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Luego de varias horas de malos tratos y bruscos movimientos, Izuku sintió como era arrojado al suelo con fuerza. Se quitó el saco que le cubría la cabeza dejando sus verdes y desprolijos rizos a la vista de un grupo de personas que lo rodeaban. La sala estaba bien iluminada hacia él, pero las personas que allí estaban no eran fácilmente divisibles.

Algunos fumaban, otros tomaban alcohol, o eso suponía debido a los dos olores que más fácil pudo distinguir.

-¿Este?

-¿Ese? -inquirió una voz femenina

-Yo digo que no, será demasiado fácil -dijo con desprecio un hombre, a juzgar por su voz tendría unos treinta.

-No parece que vaya a dar pelea -habló dudoso otro hombre, este de seguro más joven.

-Yo a él lo conozco -e Izuku también se le hacía conocida la voz -, y déjenme decirles que es menos blando de lo que parece.

-¿Eh?

-Me dio unos cuantos golpes una vez.

-¿En serio? ¿Ese niño?

-Pues ese niño, enana medio metro, nos traerá diversión, y en caso de que él no, tal vez llegué luego alguien que sí.

-Entonces está aprobado.

-¿Saben? Estoy cansada de hacerle favores a la perra de Nemuri -habló nuevamente la primera muchacha.

-Tú cállate ¿Aprobado?

-Si, ¡siguiente!

Una vez más cubrieron su cabeza con la bolsa y lo cargaron, esta vez era una sola persona. Luchó y pataleó por liberarse pero cada vez la fuerza alrededor de su cintura era mayor. Sintió como lo toquetearon a su antojo en el tramo que caminó mientras él estaba en su hombro. Y luego de eso, nada.

Despertó un rato después al ser arrojado al suelo, volvió a deshacerse de la bolsa de tela. Sentía un mareo enorme y confusión, no recordaba lo ocurrido. Esta vez estaba en un sitio distinto, el olor era insoportable y le provocaba deseos de vomitar. De hecho, vomitó.

No había nada de luz, y un silencio abrumador que tiempo después fue interrumpido por gritos y una voz sobresaliente.

-¡Damas y caballas! Bienvenidos una vez más a su segunda casa y lugar inseguro favorito. Esta noche tendremos una nueva presa, bueno, como todas las noches. Pero esta presa tiene algo especial, bueno, en realidad no.

Poco a poco los gritos eran más altos. Alguien entró al pequeño lugar en el que estaba.

-Sales ahora niño, o te quedas aquí para siempre. Ve por esa puerta.

-¡Espera! ¿Dónde estoy?

-¿Para qué quieres saber?

-Para saber a dónde tengo que ir.

-No no, me malentendiste -rió por lo bajo -, tú no vas a salir de aquí, pero de este cuarto sí. Ve por esa puerta y garantiza un día más de vida, o al menos unos minutos.

-¡El nombre de nuestro nuevo chico es... Ikutsu!

Y se abrió la puerta dónde él se encontraba. No había más nadie allí así que supuso que aquel error, no, horror de nombre, era él. Caminó fuera y se le bajaron los colores al ver el limpio suelo.

No tenía baldosas, simplemente cemento descuidado y desperfecto, estaba todo lleno de manchas rojas, que segundos más tarde se percató eran de sangre debido a los restos humanos que habían esparcidos por allí.

Una vez más vomitó, mientras frente a él y a sus espaldas las personas gritaban y abucheaban. Recién se percató de su conjunto, y es que le habían cambiado la ropa. Ahora llevaba una simple camisa de tirantes y shorts, también traía un cuchillo sencillo pero muy afilado en un bolsillo y una pulsera color purpura con su nombre mal escrito.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora