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-Vaya vaya, ¿huyendo? No me sorprende-preguntó la pelinegra al ver al rubio salir por la ventana de la habitación de Izuku. Soltó una risa de nariz y expulsó el humo de su cigarrillo -Al menos algo sacaste a tu madre.

-Eh... ¿Qué quieres? -observó minuciosamente el vestuario que traía la mujer -No, más bien, ¿quién coño eres?

La señora plantó sus ojos carmín en los del muchacho, eran exactamente iguales, solo que los de Katsuki traían un brillo que destilaba ira, coraje, y los de ella arrepentimiento. Pero ambos poseían el mismo color intenso y, además, un poco casi imperceptible de tristeza.

-Dime, ¿a dónde vas, Katsu? -se acercó y posó su suave mano en la mejilla del joven -Lo de saltar por la ventana por lo visto es una costumbre que no se te quita.

La miraba cada vez con más extrañeza, se le hacía muy raro ver a alguien que usualmente vestía ropa de andar por casa y pañuelos sobre el oscuro pelo, llevar un conjunto entre militar y casual con el cabello negro recogido en un prolijo moño. Está seguro de que a Inko e Izuku también se les haría extraño, pero no había tiempo para pensar en ello. La mujer tiró el cigarro que se acabó.

-¡No me puto toques! Dime tú, ¿quién eres? ¿Qué quieres de Inko y Deku? Te advierto que...

-¡A mí no me hablas en ese tono, pequeño bastardo!

La mujer retrocedió unos pasos, dándole la espalda al rubio para encender otro cigarrillo. Katsuki sabía qué algo ahí no encajaba. ¿Qué buscaba? ¿Qué hacía? ¿Qué sacaría de los Midoriya? No eran una familia adinerada, tampoco es que se metieran en líos, mucho menos en algo tan grande como Shigaraki o los Todoroki. Entonces... ¿Quién era ella? ¿Para quién trabajaba?

-Escucha vieja, no sé qué buscas de mí, pero créeme que no lo vas a obtener. Ahora escupe, ¿qué quieres de los Midoriya?

-¿De ellos? Nada. Estoy aquí por órdenes de alguien, pero tranquilo, niñato enamorado, no tengo malas intenciones, todo lo contrario.

Katsuki suspiró, cerró los ojos y le dio la espalda.

-Como quieras -elevó una mano, emprendiendo su camino -, pero como me entere que les hiciste algo, van a tener que buscar tu cuerpo en el río dentro de bolsas oscuras.

La mujer sonrió orgullosa y caminó en sentido contrario al rubio.

...

Izuku se levantó de buen ánimo, pero solo. Le extrañó ya que Katsuki no era de los que se iban en la mañana sin avisar, pero de algún modo no le dio muchas vueltas a la situación, eran mediodía.

-De seguro mi madre lo mandó a comprar algo, o quizás solo necesitaba hacer algo.

Comenzó a hacer lo que se había planteado desde el día anterior que haría.

Primero lavó su ropa y la de Katsuki que había dejado allí, se percató de que faltaba uno de sus jerseys y supuso que el rubio se lo había llevado. Luego organizó su habitación, que estaba hecha un desastre total, camisas tiradas por un lado, la mochila desordenada por otro, la toalla húmeda en el suelo que echó a la cesta de ropa por lavar. Limpió un poco su habitación, la cocina, comedor y la sala.

Aprovechó que Inko no estaba y puso un poco de música para alegrar el ambiente. Abrió las ventanas y apartó las cortinas, colocó un incienso y regó la plantita que yacía en la ventana del salón.

La lavadora sonó y fue su señal para sacar la ropa que había echado primero y meter la segunda tanda. Mientras, sacó de la nevera carne, para que descongelara y comenzó a tender la ropa que sacó antes.

Para cuándo pasó una media hora, ya estaba todo ordenado, limpio y la ropa tendida. Se sentó en el sofá a admirar el resultado con satisfacción.

Inko no llegaba, y le extrañaba, la señora Akayama tampoco había ido por allí ni siquiera a preguntar por su madre, o al menos a ver si él estaba bien, en caso de que supiera que Inko no estaba. Le preocupaba, por lo cuál decidió ir a casa de esta a ver qué tal. Detuvo la música, se puso unas zapatillas, agarró las llaves y salió en camino.

Una vez allí lo primero que vio fue la puerta abierta. Estaba todo desorganizado, las luces encendidas, harina por todo el suelo y la mesa volteada. Decidió adentrarse más en el lugar, con cuidado y precaución, pero luego de registrar todo, jamás la encontró. Solo había más y más desorden.

...

Akayama Rindo: amiga de los Midoriya que ayudó en la crianza de Izuku desde que se mudó a su barrio.

...

-¡Suéltame maldito imbécil! ¡Déjame ir! ¡Esto no fue lo que acordamos, bastardo de mierda!

-Oh, qué lástima, no recuerdo haberte dicho que yo estaba de acuerdo.

-¡Te voy a rajar en dos, maldito!

-Bye bye~

El rubio luchaba contra los casi diez hombre que le rodeaban, iba de manos atadas y aún así logró derribar a cuatro. Con dificultad, lo hicieron subir a la furgoneta color negro, lo sentaron allí con dos hombres a cada lado y otros cuatro en frente, cerraron la puerta y entonces todo quedó a oscuras. El coche arrancó y para entonces su frustración era tanta que sentía que podría explotar.

Tocó el bolsillo trasero de su pantalón, sintiendo allí su celular, sin embargo, de poco le servía si no estaba compartiendo su ubicación actual con nadie, y encima si lo encendía se lo quitarían, pues entre tanta oscuridad una pequeña luz sería terriblemente notable.

El camino era un asco, solo se escuchaba el ruido del motor y las risas de los que iban en la parte del conductor. Pasaron por un sinfín de huecos y desperfectos de la calle, demasiados para ser la ciudad, sinceramente. De vez en cuando, se escuchaban ramas de árboles quebrarse, así que pudo concluir que, en efecto, no estaban en la ciudad.

Una vez se detuvieron, dos hombres abrieron la puerta desde fuera, y entre los seis lo levantaron, sujetándole pies y manos,y lo adentraron a un sitio que no pudo ver, pues le cubrieron los ojos. Lo arrojaron sin nada de delicadeza , como a las valijas en una aerolínea de poca monta.

Estuvo ahí por un buen rato, sin ver ni oír nada, intentando agudizar sus sentidos para poder escuchar siquiera una mosca o sentir alguna mínima señal de que no estaba solo. Y lo logró. Luego de casi veinte minutos, sintió una apaciguada respiración cerca de él. Estaba quizás al otro lado de la habitación.

Primero shitó, luego silbó pero no le respondieron.

-Oye -susurró, pero al no recibir respuesta alzó la voz -¡Hey!

Se movía intentando llegar hasta la persona, pero le resultó imposible, estaba seguro de que lucía como un pez fuera del agua. Después de varios intentos en vano, se dio por vencido. Quizás la persona estaba durmiendo, o noqueada. Suspiró y se resignó a no hacer nada más por el momento.

*****

Hola pastelitos, primero que nada feliz navidad, feliz año nuevo y felices Reyes jAJSJAJAJA.

Segundo, disculpas por la demora (again) y disculpas por los guiones (again), busco siempre la forma de que se publique con los guiones correspondientes pero Wattpad como que me trollea.

En fin, chaos y suerte con este nuevo año <3.

Espero les guste y dejen su like, al hacerlo, alguien le contestará a Katsuki.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora