Capítulo 9. Los accidentes pasan

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Atlanta.

Leah había convencido a todos de hacer un pequeño viaje, extrañamente nadie estuvo en contra de eso.

Observe a Leah llevarse lejos a Alek, y Marco se puso frente a mi con una sonrisa. A veces me sorprendía como sus personalidades eran tan distintas para todo.

— Tengo una sorpresa para ti, vamos. Cierra los ojos al entrar. — ordenó Marco.

Reí negando, me obligué a cerrar los ojos y quedarme en la puerta sin moverme. Varios segundos sentí que dejaba un beso en mis labios.

— Ya puedes ver. — murmuró feliz.

Parecía un niño pequeño y no era algo que siempre ocurriera. Lo primero que vi fue a Marco con un gran ramo de flores, aquello me hizo soltar un pequeño grito de felicidad.

— Dios, amo las flores. ¿Cuando las compraste? —murmuré sorprendida, tomé el ramo y lo abrace contra mi. — Es perfecto.

 — Supe que estuve terriblemente mal cuando intenté espantar a tu amigo el día de la pijamada... Así que, solo pase y vi ese ramo, pensé que mi novia merecía todo lo bueno y también una enorme disculpa. — se balanceo en su lugar y me tomó de la cintura, sonrió y dejo pequeños besos en mi rostro.— ¿Lista para irnos? Ya quiero pasar la noche contigo.

— ¿Podemos irnos par de tontos? Dios, me dan nauseas últimamente. —expresó Leah con algo de asco.

Sabía que bromeaba pero ella se ganó una mirada de odio de parte de su hermano.
 
— Apoyo a Leah, dios. Despeguen sus lenguas y vamos. —continuó Alek, pasó literalmente por en medio de ambos.— Estoy seguro de que se contagiaran alguna enfermedad si siguen así.

Marco iba a decir algo pero lo interrumpí dejando un beso en sus labios. Tire de su brazo obligándolo a salir de la casa.

— Ya, yo me pido ir delante. —grité mientras iba corriendo al coche, me senté de copiloto y sonreí. — Es más cómodo al dormir.

Leah bostezo y se sentó detrás de mi, se acurrucó en su lugar y cerró sus ojos. Alek se sentó a su lado pero se recargó en la puerta dejándole espacio a Leah para que estuviera cómoda.

Luego de una media hora, todos dormían excepto Marco ya que conducía. No estaba segura exactamente del momento en el que caí en un profundo sueño.

La silueta de mi madre se acercó había un niño a mi lado. No estaba segura de quien era exactamente, pero ella nos observaba con amor y algo de miedo.

Sabía que esa niña era yo pero no reconocía al niño, los tres parecíamos asustados.

— Algún día podremos ser felices juntos. — Mamá hablaba entre sollozos.

El niño delante de ella lloró negando varias veces.

Quería saber quién era aquél niño que me hacía compañía pero no lo recordaba.

Era como si esa parte de mi vida había sido bloqueada por completo.

Los disparos sonaron cerca de la habitación haciéndome sobresaltar. Mire a la niña pequeña y solo allí me percaté de que había un rastro de sangre cerca de su abdomen, grité aunque nadie era capaz de escuchar. 

Mas que una pesadilla, parecía ser un vago recuerdo, pero no entendía de donde provenía.

Pero, si era un recuerdo. ¿Quién era el niño? ¿Por qué no lo recordaba?

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now