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-Y si, nos besamos.

-¡¿Qué?! -Ochako se sorprendió, pero por su propio bien prefirió no apartar la vista de la calle.

-Si, varias veces.

-¡¿Qué?!

-Y descubrí que sus celos pueden llegar más lejos de lo que creí.

-Eso me lo explicas luego, porque supongo que es más grave de lo que puedo imaginar. ¿Pero dime, no te tocó ahí?

Izuku al momento enrojeció, bajó la mirada hacia sus partes, recordando el camino que la mano recorrió.

-Lo detuve antes de que continuara.

Dio por terminado el tema y se mantuvo en silencio el resto del camino, observando por la ventana y oliendo el pequeño rastro de olor de Katsuki que aún permanecía en la camisa. Odiaba ese embriagante olor, por Dios, ¿cómo una mezcla como esa podía oler tan genial?

-Gracias por traerlo, Ochako-chan, ¿quieres quedarte y comer algo? -la amable Inko como siempre, agradable con sus invitados.

-Si no es mucha molestia...

La señora respondió sonriente con un simple "claro que no" y se dirigió a la cocina a preparar alguna de sus maravillas. Mientras tanto, los dos muchachos fueron a la habitación del pecoso a continuar con la charla.

Uraraka inquirió varias cosas y dudas que tenía acerca del tema, así como preguntó preocupada por el estado del chico de hebras rojas. No lo conocía, de hecho, no conocía a ninguno de los acompañantes de Bakugō, pero por lo que le ha contado Izuku sobre ellos parecen ser geniales. Estaría encantada de irse a una fiesta con Ashido y Kaminari.

-Entonces... ¿Él está esperando a que le des tu consentimiento? -un asentimiento fue la única respuesta que obtuvo -¡Eso es genial! Ojalá todos los chicos fueran así. Hombre responsable y precavido vale por tres.

-Si, me respeta a su manera, supongo que está bien.

La castaña comenzó a inflar sus mejillas que se tornaban de un tono rosa cada vez más y sus ojos se iluminaron. Estaba a punto de soltar un grito cuando la peliverde mujer ingresó a la habitación, ofreciéndoles a los chicos algo de almuerzo, té verde para acompañar y galletas.

-Disfruten, puedes quedarte el tiempo que quieras, Ochako-chan, pero no olvides decirle a tu madre. Prueben las galletitas, las hizo la vecina de enfrente.

-Está bien, Inko-san -esperó un poco luego de que se dejaran de oír los pasos de la mayor para continuar -¡Te estás enamorando!

-¿Qué? ¡No!

-¡Que sí! -gritó de vuelta con los palillos entre los dedos

-¡Que no!

-¡Izuku! ¡No griten tanto! -los mandó a callar amablemente la señora.

Comieron el resto del almuerzo en paz, sin decir una palabra al respecto, pues Izuku se sentía presionado y Uraraka se sentía regañada. La castaña tuvo la genial idea de ir al centro comercial, así podría gritar lo que quisieran mientras de paso veían cosas y se tomaban fotos con ropas que nunca comprarían. Sin duda un buen plan.

-Trae el pan, y suavizante. Del de color rosa. El de la rosa en la etiqueta. Y el pan de la bolsa azul -le dio un beso antes de salir y se despidió de su madre luego de que le diera el dinero para los mandados.

El camino no fue tedioso, solo música tranquila y un poco de tráfico.

-Oye, ya hablando en serio, ¿Te estás enamorando? Sé que te gusta, al menos un poco, ¿un chin chin?

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora