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>¿Y ahora qué? Será mejor que espere a que salga Eijirō del baño y le pida un short, o a Denki cuando llegue.<

Se sentó en la cama de Katsuki, pero luego pensó un poco mejor y se levantó nuevamente. Se recostó de la pared y continuó secándose el cabello. Se dedicó a mirar mejor la habitación.

Era cierto que todo estaba bastante ordenado, aunque duda que la razón sea que el rubio la mantuviera así, y es que el polvo sobre la televisión le rebela que él allí brilla por su ausencia. Quizás se quedaba en algún hotel de vez en cuando, o tal vez dormía en casa de alguna chica como el picaflor que hasta ahora le han dicho que es. ¿Será que pasa las noches en algún bar o discoteca? Sus chanclas estaban allí, se las quería poner, pero fácilmente se percató del tamaño.

Había una alfombra que, una vez más, demuestra que Katsuki no ponía atención a la habitación. Era color violeta claro, con una flor púrpura encima, como esas que tienen las abuelitas en la entrada del baño o la cocina.

Se escuchó el sonido de la puerta y levantó la vista asustado, no esperaba aque sonido.

Kirishima salió del baño, con una toalla atada a la cintura y otra más en la cabeza secando su cabello, lo miró atentamente. El agua corría por su cuerpo. Una gota se detuvo en su clavícula, donde, por lo visto a la par de Katsuki, tenía un tatuaje que ponía shitty hair. Más abajo de ese, tenía un pequeño relámpago.

»¿Son sus apodos? ¿Por qué un relámpago?«

Subió la vista hacia su cabeza, entrecerrando los ojos en señal de rareza.

-¡Oh! ¿Mi cabello? Debería teñirlo ya, se comienzan a notar las raíces.

-¿Te-te-teñirlo?

Eijirō rió, por lo visto el pecoso no estaba informado de que su pelo no era de ese color, su impresión lo demostraba.

-Si... Oye, esa camisa es mía, llevo buscándola desde que llegué. Ya veo dónde estaba. Por cierto, mejor no toquemos las cosas del bro, yo te presto algo mío, ven.

-Pues mejor, mientras no sea de él... Su olor me aturde.

-¿Y entonces dónde piensas dormir? -observó el suelo mojado bajó sus pies, debía secar eso sí o sí, y rápido.

-En el sofá.

Midoriya se miró a sí mismo, agarrando los bordes de la prenda con sus finos dedos, levantándola un poco para ver mejor la figura, se dio cuenta de un hueco que tenía en el lado derecho. Se sonrojó al entrar a la pieza del contrario, pues lo primero que lo recibió, fueron dos envolturas abiertas de condones tiradas en el suelo.

-El sofá probablemente huela más a él que su cuarto.

-¿Qué?

Un golpe se oyó en la sala, la puerta había sido azotada. El ojirubí, creyendo que se trataba de su novio dio la espalda a Izuku para verlo pasar por el pasillo de las habitaciones.

-¡Hola!

Sin embargo, gran sorpresa se llevó al ver a un Bakugō más enojado de lo habitual.

-¡Pelos de mierda!

-¡Kacchan!

-¿Bakubro?

-¡Imbécil! -iba contra la cara, por suerte Eijirō logró desviarlo, pero aún así le dio en en el pecho, lo tiró al suelo.

Varios gritos al unísono, procedentes de la habitación alertaron a la pareja que estaba dándose cariño en el cuarto de un poco más adelante. Pero realmente fue el sonido del tremendo golpe que le asestó el rubio al teñido lo que los hizo salir como alma que lleva el diablo.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora