Capitulo 5. La foto

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Marco.
 
Atlanta y yo nos habíamos despertado, supuse que Leah aún dormía pues no había pasado por mi habitación como solía hacer siempre. Atlanta había ido a la ducha, salió con la toalla envuelta a su alrededor y regresó a la habitación. Mi mirada recayó en su cuerpo pero no le dió mucha importancia, pues ella estaba acostumbrada a que la observara siempre.
 
Nunca me había sobrepasado con ella, todo lo que habíamos hecho ella lo permitía porque sabíamos que también lo quería, tomó su ropa interior y una de mis camisetas, se vistió bajo mi mirada sin vergüenza alguna.
 
— ¿Sabes que no deberías hacer eso delante de otros chicos jamás? No tendrían la decencia que tengo yo de controlarme. — hablé desde la cama, aún seguía acostado pues no tenía prisa en moverme. — Pero me lo pones muy difícil.
 
Ella se giró alzando las cejas y caminó hacía mi, tenía su cabello aún sin peinar, estaba mojado pero no comenté nada al respecto, una vez estuvo cerca de la cama se sentó sobre mi y dejó un beso en mi mejilla.
 
— Eres mi mejor amigo ¿Si no tengo confianza en ti, en quien mas? — preguntó con un tono de voz suave, suspiré asintiendo. Se sentó a mi lado abrazando sus piernas. — ¿Iremos a desayunar?
 
— Ve tú, yo dormiré un rato más. —  susurré.

Deje que se levante de la cama asintiendo dispuesta a dejarme dormir un rato más.
 
—En cuanto termine vuelvo y dormimos un rato más ¿Si? — sugirió con una sonrisa.

Asentí y volví a abrazar la almohada. Solté un suspiro una vez que estuve completamente solo en la habitación.
 
Atlanta me tenía muy mal, eso lo sabía. Leah y Vanessa lo repetían siempre, Leah más que nadie, estaba algo frustrado de que ella hubiera interrumpido aquel momento en el que la tenía debajo de mi, pude haberla besado, tocado, pude pero no sucedió ya que ella y Alek aparecieron.
 
Ella me hacía querer tenerla cerca, lo más para mi posible. Pero aquello no se lo diría, ella había bajado a desayunar por lo que tome su celular. Posiblemente le dejaría alguna foto de la cual ella se quejaría, abrí la cámara y saqué algunas fotos.

Mi telefono sonó, obligandome a leer el mensaje en la pantalla.

Revisa la galería de tu chica.

Al leer aquello, no pude evitarlo, fui a su galería sin siquiera cuestionarme quién había enviado el mensaje. Yo no planeaba revisar su galería, pero aquél mensaje solo detonó una curiosidad que tal vez siempre estuvo escondida en mi, si alguien me viera en este momento posiblemente pensaría que vi algo que no quería ver pero por el contrario, descubrí algo que me hizo volver al día en que Leah presento a Alek, esa foto explicaba muchas cosas inconclusas.

En la foto Alek sostenía a Atlanta por la cintura, estaba detrás de ella, ella se reía, había otra en la que el nuevamente la sostenía por la cintura, pero ella lo abrazaba con sus brazos alrededor de su cuello, se estaban besando. No quise saber que más había en su galería de fotos.
 
No había mucho que comprender realmente, deje su celular a un lado. No podía preguntarle que significaban esas fotos, pensaría que estaba siendo un acosador.
 
¿Lo soy, acaso?
 
Me pregunté frunciendo el ceño. Ella había mentido delante de mi hermana y el le siguió la mentira. Hilo tras hilo se fue atando desde aquel día hasta hoy, cada mirada que le daba tomaba un sentido, cada momento incomodo, todo tenía sentido ahora.
 
No quería saber por qué mintió, no quería saber que había pasado entre ellos dos.
 
Lo que no fue en tu año, no hace daño.
 
Recordé lo que había dicho Leah una vez, aún recordaba lo indefensa que era de niña. A veces Atlanta y ella reaccionaban parecido pero no igual.
 
Te gusta Atlanta y te asusta la idea de que Alek esté aquí.
 
Dijo la vocecita en mi cabeza, y tenía toda la razón. Debía actuar rápido, quiero a Atlanta, como nunca quise a alguien más, no sabía si eso era bueno o malo, pero era la verdad. Solía burlarme de ella solo si eso significaba tenerla más cerca de mi. Usualmente burlarme de ella me daba la excusa para hacerla poner nerviosa, para insinuarme y ver como reaccionaba su cuerpo ante eso.
 
Es largo y flaco.
 
Eso había dicho la vez que la conocí, si alguien diera un premio a quien no diera buenas primeras impresiones, Atlanta seria la primera en ganarlo, siempre se excusaba diciendo que había malinterpretado su comentario, había inocencia en ella, inocencia que quería para mí. Había días donde solo quería llenar su cuerpo de besos, otros donde quería marcar cualquier espacio en su piel y que gritara que me pertenecía. Atlanta era un lienzo, y yo no era un artista precisamente. Pero estaba seguro que dejaría alguna marca en su piel, no sería una obra de arte. El arte no es estrictamente bonito. Estar cerca de Atlanta se sentía una bomba a punto de explotar.

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now