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Con el objetivo de no crear un ambiente incómodo luego de tal escena en el baño, Izuku decidió dormirse antes de que Katsuki saliera del baño. Se acurrucó a como pudo, abrazando una almohada cubierta por su toalla y bajo la sábana,porque aunque afuera habían 26°, dentro el aire acondicionado estaba puesto a todo lo que daba, creando un frío digno de invierno y él estaba recién bañado y con el cabello mojado. Si su madre se enteraba de ello se ganaría un regaño sí o sí.

Obviamente, intentar dormir fue imposible, pues el rubio salió en menos de quince minutos. Las gotas corrían por su cabello, se deslizaban por su cuello y cuerpo y se perdían en los shorts que traía, algunas caían al suelo. El peliverde no se percataba aún de su presencia en la habitación, y seguía tirado en la cama, abrazando la toalla húmeda y forzando sus ojos a mantenerse cerrados, intentando conciliar el sueño.

-Te dije que teníamos que hablar, nerd, no te duermas. Además, no has comido - no obtuvo respuesta, así le arrojó la toalla que traía en su hombro -. ¿Te crees que soy idiota? Responde, enano.

-¡Eso está mojado!

-Ajá, te voy a preparar la comida.

-No tengo hambre. ¿Y si mejor solo dormimos y ya?

-No. Yo sí tengo hambre.

Izuku volvió a intentar dormir, sumando la toalla del rubio a la almohada junto con la suya. Estaba cansado y adolorido. Pero de nuevo fue interrumpido. Sin duda alguna Bakugō no lo dejaría dormir. Se sentó a su lado y le acarició los cabellos, ofreciéndole un plato de comida caliente.

-No quiero.

-Come y punto.

-Hmm...

Se sumieron en el silencio, comiendo lo que habían hecho Sero y Denki. No había quedado nada mal, solo que algún inteligente, concretamente Kaminari, confundió la salsa de tomate con picante. Quedó ideal a gusto del ceniza, pero Izuku se daba un bocado y bebía medio litro de agua, logrando quedar lleno en poco tiempo.

Se quejaba incluso después de comer lo que pudo, el sabor estaba bien, pero no tenía costumbre de tanto picante, incluso estaba rojo.

Sin embargo, Katsuki comió gustoso lo suyo e incluso lo que sobró en el plato del pecoso, y tomó agua luego de acabar con todo.

-Deberías comenzar a acostumbrarte al picante.

-¿Por? - miró al rubio haciendo ojitos -Aún me arde la lengua.

-Porque de ahora en adelante me voy a dedicar a cocinar para ti, y yo cocino con más picante que sal -se levantó y dejó los platos sucios en un cocinita que había allí. Abrió la nevera -¿No hay leche? La leche calma la sensación.

-No hay. Oye, que sepas que yo comida tuya no como eres capaz de envenenarla.

-Te salvé de dos casi violaciones, de una muerte casi segura, de acosadores... ¿Y crees que te echaría algo en la comida?

-Tienes un punto.

El rubio regresó a la cama donde el peliverde ahora estaba sentado con la espalda recargada en el respaldo de madera. Se acostó y puso su cabeza en los muslos del chico que seguía combatiendo contra el picor en sus labios.

-Oye, ¿qué más te gusta aparte del Katsudon?

-Hmm... Katsuki.

El mayor lo miró a los ojos desde abajo, el de orbes esmeralda tenía el ceño ligeramente fruncido, y es que recién se acordaba de los golpes en sus muslos.

-Idiota, si te duele dilo.

Se levantó y tomó él el lugar de Midoriya, para hacerlo tumbarse usando sus piernas para apoyar la cabeza. Seguía abrazado a la almohada, de hecho nunca la soltó ni cuando estaba comiendo. Encogió sus piernas para conservar más calor y se pegó lo más que pudo al cuerpo cálido del mayor.

-Quiero saber más de ti.

-No quiero extender más esto. Dime, ¿esos idiotas te tocaron? ¿Te dijeron algo?

-No, no les oí hablar sobre algo que no fuera yo. Tampoco me tocaron mucho, aunque no sabría decirte, ya que me desmayaron.

-¿Por qué andabas en ropa interior?

-Cuando me desperté estaba así.

-No contestabas mis llamadas ni mensajes.

-Me quitaron mi móvil.

-¿Oíste algo sobre una tal Mitsuki o Masaru?

-¿Son tus padres?

-Si.

-No, nada. ¿Qué pasó con ellos en verdad? ¿Por qué no me cuentas? ¿Cómo conociste a los chicos?

-Mi padre vendió a mi madre porque les debía dinero, luego huyó, simplemente jōhatsu. Pero ella escapó. Según sé, provocó un incendio para fingir su muerte, pero no se lo tragaron y solo logró distraerlos un rato y escapar con un bombero que la cubrió. Se cambió el nombre y todo eso -el menor era todo oídos a él -. Ahora, siendo yo el único que queda a la vista me quieren para saldar la cuenta, y al no poder tenerme fácilmente, te hirieron a ti.

-¿Y los chicos?

- A la ojos de mapache la conozco desde primaria, y Kirishima se me pegó como chicle en la secundaria. Incluso comparto tatuajes con ellos, pero son sencillos. En esos momentos la loca era novia de pelos de mierda, me trataban como igual y no como alguien superior, todos sabían en qué estaba metido mi padre, y ellos también y les dio igual.

-¿Y Kaminari y Sero?

-Ellos también estaban en la secu. Cara plana no era muy notable, pero Denki si, siempre andaban juntos. Recuerdo que un día, Eijirō llegó a mi casa con ellos dos diciendo que los habían golpeado y él los defendido, y aunque los tipos que lo hicieron acabaron fatal, lo apalizaron a él igual. Me pidió que le ayudara con las heridas y que Ashido no se enterara. Ese día, se quedaron los tres en mi casa, y según cuenta Sero, Denki no se quería separar para que lo cuidemos, y si Denki lo hacía él debía acompañarlo.

-Pero si Eijirō era novio de Ashido, ¿cómo acabaron rotando? -estaba sumamente interesado en la historia, además de que le relajaban las caricias del rubio en su brazo y como hablaba suave y sin enojo.

-Ashido lo dejó hace unos años, y Denki que gustaba de él desde preparatoria solo se declaró un tiempo después. Primero lo rechazó, ya luego de varios intentos aceptó. En cuanto a Sero, él no hizo nada. No le gustaba Mina, ni él a ella. Pero se enrollaron en una borrachera. Intentaron ocultarlo por Kirishima, pero cuando él lo descubrió le dio igual, solo le dijo que la cuidara. Estuvieron tonteando un tiempo, pero al final se decidieron.

-¿Y crees que la cuida?

-Tiene qué, si no la cuida que se cuide él, porque le ponemos la verga de nariz y cuando quiera mear tendrá que meter la cara.

-¿Y tú? ¿Cómo te sentías con tanto amor alrededor? O tenías a alguien.

-Si, la hija de una amiga de mi madre, aunque luego me fui del país y más nunca supe de ella. ¿Y tú?

El pecoso estaba cerrando los ojos, ya con sueño. Escondía su rostro en el abdomen del rubio y lo abrazaba de la cintura, aferrándose como si se fuera a caer de un precipicio. Aunque no dejaba de abrazar la almohada con las piernas.

La verdad era que ahora sentía que su infancia fue la mejor del mundo. No conoció a su padre, pero con su madre era suficiente. Lo consentía dentro de sus posibilidades. No tuvo muchos amigos, pero la amable señora de la dulcería siempre jugaba con él, le regalaba galletas y lo sacaba de paseo cuando Inko no podía. Luego llegó Toshinori, que les ayudó a mejorar económicamente y encima garantizaba la sonrisa en el rostro de su madre.

-Bueno... -hablaba lento por la somnolencia -, me criaron entre mi madre y la señora Akayama, una dulcera que se mudó a mi barrio cuando yo tenía más menos diez. Y luego a los quince llegó Toshinori, que comenzó una relación con mi madre, aunque él va mucho de viaje por su trabajo. No creo que haya estado nada mal, la verdad no me puedo quejar...

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora