco se giró y alzó sus cejas esperando una respuesta. — Es como si te gustara ser... no sé, un cero a la izquierda.

No iba a negar que aquello me dolió, pero intenté disimularlo lo mejor que pude.

— Simplemente me gusta vestirme como yo elijo hacerlo. — cuando dije eso, Alek se rió.

— Al fin, mis plegarias fueron escuchadas. — susurró por lo bajo.

— Respeta a mi hermano, Alek. No te metas en sus peleas. — lo regañó Leah como si fuera su madre.

Suspiré, el ambiente se había vuelto incomodo en poco tiempo.

Observé a Ben, quien jugueteaba con su tenedor y luego a Alek, miraba el reloj como si deseara que este mágicamente empezara a fallar.

— ¿Tienen planes hoy en la tarde? — Leah observó a todos en la mesa y sonrió levemente.— Pensé en que podríamos llevar a Apolo al parque o a la playa.

— Dudo que por ahora sea buena idea que más personas nos vean con él. — susurré con una pequeña mueca en mis labios.

Luego de lo que sucedió, tuvimos que ser honestos con Ben sobre el niño, tuvimos que decírselo todo.

— Tal vez mas adelante, es decir... aún no hemos logrado resolver algunas cosas. — siguió Alek, apoyándome.

— ¿Ben... tu quieres — ella no terminó su pregunta, él negó rápidamente con su cabeza acabando el último bocado de pasta que había en su plato.

— Me será imposible, mi Chèrie, tengo clases de psicología y estoy replanteándome mi propia existencia. — se encogió de hombros y suspiró.

Todos asintieron y Ben fue el primero en ponerse de pie.

Leah observó a Alek, pero no tuvo oportunidad de hablar.

— Yo... tenía trabajo pendiente, mi jefe va a matarme si no organizo la entrega antes de la tarde así que dudo poder hacer algo. — aseguró tomando su chaqueta, me observó y con cuidado señaló a Leah.

Asentí, sabía que estaba pidiendo que sutilmente le dejara a Apolo, ella amaría cuidarlo y no preguntaría el por qué.

— Oye... Leah, yo debo ayudar a mi mamá en su casa, ha puesto un jardín de flores y quiere que le ayude. — comenté mientras jugaba con los dedos de Apolo. — Tu podrías... ¿cuidar de él?

— Claro, honestamente amaría poder pasar el tiempo con él. — admitió encogiendo sus hombros.

Asentí con una pequeña sonrisa en mis labios, ladee mi cabeza en dirección.

Mentiras Peligrosas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora