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~•·•·•·•~

-¡Hey, pelos de mierda ¿has visto a Deku?! -gritó al chico cuando lo encontró.

-¿Eh? ¡No! -contestó a su amigo, tomando a su novio de la cintura que ya parecía loco por haberse alejado tanto tiempo de él.

Y sin más, corrió por todo el lugar en busca del menor o del pelirrojo de orbes turquesa.

Revisó por los baños, tanto de hombres como de mujeres. Buscó por la barra, la pista de baile y todos lados.

-¡Blasty! -le agarró de la mano el, por dos o tres centímetros, más alto -Déjale, él no pertenece a este mundo.

Se sacudió para que lo soltara y le ignoró.

La pareja vio como su amigo se alejó molesto y ansioso. Por un momento, permanecieron callados viendo como Katsuki se alejaba de ellos, hasta que Kaminari entendió que desperdiciar tiempo era un pecado. Miró de reojo al chico a su lado y sonrió de forma traviesa.

-Kiri~ -una de las cosas que mataba al teñido, era la voz de Denki.

El ojiambar era consciente de ello, así que la sabía utilizar cuando y para lo que le convenga. Se acercó de más al pelirrojo, moviendo sensualmente sus caderas contra él al ritmo de la música.

-Kami, no creo que-

-Shh -lo interrumpió. Se acercó a su oído y con un tono lascivo le dijo -Creo que Sero trajo condones de sabores, ¿y si le robamos uno?

No tenía manera de resistirse ante tal oferta que, claramente, no era una invitación a inflar preservativos. Hace varios días que no tienen acción. Primero estaban ocupados preparándose para el viaje, luego comenzaron a vivir junto a Hanta. Su vida sexual se había dado pausa desde hacía unos tres o cuatro días.

Terminó cediendo, dejándose guiar por su bello novio hacia una esquina de la discoteca para besarse como dos adolescentes hormonales, desenfrenada y ansiosamente. El más bajo se sentó sobre el regazo del ojirrubí una vez tomaron como suyo uno de los muebles del segundo piso, casi no llegaba la luz y ni ellos sabían como llegaron hasta allá arriba. Los movimientos de adelante hacia atrás desvergonzados de Kaminari prendían cada vez más al de cabello rojo.

-Vamos a casa.

Agradecían que la multitud esté concentrada en lo suyo y no se percataran de los bultos bajo sus pantalones.

El departamento no estaba tan lejos, tardaron apenas veinte minutos a pie, dirigiéndose aún palabras morbosas entre sí que sólo hacían excitarlos más. Una vez dentro, el rubio empujó al contrario hacia le cuarto que compartían, arrojándolo sobre la cama.

-Esta vez, Kiri, yo controlo -no, no sería el activo, no le iba ese roll.

Pero Dios, como le encantaba a Eijirō que su bebé fuera dominante. Las divinas nalgas del más bajo chocando contra él mientras lo monta, la vista de su rostro sonrojado con los ojos en blanco, los pequeños arañazos que le dejaba en el pecho... Se puso aún más duro sólo con pensar en eso.

Kaminari, en cuanto al sexo, era de los que les gustaba torturar a su pareja, y más si era alguien tan manipulable como lo es Kiri. Fue rápidamente a la habitación de Sero a por un condón de fresa, sabía donde estaban guardados.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora