Capítulo 33. El viaje de tus sueños

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Atlanta.

Había aceptado ir a un viaje con Alek, no sabía si eso era bueno o no. Solo sabía que si quería olvidarme de todo, quería y lo estaba por hacer.

Él me había llevado a casa para que pudiera prepararme, me pidió que lo viera en en aeropuerto, pues al parecer la compañia para la que trabajaba tenía un maldito avión el cuál podía utilizar, algo que jamás supe hasta hoy.

Suspiré y observé mi habitación, ya había hecho mis maletas, Marco no había parado de llamarme aún, luego de la pelea él solo se alejó pero las llamadas seguían llegando. Aunque no era como si realmente quisiera escuchar sus excusas esta vez.
 
Luego de que tuve todo lo que creí que podría llegar a necesitar, pedí un taxi y espere a que este llegara en la entrada de mi casa, al llegar el coche, el señor me ayudo con la maleta a lo cúal le agradecí. Una vez llegué, baje del taxi y le di el dinero al hombre, sonreí deseándole un buen día y camine con mi maleta hasta el jet privado de Alek.
 
Mi telefono sonó, suspire viendo la pantalla y negué riendo.

Sé que ustedes quieren descubrir quien soy detrás de estos mensajes, pronto lo sabrán aunque antes me encargaré de arruinarlos por completo. Comenzaré por decirles que es lo que sucederá, Leah se volverá irrelevante, Marco es un arrivista manipulador, Alek una pieza de ajedrez facil de mover... Y tu, querida Atlanta, eres una bomba a punto de estallar.

Respiré hondo y guardé mi telefono en el bolsillo, un simple mensaje no arruinatia esto. Alek me esperaba fuera del avión, su sonrisa demostró alivio cuando logró verme, tal vez por que pensó por algunos segundos que no vendría. Me acerqué a y sonreí levemente.
 
No quería que supiera acerca de aquél mensaje, en lo posible deseaba que cada mentira fuera enterrada en la tierra. No queria que Leah supiera de este viaje, no quería que Marco supiera de mi pasado, y sobre todo no quería que Alek se metiera en mas problemas.

— Bueno, bonita ¿Estás lista? — preguntó alzando sus cejas sacandome del pequeño trance en el que estaba, mientras tomaba mi maleta y la metía al avión.
 
Cuando regresó tomo mi mano y tiro de mi hasta que ambos estábamos dentro. Vi las puertas cerrarse y observé el interior del avión.
 
— ¿No piensas darme un beso de los buenos días? Acabamos de vernos y solo recibí una bonita sonrisa. — mencionó mientras su sonrisa se agrandaba en sus labios.
 
Mordí mi labio suavemente asintiendo y me acerqué a el, deje un pequeño beso en su mejilla y me mantuve quieta frente a el aún a centímetros el uno del otro. El tomó mis caderas con seguridad y me pegó a su cuerpo sin pensarlo, ladeo su cabeza un poco y se acercó a mi oído
 
— No juegues con fuego, Atlanta.. puedes quemarte muy pronto si sigues así. — Susurró y apoyo sus labios en la esquina de los míos dejando un pequeño beso.
 
Mi corazón dió un pequeño respingo ante aquello. Respiré hondo y sonreí tratando de fingir que aquello había sido normal.
 
Dios ¿acaso quiere matarnos?
 
Habló mi conciencia, quise golpearme a mi misma pero si lo hacía podría parecer una loca, y prefería que al menos en este viaje el viera una versión de mi más calmada tal vez.
 
— ¿Quieres apostar quien se quema primero?... — pregunté tratando de olvidar ese momento por segundos.— ¿A donde iremos?
 
Su sonrisa no se borró, rió y tomo mi mano guiándome al asiento, se sentó a mi lado y se acomodó soltando un suspiro bastante exagerado.
 
— Vamos a ir a África, es un buen lugar para disfrutar de todo. —explicó, al ver que aún no me había colocado el cinturón, se acercó quedando su rostro a centímetros del mío, el miró mis labios y sentí el cinturón abrocharse, trague saliva y el se separó sonriendo.
 
Suspiré negando y lo observé, el tampoco se lo había puesto, mordí el interior de mi mejilla y me acerqué imitando su acción de abrochar su cinturón, mire sus ojos por unos segundos, aunque rápidamente su vista fue nuevamente a mis labios.
 
No supe en que momento su mano fue a mi cuello apretando suavemente este, me obligo a sentarme y luego de que obedecí, su mano bajo lentamente por mi cuello hasta mis pechos.
 
Me negaría si no supiera que quería lo mismo que él.
 
Llevó su mano a mis piernas y apretó suavemente mi muslo, jugó con el borde de mi falda y sonrió levemente. Su rostro se hundió en mi cuello dejando un camino de besos.
 
Dios, él realmente sabía como tenerme a sus pies con tan solo eso.
 
— Alek... ¿que haces? — pregunté por lo bajo intentando que no se notaran los nervios en mi voz.
 
— ¿Que hago?... Te toco, eso hago, bonita. ¿Crees que me da miedo quemarme, Atlanta? Vamos, admite que si quisieras que apartara mi mano de ti, ya me habrías dado vuelta la cara de una bofetada. — mencionó en mi oído.
 
Mis ojos se cerraron al instante en que su mano subió un poco mas por mis muslos, mi respiración comenzó a agitarse cuando siento que con sus labios comenzó a dejar pequeños besos en aquella zona sensible, mis caderas se alzaron inconscientemente disfrutando de su tacto.
 
— ¿Ves como tu cuerpo me suplica que te toque? Pídelo, pídeme que juguemos un rato y haré más que tocarte así. — su tono sensual al hablar me hacía olvidar todo el mundo, solo necesitaba mas de el.
 
Mi respiración irregular se podía notar, sin darme cuenta había abierto un poco mis piernas permitiendo cualquier acceso a mi cuerpo que el quisiera. El quería jugar, y siendo honesta, yo también. Abrí mis ojos y lo observe, roce nuestros labios levemente y acaricié su pierna, mi mano llego a su entrepierna donde apreté suavemente, inevitablemente un jadeo salió de sus labios, su ceño fruncido, el deseo en sus ojos, todo indicaba que esto acabaría mal. Pero lo necesitaba, necesitaba el desastre que iba a suceder.
 
— ¿Acaso quieres que me detenga?.. Dile a tu cuerpo, por que el no me esta pidiendo que pare, sino que siga jugando. — aclaró, volvió a girar mi rostro suavemente y lamió mi cuello, eso me sacó un jadeo, ladee mi cabeza como el pedía por unos segundos permitiendo que el hiciera aquello.
 
— ¿Quieres jugar, Alek? Bien... ¿Y si jugamos a quien aguanta más sin el otro? — pregunté en un suave y pequeño susurro.
 
El asintió levemente, sonreí y acaricie suavemente el bulto entre sus piernas, el roce de labios volvió, su mano fue a mi cuello obligándome a verlo, sus labios se entreabrieron cuando mis caricias se volvieron apretones suaves en aquella zona sensible. Se podía ver como hacía lo posible por contenerse.
 
Sus caderas se alzaron intentando sentir mi mano aún más, tomé con mi mano libre su muñeca aportándole un poco de mi, me escondí en su cuello y comencé a dejar algunos besos en esa zona.
 
— Maldición, Atlanta... si sigues juro que no va a terminar bien nada de esto. Voy a follarte en cada maldita parte del avión. — susurró de forma ronca.
 
Aquello era lo que mas deseaba, que el me tocara, que me hiciera suya. No me importaba los problemas que podíamos causar al hacer esto, solo necesitaba que lo hiciera.
 
— Sabes lo que pasa si no te controlas Alek, perderás.. ¿estas seguro de querer dejarme ganar? — pregunté con un tono de inocencia fingido.
 
Lo próximo que se escuchó fue mi cinturón desabrocharse, me senté en su regazo y recosté mi espalda en su pecho, sus manos fueron a mis caderas presionándome contra el para lograr sentir su erección. Mordí con fuerza mi labio y me escondí en su cuello, dejé pequeños besos y mordidas en aquella zona, me acerque a su oído mientras mis caderas se movían lentamente contra el, lograba sentir el roce de ambos.
 
— Alek... — gemí en su oído para provocarlo, de sus labios salió un pequeño gruñido
 
Sus manos fueron a mis piernas abriendo estas un poco, una de ellas se mantuvo acariciándome por encima de mi falda, su otra mano subió por mi abdomen llegando a mis pechos, apretó con fuerza uno de ellos y tiro del escote, sus caderas se movieron hacia arriba intentando sentir aun mas aquella fricción entre ambos por lo cual jadee, sus dedos acariciaban encima de mi falda mi intimidad sin vergüenza alguna, mis piernas intentaron cerrarse conteniéndome a gemir. Su mano la cual se encargaba de manosear mis pechos a su antojo fue a mi cuello, me obligo a verlo por unos segundos mientras que su otra mano se adentraba dentro de mis bragas, mis labios se entreabrieron dejando escapar un gemido, cerré mis ojos tirando mi cabeza hacia atrás.
 
Él aprovechó aquel acto para adentrarse en el espacio de mi cuello, sus labios devoraron aquella zona, sus dientes mordieron y marcaron a su antojo mi piel, marcándome y reclamándome como suya, el deseo contenido hasta ese entonces se había apoderado de ambos, ambos deseábamos esto, incluso más que nada durante meses, y ahora nada nos detenía a cumplir nuestro deseo culposo.
 
— Ya no puedo más, maldición me vale mierda la apuesta. — habló irregularmente, desprendió su cinturón y nos giro.
 
Me obligó a sentarme en el asiento y abrió mis piernas, se arrodillo frente a mi y me atrajo hacia el tomándome de la nuca para luego comenzar a besarme con necesidad y deseo, no había rastro de gentileza en aquel beso, solo dos cuerpos suplicando el roce de ambos, el sabía como tenerme a sus pies con poco. Su lengua jugó con la mía en medio del beso mientras que mis manos lo atrajeron hacía mi, jadee suavemente y me separé para poder sacar su camiseta, tragué saliva y lo observé con suplica.
 
— Por favor, te lo suplico... Hazlo, hazlo... — él asintió suavemente y sonrió, relamió sus labios lentamente y bajo sus besos por mi cuello, sonrió contra mi piel dejando pequeñas mordidas y lamidas en esa zona.
 
— Serás mía. — aquellas palabras fueron las últimas antes de que me quitara la blusa.
 
Quitó mi falda y bragas al mismo tiempo lanzándolas por algún lado, beso, mordió, succionó y tiro de mis pezones mientras que sus dedos ahora hacían contacto con mi feminidad
 
— Haz.. Haz perdido. — susurré entre gemidos, tiré de su cabello sintiendo como sus besos bajaban por mi cuerpo, su lengua se deslizaba con destreza por mi abdomen, al llegar a mi feminidad se detuvo, alzo su vista y sonrió relamiendo sus labios.
 
— No me importa una mierda la apuesta, nada tiene comparación con el verte de esta forma. — susurró, acercó sus labios a mi zona intima, lo siguiente que sentí fue su cálida lengua, el comenzó a lamer de forma lenta y torturadora, de vez en cuando aumentando el ritmo.— Dime ¿imaginaste que yo te haría este tipo de cosas? ¿Me imaginaste tocándote en las noches? — preguntó abriendo mis piernas, las dejo sobre sus hombros para así tener mas accesibilidad a mi feminidad, donde se concentró en lamer y succionar mi clítoris, en respuesta gemí alto y cubrí con mi mano mi boca. Negué suavemente y tire de su cabello.— Dilo, quiero oírlo.
 
— Yo... Oh dios, Alek... —grité al momento en que sentí dos de sus dedos entrar en mi interior.
 
Sus dedos se movían con destreza al igual que su lengua. El los movía con rapidez, sus dedos entraban y salían de mi interior con una velocidad que no conocía hasta ese entonces. No tardó en mover su lengua aún mas rápido, antes el en muchas ocasiones había mencionado su don para mover la lengua gracias a que él sabía hablar francés. Pero dios, ninguna de sus palabras se comparaba a sentir su lengua por primera vez. Mi espalda se arqueo, mi cuerpo se retorció en el asiento, mis piernas intentaban cerrarse al sentir un cosquilleo en mi vientre.
 
— Te suplico que me folles, no puedo esperar más, por favor... — mis suplicas rápidamente hicieron efecto por que lo próximo que el hizo fue desprender su pantalón y bajarlo junto a su bóxer.
 
Acarició por unos segundos su miembro erecto y me obligó a abrir las piernas, alzó mis caderas un poco y se ubicó entre mis piernas para luego rozar el glande de su miembro contra mi feminidad, cerré mis ojos y me queje, dios.. él no tenía idea de cuanto necesitaba que me follara.
 
Entró en mi de una sola estocada, solté un gemido aferrándome a el, mis uñas se enterraron en su espalda. El jadeo en mi oído, me presionó a el comenzando a embestirme. Sus embestidas me obligaron a tirar mi cabeza hacia atrás, mis pechos rebotaron levemente ante cada penetración, entreabrí mis labios soltando varios gemidos con su nombre, por su parte, sus labios entreabiertos, su ceño fruncido, su abdomen tenso y sus manos apretando mis caderas con mas fuerza con cada embestida.
 
— Dios, amor.. nos van a oír los pilotos si no te contienes.. — susurró contra mi oreja, me beso con necesidad y jadeo contra mis labios, una sus manos acarició mi cuerpo hasta llegar a mi feminidad donde comenzó a acariciar con sus dedos mi clítoris mientras me embestía, sus labios bajaron a mi cuello y de sus labios salió un gruñido.
 
No se en que momento pasó, pero con su brazo me giró dejándome de rodillas en el sofá, ladee mi cabeza para poder verlo y noté su sonrisa, su mano se estampó en uno de mis glúteos volviendo a embestirme, gemí alto y como pude cubrí mi boca intentando que no se oyeran aquellos sonidos de placer fuera.
 
— Vamos, bonita, muévete... — susurró en una orden.
 
Obedecí y moví mi cuerpo de adelante hacía atrás ayudando a sus embestidas logrando que se sintiera mas a fondo. Su mano volvió a estamparse contra mis glúteos y gruñí, enterré mis uñas en el respaldar del asiento y el rodeó con su brazo mi cintura, su mano libre tiro de mi cabello obligándome a verlo, beso mis labios y jadeo contra ellos mientras que sus embestidas aumentaban.
 
Pasaron algunos minutos hasta que volvió a cambiar de posición, me dejó nuevamente boca arriba recostada y llevo una de mis piernas sobre su hombro, me penetró con más dureza y de mis labios salió un grito de placer.
 
Sonrió y siguió moviéndose por varios minutos, una de sus manos acarició mi clítoris estimulando más aún aquella zona hasta que ambos llegamos al orgasmo, gruñó corriéndose en mi y sonrió.
 
— Dios, eso fue... — No acabé la frase ya que el me interrumpió.
 
— Fue maravilloso, perfecto, genial, increíble, fantástico ¿me falta alguna forma para describir lo que hicimos? — preguntó sonriendo, dejo un beso en mis labios y tomó su camiseta, me la dió para que me la pusiera y así lo hice.— Te queda bien mi ropa, hace notar a quien le perteneces.
 
Sonreí rodando mis ojos y tomé su mano una vez terminó de vestirse. Caminamos un poco hasta que el detuvo un taxi en la calle. Pasaron unos veinte minutos en coche hasta llegar al hotel donde al parecer la recepcionista al menos si sabía inglés. Escuché atentamente lo que Alek decía y alcé una ceja cuando ella le sonrió de una forma bastante significativa.
 
¿Acaso estaba pintada?
 
Pensé entrecerrando mis ojos hacía ella, hice una pequeña mueca y mordí el interior de mi mejilla levemente.
 
— Bueno, ha dicho que si están las dos habitaciones que reservé, no pensé que tu y yo... ya sabes. — intentó explicar mientras rascaba su nuca, hizo una pequeña mueca y acarició mis nudillos.— Podemos dormir juntos de todos modos si quieres eso.
 
— Está bien, luego vemos como nos organizamos. — asentí mientras caminaba con él hacía el elevador. — ¿Que tienes planeado para que hagamos?
 
— Tu solo ponte algo cómodo, ya tengo este día planeado, así que yo esperaré a que te acomodes en la habitación. Venga, ve. — él me dió un pequeño empujón cuando llegamos hasta la habitación y suspiré asintiendo.
 
Una vez entré, me puse un short negro junto con una blusa blanca de tirantes, até mi cabello en una coleta y sonreí levemente cuando vi las marcas en mi cuello, reí negando mientras salía de la habitación. El estaba esperando sentado con la espalda contra la pared.
 
— Bien, espero que aún te guste caminar, por que vamos a ir a recorrer la selva con los demás turistas. — mencionó tirando de mi hacía el elevador nuevamente, él me sonrió y negó.— Y prometo que no te pasará nada mientras esté a tu lado.
 
Pasó una media hora hasta que llegamos al pequeño sendero marcado en medio de la selva donde encontramos algunos carteles indicando que no debíamos separarnos del grupo.
 
— Atlanta, mira esto. — habló Alek detrás de mi, al girarme el sonrió y sostuvo al pequeño mono en su hombro mientras sonreía. — Encontré a tu hermano.
 
— Ay, que gracioso eres. — murmuré golpeando su pecho, observé al pequeño animal colgando del brazo de Alek y decidí tomar varias fotos a esa escena. — salieron bonitos ¿Podemos llevarlo un rato con nosotros? — un pequeño puchero en mis labios se hizo presente provocando que Alek soltara un suspiro.
 
— Solo un par de metros, y lo dejamos que vuelva a donde debe. — murmuró tomando mi mano, entrelazó sus dedos con los míos y suspiró mientras sostenía con su otra mano al pequeño animal que aún colgaba de el. — El camino es aburrido ¿Quieres saber que hay más allá?
 
— Pero se supone que no debemos adentrarnos en la selva sin un guía. — le recordé tomándolo de su brazo cuando el quiso avanzar fuera del camino.
 
— ¿Confías en mi? No va a pasarte nada si estoy contigo, te lo prometo. — aseguró acariciando mi mejilla, tragué saliva y asentí. — ¿Eso significa que vienes conmigo?
 
— Eso significa que estoy loca, pero si, se que contigo estoy a salvo aunque no se si puedas protegerme de un león. — una pequeña mueca apareció en mis labios mientras que el dejaba en una rama al pequeño monito.
 
Tiró de mi mano adentrándonos entre los arboles hasta que encontramos mas caminos, ver su sonrisa me daba algo de seguridad aunque claramente no demasiada.
 
— ¿Crees que encontremos algún animal? — preguntó observando hacía los lados como si se tratara de un juego. — Oh dios, ¡Atlanta mira eso! Son Jirafas, son Jirafas. — repitió tirando de mi blusa, sonrió y me observó. — ¿Nos acercamos?
 
Dudé unos segundos en que responder pero luego asentí, caminé detrás suyo acercándonos a las jirafas pero en segundos él se detuvo, fruncí mi ceño y me asomé detrás de el para ver la razón del por qué nos deteníamos y fue recién ahí que pude ver a un pequeño león jugando a tan solo medio metro de nosotros.
 
— ¡Por dios, es perfecto, es perfecto! — grité, cubrí mi boca cuando me di cuenta de lo que hice y me acerqué con cuidado al pequeño cachorro, me arrodillé a unos pasos de el y con una pequeña rama lo animé a que se acercara. — Ven pequeño, ven... No voy a hacerte daño, solo quiero darte mimitos...
 
— Cielo ¿Sabes que si el fuera más grande ya te habría comido? — cuestionó él contra mi oído con una sonrisa.
 
Suspiré al oírlo y tire levemente de su cabello, sin siquiera responderle me acerqué mas al animal y lo sostuve en brazos, reí cuando el comenzó a jugar y tirarse sobre mi. Escuché el click de la cámara de fotos un par de veces y gire mi rostro abrazando al león.
 
— ¿Fueron lindas fotos? — pregunté alzando mis cejas, el asintió y soltó una pequeña risa cuando el cachorro se trepó mi hombro.
 
— Atlanta, debes dejarlo ir con su mamá, ella debe estar buscándolo y créeme que no le agradarás en lo más mínimo. — me advirtió mientras me ayudaba a ponerme de pie, suspiró al ver que yo realmente no quería dejar al pequeño y acaricio mi mejilla. — Te prometo que si lo dejas ir con su mamá, algún día aunque sea lo último que yo haga, de forma legal obviamente... adoptaré uno para ti. Será tuyo y lo tendrás en alguna reserva a donde ir a visitarlo.
 
Mire al cachorro y mordí el interior de mi mejilla asintiendo suavemente. Con cuidado lo dejé en el suelo y vi como comenzó a correr perdiéndose entre las plantas.
 
— Ahora vamos, tal vez encontremos mas cosas si seguimos. — prometió comenzando a caminar tomando mi mano.— A demas... sabes que si la cria de un leon anda por aquí, significa que uno mucho mas grande también, no quiero que nos coman.
 
Por un pequeño rato nos mantuvimos ambos callados, ninguno dijo nada, parecía no ser necesario, era un silencio cómodo, era como si no se necesitaran palabras justo ahora. Caminamos por un buen rato hasta que encontramos una cascada enorme.
 
— Wow, en definitiva esto es único. — murmuró girando su rostro hacía mi, sonrió quitando su camiseta y su pantalón para luego lanzarse al agua.
 
— ¡Oye, espérame! — grité, sonreí comenzando a quitarme la ropa y luego me lancé detrás de él.

Reí y comencé a nadar lo mejor que pude hasta llegar a su lado, rodee su cadera con mis piernas y acomodé su cabello mojado. Ambos quedamos debajo de la cascada por lo que miré hacia arriba y sonreí logrando ver el agua caer.
 
— Te ves hermosa, realmente odio ver como te lastima cada día un poco más y tu lo permites. — acarició mi mejilla y dejó un beso en mi nariz, sonrió y dejó otro en mis labios, fue corto pero lo único que necesitaba para querer un poco más de él.— Vamos a nadar un rato, relájate y luego volvemos con los demás.
 
Asentí y con cuidado me separé de su cuerpo, suspiré y comencé a flotar por un rato. Era lo maximo que sabía hacer realmente, no sabía nadar pero sabía lo suficiente como para flotar. Cerré mis ojos mientras sentía sus manos en mis piernas ayudándome a moverme lo cúal me hizo sonreír.
 
Fue así como pasamos toda la tarde en el agua, nos dimos cuenta bastante tarde de que estaba oscureciendo y que si no volvíamos nos perderíamos el autobús donde todos volverían al hotel, pero por suerte llegamos a tiempo y fue incluso gracioso notar que nadie se había dado cuenta de que ambos habíamos desaparecido, o tal vez estaban acostumbrados a que eso pase pero de todos modos nadie había dicho nada al respecto.

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⏰ Last updated: Nov 30, 2023 ⏰

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Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now