Capítulo 10. Inseguridades en medio del caos

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Leah.

Al llegar al hospital, el drama empeoró, Atlanta gritaba por ayuda, Alek apenas podía caminar y yo no sabía para que lado debía correr.

— ¡Yo te advertí que era una mala idea! — comencé a hablar mientras ayudaba a Alek.

Atlanta lo ayudaba también mientras que Marco nos miraba.

— En eso sí estoy de acuerdo, además te pedí que tomaras a Atlanta. — continuó Alek y esta vez yo lo miré mal.

— ¿Y por qué me siguieron? Yo sabía lo que hacía. — respondió Marco y quise golpearlos a los tres.

Cada paso que dábamos parecía ser una tortura para Alek, incluso si intentábamos que no pisara demasiado parecía dolerle. Atlanta y yo hacíamos un esfuerzo, pero ni siquiera juntas lográramos que él no tuviera que hacer la mayor parte del trabajo.

— ¿Sabías lo que hacías? — preguntó Atlanta alzando las cejas.

Abrí mi boca algo sorprendida al oírla mientras que Marco solo abría la puerta del hospital para nosotros.

— Claro, ya, tu ibas saber que estabas haciendo. ¡Que no ves que por poco y quedamos los tres allí! — se quejó Alek mientras se intentaba sostener de la pared.

La enfermera que estaba en recepción se acercó hasta nosotros. Ella y otras enfermeras tomaron a Alek ayudándole a sentarse sobre la camilla para llevarlo con un médico.

Las malas caras no hacían falta, yo me crucé de brazos sentándome en la silla de la sala de espera, Marco se recostó a una pared y Atlanta no había dejado de caminar. Las malas miradas entre Marco y Atlanta me hacían querer pegarles con una de las sillas, había cosas más importantes.

No pude evitar observar a Atlanta, quien por una media hora no había dejado de caminar en círculos, estaba segura que si estuviera en un segundo piso la duela se abría roto.

Solté un pequeño suspiro y cuando vi que el doctor había salido de la habitación me puse de pie, pero antes de poder acercarme, Atlanta se adelantó tápidamente sin esperar a ninguno.

— ¿Como está? ¿Se ha roto algo? ¿Es grave? ¿Cuanto tiempo necesita descansar? ¿Se le infectará? ¿Le quedará una cicatriz? — soltó aquellas preguntas sin siquiera detenerse a respirar.

Apreté mis manos levemente y respiré hondo esperando una respuesta.

El pobre hombre dió un paso hacia atrás al oír todas suss preguntas, hizo una mueca mirando por detrás de sus hombros y luego habló.

— Señorita, entiendo que esté preocupada por su novio pero estará bien, aún no puedo decirle con exactitud nada ya que he pedido algunos exámenes para descartar una fractura. — explicó mientras apretaba sus papeles en la mano. — ¿Cuando llegaron, ustedes llenaron las formas de ingreso? —preguntó rebuscando en sus papeles.

Yo solo pude ignorar todo excepto la parte donde habían llamado a Atlanta su novia. Pero no fue ella quien le corrigió aquél error al hombre, fui yo quien lo hizo.

— Yo soy su novia, lo siento, mi amiga esta algo nerviosa. — respondí amablemente, aunque aquella confusión me había molestado un poco y tenía motivos. — Si, llené las formas por él, yo fui. — contesté.

Podía asegurar que el rostro del hombre fue de confusión pura. Me miro a mi, luego a Atlanta y frunció las cejas dejando de revisar en sus papeles para mirarla nuevamente.

Su mirada fue clara, y me encogí un poco, todo el rostro del doctor decía que no entendía que estaba pasando.

— Disculpe a mi novia por la preocupación, es solo que el pequeño accidente la preocupa. — Marco se había acercado a nosotros y nos miraba, luego de decir aquello con una sonrisa pasó su brazo por sus hombros.

Mentiras Peligrosas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora