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Izuku lucía tan tierno cuando se sonrojaba o avergonzaba, le daba ganas de comerselo.

-¡Estás despierto!

-Nunca dije que me dormí -abrió sus ojos, mostrando ese color fuego que hacía al contrario querer quemarse.

Seguían tan pegados como al inicio, y Midoriya ya comenzaba a sentir calor, así que se alejó. O al menos trató, el rubio aumentó su fuerza en el agarre.

Se retorció, luchó, peleó, pataleó, golpeó y todo lo posible por liberarse pero le resultó imposible. Justo ahora era presa tanto del rubio como de la alta temperatura que los rodeaba. Conozco a alguien que se sentiría muy decepcionado de la inexistente capacidad de concebir su propa libertad del peliverde.

Después de un tiempo, se resignó y habló.

-Pon el aire acondicionado.

-No tengo.

-El ventilador.

-Tampoco.

-¿Por qué?

-Preguntas muchas estupideces... Nunca duermo aquí.

-¿Por qué? -sus ojos estaban atentos a cada movimiento del contrario.

O más bien a como se contraían los músculos de su dorso con cada gesto cuando se arrodilló dándole la espalda y aplicó un tanto de fuerza para abrir la ventana.

-No me sale del culo dormir aquí -dejó una apertura para que corriera el aire, pero solo un poco, tal vez más tarde comenzara a llover de nuevo.

Lo miró con extrañeza, la habitación no estaba mal, de hecho le gustaba, tenía detalles que hacían que se viera bastante bonita sin dejar de ser masculina, excepto por la alfombra.

Sus miradas se cruzaron, Bakugō de pié junto a la ventana e Izuku sentado desde la cama. Lo observó detalladamente, no traía pantalones, ni camisa. Solo sus calzones negros, dejando a la vista el sencillo tatuaje, su sensual cintura, su marcada clavícula, una pequeña cadena de plata en su cuello y algunas cicatrices. Y su abdomen, All Might bendiga ese abdomen, se puede rallar queso sin dificultad alguna allí. Luego esa V tentadora, peligrosa. Más abajo el elástico del boxer censura la imagen.

»-Me gusta cuando me miras así. Sobre todo si miras hacia ahí.

-¡No! -se cubrió con las sábanas -¡Yo no estaba mirando nada!

-Oh sí -se movió y luego se hundió el colchón muy cerca de Izuku-, si estabas mirando todo.

Estaba incluso más rojo que antes, ver la sonrisa pícara de Katsuki por debajo de la manta lo impresionó. Permanecieron así solo unos segundos, tal vez un minuto, solo mirándose.

-¿Qué me miras?

-Se ve a través de tus ojos que quieres que te dé en sesenta y nueve poses y ninguna repetida.

-Claro que no.

-Claro que si.

-Kacchan, quiero dormir, por favor, es tarde, mañana debo irme temprano.

Lo hizo callar con un beso. Esta vez, le tocaba a él llevar el control. Ya recibió la tortura de la suavidad con las que el pecoso besaba, incluso cuando era él mismo quien tomaba la iniciativa.

Profundizó el beso y se movió hasta acostarlo y quedar sobre él. Demostraría quién manda, quién tiene el control. Introdujo su mano por debajo de la camisa y acarició suavemente su pezón hasta que se puso duro. Sentía los latidos de su corazón, alterados, rápidos.

»-Kacchan.

No lograba medir el nivel de calentura que le proporcionaba al rubio que lo llamara por ese tonto apodo infantil, más aún que se le escapara como un suspiro, casi un gemido, provocado por él. Parecía un mote creado por un niño de cinco años.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora