1O

9.2K 957 526
                                    

Dos días después, Izuku veía tranquilamente un documental sobre como crece el césped, cumpliendo con su injusto castigo. Estaba tirado en el sofá de la sala, acostado de lado mientras con una mano jugaba con el borde de su pantalón de pijama color verde pastel. La otra mano apoyaba su cabeza para que se mantuviera en alto. Se le escapó un bostezo.

-¡Izuku! -el llamado de su madre interrumpió lo que con tanta pasión y alegría el peliverde hacía.

-¿Qué? -sin respuesta -¡¿Qué?!

Al no haber contestación por parte de la señora, el chico se levantó con pesadez y se dirigió a la entrada donde su madre lo llamaba arrastrando los pies y rascando su panza. En el transcurso por el pasillo, bostezó una vez más, no había dormido bien la noche anterior producto al coraje de ser castigado por culpa de Bakugō.

Y, hablando del rey de Roma, ¿a que no adivinan quien estaba en la entrada junto a Inko? Spoiler, Katsuki.

A Izuku se le espantó el sueño de repente y su corazón se aceleró. Lo primero que hizo como acto reflejo fue cubrirse el torso y el pecho con las mejillas coloradas y los ojos bien abiertos. Su mandíbula se tensó antes de hablar.

-¡¿Qué-qué hace él aquí?!- gritó.

-¡Izuku! Saluda bien a Katsuki, ¿y por qué viniste así? ¡Debiste vestirte! -no se esforzaría ni en contestarle. Él esperaba que fuera Ochako, Shindō o Todoroki, pero no él -Katsuki vino a invitarte a salir.

-Pero mamá, ¿recuerdas que estoy castigado? No puedo salir -le recordó a la mujer con una sonrisa nerviosa en los labios.

Ella rió a ojo cerrado e hizo un gesto de desdén con una mano mientras llevaba la otra a su mejilla.

-Ah ¿eso? Katsuki me convenció de levantar tu castigo. Dijo que estabas con él esa noche dando un paseo. Si me hubieras dicho eso desde un inicio no te hubiese castigado, hijo.

-E-es que no me dejaste hablar -reaccionó un poco tarde a lo que había dicho. Se había ganado a su madre a base de mentiras y actuaciones -. Espera, ¿¡qué!? ¡No tengo ganas de salir! ¡Y menos con él!

-¡Izuku no seas grosero! -caminó hasta su hijo -Tienes suerte de tener amigos como él, no la desaproveches.

Y sin más, se fue por el largo pasillo, dejando a su hijo solo con el rubio. Su madre siempre fue muy precavida en cuanto a sus amigos y parejas. Aunque nunca había estado de novio con nadie, Inko solía preguntarle acerca de su relación con Ochako y pensaba que eran más que amigos, por lo que vigilaba mucho los movimientos y palabras de la castaña cada vez que iba a su casa.

-¿Qué clase de artimaña usaste con ella?

-Ninguna, pequeño Deku. Una madre siempre sabe con quien le conviene juntarse a sus hijos, así de simple.

-Obviamente contigo no -frunció el ceño, aunque estaba lejos de verse intimidante debido a su estado.

-Tienes dos opciones, o salimos, o me meto a tu cuarto y vemos que pasa -se relamió los labios viendo el cuerpo del chico descubierto de las caderas para arriba.

-Le diré a mi madre -apretó más su agarre sobre si mismo, con tal de cubrirse de la afilada mirada carmesí del rubio, que le daba escalofríos.

-Amordazaré tu pequeña y atrevida boquita para que no pueda escucharte -en sus ojos se veía que no mentía.

-Espera un momento.

-Por ti una vida.

Izuku fue a su habitación, donde se vistió con unos vaqueros y una ramera simple. Tomó un abrigo y lo amarró a su cintura. No había frío, pero conocía a Bakugō más de lo que quisiera y tal vez regresaran tarde, era por si bajaba la temperatura a altas horas de la noche. Agarró algo de dinero que tenía y volvió a donde se encuentra el chico.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora