O6

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»Te tendré que castigar...«

Sólo espera no romper a su juguete antes de tiempo.

Los rasgados ojos de Katsuki miraban a Izuku retándolo a irse con el otro chico, le decían claramente "Adelante, atrevete".

El corazón del pecoso se aceleró, sus manos comenzaron a sudar, estaba más que nervioso. No había ocurrido nada y ya comenzaba a arrepentirse. No tenía miedo, o probablemente sí, pero el mantra en su cabeza ahora mismo era:

»Tal vez, desafiarlo no ha sido tan buena idea, bien hecho, Izuku.«

Su temor era que se desatara una ira inhumana en el manipulador rubio que estaba en su baño, mirándolo desde la ventana irse con otro.

El carro arrancó a gran velocidad, y para Midoriya ya comenzaba a ser asfixiante. Sudaba frío, y empezó a temblar, su rodilla derecha iba de arriba a abajo repetitivamente. Comenzó a hacer cálculos, si llegaba a la par de su madre, había un 40% de probabilidades de que se salvara de cualquier cosa que el ojirubí le quiera hacer. Otro 50% es que le cubra la boca para hacerlo sufrir. 8% de que no haga nada, y el pequeño 2% restante, es que no éste allí.

-¡Izuku! -se exaltó con el grito del moreno que iba al volante -¿Pasa algo? No paras de murmurar, no pienso retarte inútilmente en matemáticas de nuevo.

-No ocurre nada, Shindō-kun, solo pensaba en algunas cosas.

El muchacho no dijo más ninguna palabra durante el resto del viaje, no quería incomodar a Izuku de más, ya estaba incómodo y eso era algo innegable. No tardaron más de veinte minutos en llegar a su destino, el cual era el centro comercial. Una vez ahí, Yō compró entradas para ver una película en el cine, así como sodas, palomitas y otras chuches. Sin duda el novio que cualquier chica o chico desearía.

El filme estaba interesante, trataba de... ¿de qué? No lo sabe, no lo está viendo. Lleva las palomitas de mantequilla a su boca casi de forma automática, como un robot.

»¿Por qué yo? ¿Acaso piensa hacer algo conmigo? ¿No se rendirá?«

Sus ojos jade estaban perdidos, miraban todo y a la vez a la nada. Se sobresaltó al escuchar una explosión proveniente de la cinta audiovisual. Y se dio una cachetada al pensar que la silueta caricaturizada e infantil que decidieron ponerle a esa escena era estúpidamente parecida a los cabellos rubios del chico del que quería huir a toda costa. Chico que está probablemente en su habitación en ese instante.

-Estás raro -lo miró el pelinegro -, algo te ocurre. Puedes confiar en mí, Izu-chan ¿sabes?

-Claro, Shindō-kun, pero no es nada, sólo me distraje.

Eso no hizo que la preocupación desapareciera del contrario, sólo logró que le dejase tranquilo por un rato. Cuando acabó la película, buscó algo con lo que distraer a su amigo de lo que sea que le carcomía la mente. Ruidos, música y gritos de alegría y frustración reinaban en aquella sala de juegos a la que arrastró a Midoriya al salir del cine.

Pagó en la entrada por una tarjeta y una vez dentro, miró a todos lados buscando algún equipo que le llamase la atención.

-¡Mira! Siempre he querido probar esa máquina, la veo en películas a cada rato.

-Es imposible de ganar -dijo el peliverde caminando junto al moreno hacia el famoso juego de extraer un peluche -, lo he intentado desde niño, y creeme, soy perseverante y hasta terco.

-Ya lo veremos, no debe ser tan difícil -confiado de sus habilidades, pasó la tarjeta y comenzó intentando extraer un peluche de, un personaje de una serie bastante popular -. ¡No, estuve tan cerca!

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora