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Una vez en el hotel, Katsuki arrojó al peliverde sobre la cama, y este se acostó con desgano, bastante cansado y con hambre, aunque sin darle la espalda al rubio. Lo vio moverse de un lado a otro, entrar al baño, salir, volver a entrar, volver a salir, poner la comida en el microondas aunque no lo encendió y hasta revisó su celular. Estaba casi quedándose dormido cuando él lo llamó.

-No seas friki y bañanate, te preparé el baño.

-Hey, que tú igual eres un friki, aquel día en tu habitación vi posters de anime. Además, me duele la pierna.

-Eso tiene solución.

-Kacchan, no.

-Bakugō, sí.

Aprovechando la poca resistencia que puso el menor debido a la lesión, logró desnudarlo fácilmente, excepto por la ropa interior. No podía quejarse, pensó que sería peor, pero sinceramente tuvo sumo cuidado, especialmente con el short, para no lastimarlo. No lo tocó deliberadamente ni nada. Puede decir que lo más incómodo del momento fue que estuviera arrodillado sobre él para mantenerlo quieto. No había excusa para eso, ni modo que saliera corriendo.

Lo cargó hasta la bañera y lo sentó allí para después desnudarse él y entrar también.

Casi le da un ataque al verlo, se puso tan rojo como aquella vez en la ducha de su casa. Y aunque no fuera una gran novedad ver su cuerpo, sí que era una enorme sorpresa verlo libremente. Nunca antes lo había visto por decisión propia, siempre intentaba aparar la vista o simplemente era porque estaban en alguna situación que lo requería. Estaba casi como dios lo trajo al mundo, aunque viendo todo eso, duda que sea creación de dios. Izuku, la lujuria es pecado, y la codicia también.

No todo era color de rosa, claramente iba a ser completado bañarse así, había poco espacio y para colmo la silla plástica en la que estaba sentado el peliverde ocupaba bastante.

Katsuki comenzó echándole agua, de pies a cabeza. También le quitó las benditas de las heridas para lavarlas bien. No eran tan graves las hechas por los perros, pero cuando se desató la pelea, todos terminaron muy afectados, incluído él mismo. Midoriya había recibido golpes justo sobre el arañazo que le hizo el perro cuando le rompió el short, y uno en el tobillo izquierdo, tenía bastantes morados.

Le resultaba desagradable verlo así, le provocaban ganas de volver allí y prenderle fuego a todos esos bastardos por haberse siquiera atrevido a tocarle un cabello a su Deku.

-Tsk.

-¿Todo bien? -lo miró a los ojos, lo veía más enojado de lo usual, y notó que no quería mirar mucho su cuerpo.

-Si.

Cogió el shampoo y comenzó a restregar en el cabello, fue a casa de Izuku exclusivamente a buscar sus productos para el cabello, su peine y ropa interior.

-¿Por qué me hicieron esto?

El rubio se tensó. Es verdad que esta vez se pasaron bastante de la raya, tentaron contra la vida de alguien por una estúpida deuda. Según le dijo Sero el poco tiempo que hablaron mientras estaban en el departamento, Masaru les debía bastante dinero, por lo cual prácticamente les vendió a Mitsuki para que trabajara para ellos. Poco tiempo después ella logró huir, Masaru no estaba por todo Japón para reclamarle, y les resultó imposible encontrarla a ella o su paradero ya que hizo jōhatsu. La deuda ha se había hecho prácticamente personal para ellos, y creció en un problema con la familia Bakugō en general. Ahora, la única persona que quedaba con ese apellido era él.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora