Capitulo 8 - La propuesta

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Marco.

Después de la pijamada de Leah lo único que necesitaba era que nadie volviese a tocar a Atlanta, sabía qué no podía ofrecerle un amor sano ni relativamente sincero, pero podría disimularlo y fingirlo sin que ella notara una diferencia.

No estaba seguro de saber exactamente que era el amor realmente, pero sabía como se veía, era bueno observando y tenía claro que era lo que las chicas buscaban en el amor.

La ventaja de ser el hermano mayor era saber como generar un ambiente de confianza y como lograr que los demás hagan lo que tu quieres.  Leah sabía de algunas cosas pero no tenía conocimiento sobre otras. A diferencia de mi, ella tal vez ni siquiera notaba las veces que yo la manipulaba.

Me gustaba que todo fuera a mi manera, de cierta forma, creo que nada sale bien si no arreglo todo para que así sea. Lo importante ahora de todos modos no era eso, mi plan era que Atlanta no se acercara a Alek, ytenía la idea perfecta.

Había una pequeña cabaña en la mitad del bosque, que le pertenecía a mis padres. En la mañana había hablado con mamá y ella aceptó a dejarme ir con alguien, además mencionó en que lugar estaban las llaves para entrar y no tener ninguna dificultad

Vanessa marcó a mi celular, y yo negué antes de contestar su llamada telefónica.

— Dios Vanessa, ¿qué pasó ahora? — pregunte mientras colocaba el altavoz.

Estaba haciendo una maleta con algo de ropa mía que Atlanta podría usar si quería y el que Vanessa llamara justo en ese momento era bastante inoportuno.

No le diría a donde estábamos yendo.
 
— ¿Acaso estás ocupado? — preguntó Vanessa mientras yo metía un par de abrigos, a pesar de la calefacción en la cabaña no quería pasar frío. — En fin, no llamaba para preguntar por ti, quería saber si sabes algo de Atlanta, no he hablado con ella...desde que estuve con Leah. — comentó ella.

Ante la mención de Atlanta me tensé, no había platicado con ella todavía, debía lograr que aceptara el pequeño viaje improvisado.

— Vanessa, Atlanta y Leah están bien. — conteste poniéndome la mochila sobre los hombros mientras salía de la habitación con el celular en la mano.— Lo único que podría recomendarte es, dales un tiempo. Te fuiste y ellas están haciendo una vida desde que no estás. — volví a hablar.

Intenté no sonar grosero pero al parecer lo hice, porque ella solo cortó a mi llamada.

Ya la había hecho sentirse mal de seguro, aunque lo que yo había dicho no era una mentira.

Vanessa nunca cambió su decisión respecto a irse, ni aunque Leah y Atlanta estuvieran aquí, ella se quiso ir y lo mantuvo hasta lograrlo.

No puede quejarse de que las chicas no le dieran atención ahora.

Pensé, busque las llaves y tal y como mencionó mi madre estaban en la gaveta de su habitación guardadas en el mueble pequeño. Las tomé y rogué que Atlanta estuviese en su casa pero aún así marqué su número de telefono mientras salía de la casa e iba al auto. Subí la mochila y luego entre nuevamente.

Estaba bastante feliz porque había conseguido una canasta de pícnic y la llene de comida, a tope, tenía lo suficiente para tener comida en la cena y desayuno de la mañana siguiente.

Me encargué de preparar todo por mi cuenta, aunque Leah sugirió algunas cosas que tal vez funcionarían.

El celular timbró mientras aseguraba la canasta con el cinturón en el asiento trasero. Atlanta contestó finalmente y yo sonreí.

— Ángel, ¿estás en tu casa? — pregunte mientras me subía al auto.

— Hola, sí, estoy en mi casa. ¿Sucedió algo que deba saber? — habló ella y yo negué aún sabiendo que no podía darse cuenta de aquella acción.

Mentiras Peligrosas. Where stories live. Discover now