O5

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Suspiró.

-Todo fue una pesadilla.

-Me ofendes -todo rastro de alivio fue eliminado de Izuku con esa simple frase.

Algo calló sobre los rizos del chico, y al quitarlo, el grito no se hizo esperar.

-¡Pervertido!--arrojó los bóxers del rubio al suelo -¡Tapate, ahora!

El ejercitado trasero del mayor estubo a la vista de Midoriya por unos segundos, el chico cerró los ojos temiendo a que el otro se diera la vuelta repentinamente y a ver de más.

-¿Pervertido? Sí, pero de igual forma no me bañaré con ropa puesta -se acercó al menor y dio un ligero golpe en su sien -. Es que no piensas, brócoli.

Izuku que mantenía sus ojos cerrados y no los abriría ni loco, los apretó aún más al sentir como Katsuki agarraba su mano.

-Ay no, ay no, ay no -sentía que le iba a dar un paro cardíaco -. ¡Vistete!

-Me iré a duchar -le susurró en el oído con voz ronca -, ¿no vienes?

-¡S-sólo vete!

Lo próximo que se escuchó fue la risa del rubio y la puerta del baño cerrarse. El pecoso sólo atinó a cubrirse el rostro sonrojado con ambas manos y a reprimirse mentalmente por haber pensado en un momento, muy pequeño, en que la voz de Bakugō en las mañanas le parecía sensual y seductora. Avergonzado por la leve erección que tenía, se cubrió con la almohada. No se confundan, no fue por lo que ocurrió, es una erección mañanera común y corriente, algo totalmente normal en los chicos; o eso se dio a entender a sí mismo.

Ese tipo lo iba a matar un día de un ataque al corazón o de una hemorragia cerebral por tanto auto-regañarse.

Aunque bueno, no le dio un ataque, pero sí que casi escupe el corazón por la boca cuando escuchó los leves toques en la puerta.

-Ay no, ¿que hago?

-Izuku, voy a entrar -deberían darle un premio al peliverde por recoger todas las pertenencias del ojirubí y esconderlas bajo la cama en tiempo récord -. ¿Me prestas el secador? ¿Está aquí?

El cuerpo entero del muchacho dejó de temblar de un momento para otro cuando su mamá se acercó al baño, reaccionando de forma inmediata corriendo hacia la puerta velozmente e interponiéndose entre esta e Inko.

-¡E-está en mi tocador! -una gotita de sudor corría por su sien.

-Hijo, ¿estás bien? -la señora acunó el rostro de su hijo con sus manos, intentando medir si este tenía fiebre, pues lo notaba extraño desde que llegó.

-¡Excelente! -respondió con una sonrisa nerviosa.

-¿Por qué cae agua de la regadera? -casi se podía divisar la incógnita sobre la cabeza de la mayor.

Ese rubio le hacía perder años de vida, se haría viejo más rápido si continuaba en ese estado de alerta. Definitivamente le sacaría canas rojas en su cabello verde.

-¡Es que me iba a bañar!

-Ok...

Inko agarró el secador que por suerte si estaba en tocador de su hijo. El cerebro se le bloqueó cuando vio a su madre conectarlo y sentarse para comenzar a secar su cabello.

»-¿No te ibas a bañar? -dijo dejando de tararear alguna vieja canción.

-¿Eh? ¡Ah, sí! -el de hebras rizadas abrió la puerta del baño y entró a duras penas por el pequeño espacio que utilizó por si las moscas.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora