Capítulo 2. La primer mentira

108 10 22
                                    

Atlanta.

Había pasado aproximadamente un mes desde que Marco me había dicho acerca de su ruptura con Amanda. No estaba segura de si quería verlo con alguien mas pero no iba a ser egoísta con él, no quería serlo.

Suspiré viéndolo dormir en el sofá conmigo en su pecho, una vez más, me había quedado a dormir. Sonreí sin poder evitarlo viendo como se veía al dormir.

— Le gustas tú. — escuché desde la cocina. — Se le nota a kilómetros.

Alcé mi vista, hice una pequeña mueca al ver a Leah allí parada. Desde que Vanessa se había ido de visita con sus padres, Leah había regresado, ella se convirtió en una de mis mejores amigas en muy poco tiempo, la adoraba, era de las mejores personas que alguien podía esperar conocer.

— No se de que hablas, Leah.. — susurré por lo bajo mientras me acomodaba.

— ¿Segura?... Eres a la única chica que ha dejado dormir en esta casa, la única que nos conoce a todos, la única que duerme en su cama, usa sus camisetas, la única a la que abraza al dormir... — comentó caminando hasta quedar frente a nosotros. — Sé que te habló de la misteriosa chica que le gusta, y eres tan inocente que no te das cuenta que habla de ti.

Desvié mi mirada hacía Marco quien aún dormía con sus mano en mi cintura.

— ¿Como lo sabes? — cuestioné volviendo a verla. — Somos amigos desde hace mas de medio año, soy como su hermana, yo...

— Oh vamos, Atlanta... no seas ridícula... — susurró cubriendo su rostro. — Es mas que obvio que esta loco por ti, dios santo.

Suspiré dejando caer mi cabeza sobre el pecho de Marco y ella negó suavemente.

— Puedes seguir engañándote pero ambas sabemos lo que sientes por él. — me apuntó con su dedo e hizo una ligera mueca. — Debo irme, pero piénsalo.

Luego de que Leah se fuera me mantuve despierta sobre Marco por un buen rato hasta que lo sentí removerse debajo mío, sonreí al ver su cara, sus labios entreabiertos, su ceño levemente fruncido, sus manos aun estaban sobre mi cuerpo, como si me reclamara como suya. Negué al pensar eso y reí por lo bajo. De sus labios se escapó un pequeño gruñido mientras que se giraba dejándome de costado pegada al respaldar del sofá. Mordí mi labio con fuerza y respiré hondo, con cuidado moví su cuerpo para intentar despertarlo pero al hacerlo casi se cae del sofá por lo que rodee con mis piernas su cadera intentando sostenerlo.

No fue una buena idea, ya que con aquella simple acción pude notar que algo mas despertó y no específicamente Marco, o tal vez una parte de el si. Trate de moverme un poco pero al hacerlo se puso sobre mi con todo su peso. Maldije por lo bajo a cada uno de mis ancestros e hice lo que cualquiera en mi lugar haría, de repente su cuerpo impactó contra el suelo logrando así despertarlo, al instante me arrepentí de haber hecho aquello por lo que cerré mis ojos simulando dormir. Deseaba que en serio creyera que dormía y que pensara que había sido un accidente, pero no.

— ¿En serio necesitabas tirarme de esa forma de mi propio sofá? — preguntó aun masajeando levemente su cabeza, negó lentamente y con ambas manos tomo mis piernas tirando de ellas para lograr que cayera del sofá también.

Mi intento de fingir dormir no había funcionado en lo absoluto. Ahora la situación era aun peor, estaba también en el suelo, él no tardó en colocarse encima, literalmente sobre mi. Sus manos fueron a mi cintura y se mantuvieron ahí.

— Estabas estorbando, es un sofá no una cama de dos plazas, Marco ¿Pretendías aplastarme? — cuestioné mientras me acomodaba debajo de él.

Me cruce de brazos tratando de mantener una distancia entre ambos cuerpos mientras que seguía esperando una respuesta intentando ignorar el simple hecho de tenerlo sobre mi era lo mejor que me había pasado y lo peor a la vez. Aunque el no pudo ni tuvo la intención de ignorarlo ya que una sonrisa perversa se formó en sus labios.

Mentiras Peligrosas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora