Capítulo 12. Una perdida duele para siempre

54 5 1
                                    

De ante mano quiero decirles que si son personas sensibles, no lean este capitulo, no afecta en lo absoluto la trama.

Atlanta.

(Flashback)

Había despertado en la mañana, salí de la cama en pijama y solté un pequeño bostezo, restregué mis ojos y fruncí el ceño al ver que Gino no aparecía, mire por toda la casa, luego de varios minutos buscando a mi perro lo encontré. Pero para mi sorpresa no estaba como usualmente, no apoyaba una de sus piernas en el suelo, me acerqué a el y acaricie su cabeza.

— ¿Que pasa amor? ¿Que tienes? — susurré por lo bajo.

Note que su abrigo estaba mal puesto y se lo acomodé, luego intento apoyarse en sus cuatro patas y cayó golpeando su hocico contra el suelo. Aquello me alarmó, lo alce en brazos y respire hondo tratando de no tener miedo antes de tiempo, tal vez tenía un calambre, tal vez solo necesitaba un masaje en su pierna.

Intenté pensar positivo, las palabras de mi madre comenzaron a resonar en mi cabeza.

Es un perro viejo, Atlanta, algún día tendrás que aceptar que el se irá.

El solo pensar en aquellas palabras hizo que mis ojos se llenaran de lagrimas, negué abrazándolo tratando de que mis manos no temblaran.

— Todo estará bien ¿si? — dije intentando animarlo. Suspiré y me acurruque con el en mi cama, lo abrace y acaricie su pelaje.— Sabes que... si tu sufres aquí, puedes irte ¿verdad? Yo no sería capaz de retenerte a la fuerza si veo que sufres, yo.. yo te amo.

(Fin del flashback)

Ya habían pasado tres días exactamente desde aquellas palabras, al levantarme creí que el estaría bien, pero cuando fui a verle me di cuenta que estaba en peores condiciones, su cama estaba orinada, temblaba, intenté llamarlo y que se levantara, el lo intentó, pero no lo lograba, al no poder hacerlo el lloro un poco, negué levemente y respire hondo tratando de calmarme, ya había sufrido tres ataques desde que esto Había comenzado, no podía sufrir otro ahora, debía ayudarlo pero no sabia como. Llamé a Marco pero el no respondió, llamé a Leah y por fin respondió.

— Leah por favor, necesito que vengas.. — sollocé suabemente y traté de calmar el temblor de mos manos.

Cuando respondieron, supe que no era ella.

— ¿Hola? Atlanta, Leah esta dándose una ducha ¿pasa algo? Son las diez de la mañana. — habló con pesadez.

Sabía que le molestaba el simple hecho de que existiera pero en el momento en que habló solo solté un sollozo. No me importaba si el me veía débil justo ahora.

— Alek.. por favor dile a Leah que se de prisa, necesito que alguien venga ahora. — cerré mis ojos con fuerza conteniendo las lagrimas. — No se conducir y necesito un maldito coche ahora o juro que no se que haré — repetí con mi voz temblorosa.

Nuevamente estaba sucediendo, estaba teniendo un ataque, no era la primera vez que me sucedía y siempre solía causarlos el miedo a perder a alguien. Levanté en mis brazos a mi perro con cuidado y solloce.

— Por favor, dile a alguien, te lo suplico... No quiero que se muera.. — repetí un par de veces.

— ¿Con quien estas, Atlanta? ¿Quien se está muriendo? Ya voy para allá, no hagas nada, solo espérame. Háblame mientras yo voy llegando, no dejes de hablar, dime que pasa. Explícame quien se está muriendo, por favor, no logro entenderte si lloras. — repitió algo desesperado a través del teléfono.

Mentiras Peligrosas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora