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Pasaban las horas y el rubio no podía dormir, estaba en posición fetal, sin sábanas cubriéndolo por el calor, pero abrazando la almohada. Las ventanas estaban abiertas y la luz de la Luna se colaba por ellas, así como una ligera brisa que movía sus cabellos. Estaba todo casi oscuro, se movía de un lado a otro con los ojos cerrados esperando que le invadiera el sueño.

—Eiji...

No obtuvo respuesta, tampoco es como si la esperara. Se levantó de allí, descalzo, sin camisa ni shorts y con su almohada en la mano, caminó hasta el cuarto de Bakugō, dónde dormía el pelirrojo. Entró en silencio, se sentó en el suelo al lado de la cama y observó fijamente el rostro del chico.

Estiró su mano y le apartó del rostro los cabellos que caían sobre él. Continuó acariciando su tez suave.

>Está durmiendo, no pasa nada, ¿no? Mañana simplemente hago como si siguiera molesto. No sé enterará, él duerme como una roca.<

Se acostó junto a él y lo abrazó desde la espalda. Metió su mano por debajo de la camiseta del pijama que tenía y comenzó a acariciar sus abdominales. Se había acostumbrado ya bastante a dormir con Kirishima, por lo que el plan era quedarse allí hasta tener sueño y luego irse.

>No pasa nada si lo toco dormido, ¿no? Es Kiri.<

Continuó bajando la mano, hasta pasarla por debajo del short.

>Oh por dios, me estoy aprovechando.<

Le acarició el muslo. Había calma en la habitación, ni un solo sonido más que sus respiraciones calmadas. Él estaba un tanto nervioso, pero con el paso del tiempo se fue relajando cada vez más. Estaba logrando conciliar el sueño cuando escuchó al teñido quejarse entre suspiros por lo bajo. Fruncía el ceño, y se encogía. Le dio un besito en los labios y lo siguió acariciando con cariño.

>¿Con qué sueñas, Kiri?<

»—Te extraño, ¿sabes? —susurró casi de forma inaudible.

........

A media noche el pecoso abrió sus ojos. Estaba totalmente pegado al rubio, abrazados el uno al otro, cara a cara. Tal vez acabaron en dicha posición en busca de calentarse mutuamente y no pasar frío. Lo observó por un rato, esta vez sí que estaba dormido.

Era impresionante como alguien podía verse tan lindo incluso durmiendo. Tenía los labios entreabiertos, parecía un chico normal y tranquilo. Acarició sus mejillas, rojas por el frío. La situación se había vuelto muy cómoda, aunque estuvieran tiritando, el calor de uno calentaba al otro.

Estaba sereno, e Izuku no pudo evitar pensar en besar sus labios. La ironía del destino es en serio asombrosa. Hacía menos de dos meses que se aterraba y huía de Katsuki, y ahora lo tiene a su lado durmiendo plácidamente. Pasó de temerle como un gato a un perro enorme, a tener unas ganas infernales de besarlo.

Se acercó lentamente, cerrando sus ojos y lo besó.

Se sintió como el cielo mismo, aunque Katsuki le estuvo dando varios besos últimamente, este se sentía diferente. La calma del momento, el calor que desprendía el rubio, su cuerpo pegado como sticker al de él,  la oscuridad, el silencio... Todo. Simplemente un sensación mística.

>Cálmate, Izuku, si se despierta es tu fin, estás tan cansado que no sabes ni lo que haces.<

Subió una pierna sobre las del chico dormido y se acercó más a él, aunque luego lo pensó mejor y se alejó un poco. No quería amanecer como el hombre que es con problemas mañaneros pegado a Bakugō sin saber cómo estarían cuando despierten. Pero aún así soltó la almohada que andaba abrazando para coger el brazo fuerte del rubio en su lugar.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora